—El tráfico está terrible hoy —comentó Lidya desde el volante.
Nian asintió sin dejar de ver por la ventana.
Su amiga le había pedido que la acompañe al aeropuerto a recibir a su primo. Al parecer era la primera vez que venía al país.
No sabía mucho de él, salvo que era italiano por parte de su madre y que Lidya parecía tener un genuino afecto por él, a pesar de que en ocasiones decía que solía ser un cretino.
Aún así era notorio que ella lo quería. Incluso le buscó un departamento para todo el tiempo que este iba a quedarse, y era también ella la designada por su familia para recibirlo.
No fue una gran molestia aceptar su petición cuando la hizo, debido a que en realidad no tenía nada mejor que hacer. Yohan tampoco estaba en el departamento porque se había ido a visitar a su madre esa mañana del viernes y no volvería hasta el lunes.
Aunque incluso si hubiese estado de todas formas hubiera aceptado salir con Lidya. Las cosas entre él y Yohan habían regresado a la antigua tensión donde apenas y podían hablarse mirándose a los ojos.
Nian no quería pensar en lo peor, pero estaba más claro que el agua que su amistad nunca podría volver a ser lo que fue antes, y que él nunca podría superar a Yohan después de haber experimentado tantas cosas en sus brazos.
Lo mejor que podían hacer era terminar todo y separarse por un tiempo.
Nian sabía que Yohan no lo aceptaría, pero cada vez se convencía más de que esa era la única solución para ellos. Quizá cuando todo cambie, podrían al menos tener una relación cordial.
—Es increíble que Marcus nos esté rechazando tanto estos días. —Lidya siguió parloteando—. ¿Será que está conociendo a alguien y no nos ha dicho?
—Pero te dijo que no venía porque está ocupado con su libro, ¿no?
—Sí, pero lo conozco, sé que hay algo que nos está ocultando. ¿No te has dado cuenta que últimamente está más raro? El otro día fui a su departamento y escuché una revuelta dentro antes de que me abriera la puerta. Tengo la certeza de que escondió a alguien.
—Ahora estás siendo paranoica, Lidya. ¿Por qué Marcus nos escondería eso? Él es siempre tan... honesto. En ocasiones demasiado.
—Sí, pero aún así. —Ella ladeó la cabeza—. ¿Y si está saliendo con alguien peligroso? Tú sabes que a él le gusta meterse en problemas. Mi pequeño amigo podría necesitar ayuda.
Nian rodó los ojos. Era normal en Lidya exagerar cualquier situación.
—Es Marcus de quien hablamos. No creo que haga tal cosa. Quizá solo está estresado por su trabajo y tú estás exagerándolo todo, como casi siempre. Cálmate, ¿bien? Él siempre nos cuenta cuando hay algo que lo molesta, y si no lo ha hecho es porque no hay nada.
—Bien, bien... —murmuró Lidya, pero en su cabeza siguieron rondando suposiciones locas sobre su amigo.
El resto del viaje se mantuvo tranquilo, solo con Lidya contando algunas cosas sobre su última cita con Mara; su pareja.
A Nian le gustaba escucharla, siempre había sido fan del romanticismo, y escuchar a Lidya hablar de una forma tan linda de Mara era algo que disfrutaba en demasía. Podía ver la sonrisa que su amiga esbozaba al nombrar a su novia y la manera en que sus ojos brillaban, como si estuviera ahí para escucharla. En ocasiones se perdía en su cabeza, probablemente tratando de inmortalizar ese momento compartido con Mara en su mente.
Ellas se amaban mucho, pese a que él y Mara no compartían con frecuencia, las pocas veces que la había visto notó su absoluta devoción por Lidya. La escuchaba hablar siempre con atención, y además aprovechaba la mínima oportunidad para establecer contacto visual y físico con ella.
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CAÓTICA DECISIÓN
Genç KurguEllos eran muy diferentes. Nian era un amante del arte abiertamente gay, con un estilo que muchos llamarían aburrido, pero que para él era clásico. Disfrutaba de pintar hasta altas horas de la noche, ansiando el día en el que le pudiera mostrar al m...