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No sabía a qué hora exacta habíamos llegado a la casa de Anastasia, pero calculo que fue alrededor de las 7:30 de la mañana. Estábamos varados, borrachísimos, y ni siquiera recuerdo cómo logré caminar hasta su puerta. Pelicanger nos había traído en su carro, riéndose todo el camino por nuestra incapacidad de mantenernos en pie. Al bajarme, me dio una cámara y un micrófono, como un recordatorio del reto que tenía que cumplir. ¡Por haber perdido en esa maldita competencia de cervezas!

—Ahí tienes para que hagas tu stream —me dijo mientras se despedía con una sonrisa de satisfacción—. No te vayas a echar para atrás, Yuli.

Asentí, aunque en ese momento no sabía ni dónde estaba parada. Me quedé en casa de Anastasia hasta la una de la tarde, incapaz de moverme. Cuando por fin logré salir de su cama, me despedí rápidamente, con el cerebro a medio funcionar.

Al llegar a casa, lo primero que hice fue darme una ducha fría. Ni siquiera pude comer, simplemente me bebí casi una jarra completa de agua y me tiré en la cama, sin fuerzas, cayendo en un sueño profundo casi de inmediato. Dormí hasta que el sol comenzaba a bajar, alrededor de las seis de la tarde.

Mi tía, preocupada porque no me había visto en todo el día, entró en la habitación para asegurarse de que estuviera viva.

—¿Yuli? —me llamó desde la puerta, pero no le respondí de inmediato. Estaba demasiado agotada—. ¿Qué pasó contigo hoy? Estaba a punto de llamar a la policía —bromeó.

—Solo me siento... agotada —respondí, con la voz ronca, mientras apagaba el aire acondicionado porque ya hacía demasiado frío en la habitación—. No he hecho nada en todo el día. Dormí y eso fue todo.

—Ya veo. ¿Comiste algo? —preguntó con tono maternal.

—Nada. Solo agua —murmuré, y ella suspiró.

—Mija, necesitas cuidarte más. Te prepararé algo ligero mientras te duchas otra vez.

Asentí con un ligero movimiento de cabeza. Después de que se fue, me metí en la ducha una vez más, dejando que el agua tibia calmara mi cuerpo. Me puse ropa cómoda, me sequé el cabello, y me miré al espejo con cara de derrota. El cansancio seguía presente, pero ahora había otro desafío en el horizonte: el maldito stream.

Me acomodé frente a la cámara y el micrófono que Pelicanger me había dejado. Apenas podía pensar en qué decir o hacer, pero sabía que no podía echarme para atrás. Con un maquillaje básico, me senté frente a la computadora y prendí la transmisión.

—Hola, hola... —dije con una voz tímida, a medida que la pantalla mostraba que las primeras personas se estaban conectando.

No tardó ni cinco segundos en aparecer el primer comentario. Era Anastasia, claro.

**Anastasia:**
*¡Vamos, Yuli! Te dije que esto sería divertido. ¿Lista para Minecraft?*

Solté una risa nerviosa. Anastasia siempre tan entusiasta, incluso cuando yo no estaba del todo segura de lo que hacía.

—Sí, sí... lista —respondí, intentando no sonar tan torpe.

Pronto se empezaron a unir más personas, y los comentarios no tardaron en llegar. Algunos nombres conocidos, y otros no tanto, pero todos parecían emocionados de verme en este inesperado debut.

**LuchoDíazOficial:**
*Yuli, ¿es cierto que te ganaron en la competencia de cervezas? ¡No puede ser!*

—Lucho... —dije con una sonrisa—. Eso fue trampa, lo juro. Pelicanger me robó la victoria.

Los comentarios siguieron inundando el chat. Algunos estaban allí solo para ver qué hacía; otros parecían ser fanáticos genuinos del Minecraft, y unos pocos más simplemente querían ver cómo me desenvolvía en mi primera vez como streamer.

**Mojica21:**
*Esa es mi chica, la nueva reina de los streams. Dale con todo, Yuli.*

**RichardRíos_11:**
*Espero que sepas construir algo decente, si no, no te vuelvo a invitar a mis fiestas.*

La mención de Richard hizo que mi corazón diera un vuelco, pero traté de mantener la compostura. Me enfoqué en el juego, intentando no pensar demasiado en sus palabras.

—Ya verán, soy la mejor arquitecta en este juego —mentí descaradamente mientras trataba de colocar los primeros bloques en Minecraft. Sabía que me estaba metiendo en un terreno peligroso porque no era experta en el juego, pero no podía fallar frente a todos esos ojos.

**Fan324:**
*¡Vamos, Yuli! Queremos verte construir una casa de ensueño.*

—Voy a intentar... pero no prometo nada, ¿vale? —reí, nerviosa, mientras en la pantalla apenas lograba construir algo que se pareciera a una casa.

**Anastasia:**
*¡Qué desastre! Jajajaja, te amo, pero necesitas ayuda urgente.*

Los minutos pasaban y, poco a poco, me iba relajando más en la transmisión. Entre los comentarios de broma y los consejos de los jugadores más experimentados, sentí que la gente estaba disfrutando de mi torpeza. Incluso los errores eran motivo de risas en el chat.

**Pelicanger:**
*Vamos, Yuli, te faltan unas clases. Yo te ayudo a ganar la próxima vez.*

—Ya veremos, Pelicanger. La próxima vez voy a ganarte en todo, incluso en Minecraft —respondí con una sonrisa, sintiéndome más segura.

Los comentarios de los fans seguían llegando sin parar, y poco a poco la audiencia aumentaba. Era extraño pensar que tantos ojos estaban puestos en mí, pero a la vez, la experiencia empezaba a gustarme.

**James_10:**
*La próxima te llevo a un torneo de Minecraft, prepárate.*

—¡Ja! Me anoto, pero solo si me prometes que no me haces trampa como Pelicanger —respondí entre risas.

El chat seguía fluyendo mientras la partida avanzaba, y aunque no era experta, el apoyo de todos me ayudó a sobrellevar el momento. Al final, más que un castigo, el stream terminó siendo una experiencia divertida.

Finalmente, tras casi una hora de juego y bromas en el chat, decidí cerrar la transmisión.

—Gracias a todos por venir —dije, mirando a la cámara—. Nos vemos en la próxima... si es que vuelvo a hacer esto.

**Anastasia:**
*¡Obvio que volverás!*

Cerré el stream con una sonrisa en los labios, dejando la computadora de lado. Nunca imaginé que disfrutaría algo así. Con el sonido del silencio regresando a la habitación, me tiré en la cama, exhausta pero con una ligera sensación de satisfacción.

El día había sido un caos, pero de alguna manera, había sobrevivido.

Que rarita eres... - R.RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora