8 | Capítulo|

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Mason

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Mason.
Ravenfil. 10 de septiembre.

Allí se hallaba, sentado en uno de los asientos junto a la barra, esperando.

El bar estaba oscuro, con la típica luz tenue que invitaba al misterio, y una multitud de caras que me eran irrelevantes. Solo había una persona a la que venía a buscar, y sabía exactamente dónde encontrarlo. Jasper nunca cambiaba de lugar. Era como si cada rincón del mundo tuviera asignado su propio rincón oscuro para que él se escondiera, misterioso, impredecible... peligroso.

Caminé hacia el fondo, apartando a la gente que se interponía. Allí estaba él, con esa maldita sonrisa suya, la misma que siempre le acompañaba, burlona y letal al mismo tiempo. Jasper. Mi mejor amigo, mi hermano en todo menos en sangre. Rubios mechones caían sobre su frente de manera desordenada, sus ojos miel eran como un campo minado, siempre calculando, siempre acechando. Pero había algo en él hoy, algo diferente, algo que me ponía en alerta.

La letalidad que atrapo a Alice.

—Llegas tarde, Mason, —me dijo sin mirarme directamente, su voz relajada, como si estuviera comentando el clima. Apoyado en la barra, tenía una copa en la mano, pero no parecía interesado en lo que había dentro.

—Sabes que no me gustan tus desapariciones, —repliqué, tomando asiento a su lado. Podía sentir la tensión en el ambiente, algo que se pegaba en el aire como la electricidad antes de una tormenta. Lo observé de reojo. Sabía que estaba controlado, por ahora.

Jasper rió entre dientes, esa risa baja y burlona que siempre escondía algo.

—¿Me extrañaste? —Su tono era sarcástico, pero había verdad en sus palabras. Era un hijo de puta, pero era mi hijo de puta.

Lo miré de lado, y ahí estaba esa sonrisa suya, tan irritante y tranquilizadora al mismo tiempo. Jasper siempre era el tipo calmado, letal como un arma silenciada. Pero también sabía que era una bomba de relojería, alguien que podía explotar en cualquier momento. Y lo peor era que no siempre necesitaba que fuera 9 de septiembre para desatar el caos. Él era como un vampiro que aún no había aprendido a controlar su sed. Eso me mantenía alerta.

—¿Dónde diablos has estado?—pregunté con un tono más serio. Jasper desaparecía por días, semanas a veces. Siempre volvía con la misma actitud despreocupada, como si nada hubiera cambiado. Pero yo sabía que había algo más, siempre había algo más.

—Cazando, —dijo simplemente, girando su copa con un movimiento distraído. No ofreció más detalles, y no esperaba que lo hiciera. Nunca lo hacía.

—¿Solo?—le pregunté, sabiendo que ya conocía la respuesta. Jasper siempre cazaba solo. Era su forma de lidiar con su... condición. Su parte más oscura, la que aún no había aprendido a controlar del todo.

—Siempre solo, —respondió con esa sonrisa ladeada que ponía a cualquiera en guardia. Para los demás, era la sonrisa de un hombre seguro de sí mismo, el tipo de hombre que podía tener lo que quisiera. Para mí, era un recordatorio de lo que Jasper era capaz de hacer cuando no tenía las manos ocupadas.

Two Roses Black (ALONE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora