19 | Capítulo |

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Roxanne.

Ravenfil.

El calor de la sala de entrenamiento era intenso. El aire estaba impregnado del sonido de los golpes secos que Verónica y yo intercambiábamos. No había tregua, no había espacio para vacilar. Todo en mi cuerpo estaba enfocado en una sola cosa: sobrevivir, mejorar, demostrar que no era la niña frágil que Mason decía. Beatrix, nuestra entrenadora, permanecía cerca, su mirada afilada y su voz controlada, guiándome con firmeza.

—Más arriba, Roxanne. Usa la fuerza en las piernas para impulsarte —decía Beatrix, su tono era severo, pero había una frialdad casi profesional en su voz. Como si no le importara que me cayera mil veces, siempre y cuando me levantara mil una.

Verónica era rápida, ágil y fuerte, mucho más de lo que había imaginado. Sus golpes parecían calculados, pero llenos de precisión, como si cada uno de ellos estuviera destinado a enseñarme algo. Sabía que no estaba luchando en serio, solo me estaba poniendo a prueba, pero no me importaba. Tenía que demostrar que podía hacer esto, que podía pelear. Con cada golpe que esquivaba, con cada intento que hacía por alcanzarla, mi determinación se volvía más feroz, más sólida.

Tropecé en un momento, casi perdiendo el equilibrio cuando intenté lanzarme hacia ella. Mi pie se resbaló en el suelo y caí de rodillas, jadeando por el esfuerzo.

—Bien, Roxanne, pero no te confíes tanto en tus manos, usa el cuerpo entero. No es solo fuerza, es estrategia —Beatrix continuaba sin siquiera parpadear, como si la caída no hubiera sido más que parte del proceso.

Una risa baja y burlona resonó a un lado. Era Mason, apoyado contra una de las paredes, observando cada movimiento con esos malditos ojos llenos de superioridad.

—¿Eso es todo lo que tienes, Fénix? —su tono era cargado de burla—. Y pensar que casi te crees capaz de enfrentarte a mí.

Mis músculos se tensaron. El fuego dentro de mí, esa llama que había sentido desde el día anterior, se avivó como una tormenta. Me levanté rápidamente, limpiándome el sudor de la frente y sin dejar que su comentario me afectara. No, no iba a caer en sus provocaciones. No esta vez.

Verónica aprovechó el momento para lanzarse hacia mí, intentando sorprenderme. Pero lo vi venir. Sus pies apenas se movieron cuando me di la vuelta, esquivando su golpe por centímetros. Mi cuerpo se movió por instinto, impulsado por la fuerza y la rabia contenida que fluía como un torrente en mi interior. Bloqueé su siguiente golpe y, en lugar de retroceder, la empujé hacia atrás con todo lo que tenía, haciéndola tambalear.

No me iba a reír de mí. Nadie lo iba a hacer.

Verónica levantó las manos en un gesto de rendición, pero con una sonrisa en los labios.

—Oye, oye —dijo, con un toque de humor en su voz mientras se sacudía—. ¿Por qué te desquitas conmigo? Solo soy el mal tercio aquí.

A pesar de mí misma, una pequeña sonrisa apareció en mis labios. Era imposible no reírse un poco con Verónica, incluso cuando estaba prácticamente lista para arrastrarme por el suelo. Pero no me permití relajarme demasiado.

—Concéntrate, Roxanne —Beatrix intervino con firmeza—. Si vas a derrotarla, que sea porque eres más lista, no más rápida. Ahora, prepárate para la próxima.

Asentí, volviendo a mi postura de combate. No importaba lo que Mason dijera, lo que él pensara. Esta era mi pelea, y me estaba volviendo más fuerte con cada golpe. Y esa risa suya... no tardaría en borrarla de su rostro.

El sudor corría por mi frente mientras seguía el ritmo de la pelea. Cada movimiento de Verónica era preciso, calculado, pero yo estaba decidida. No era la mejor ni la más rápida, pero algo en mí había cambiado. Ya no solo se trataba de resistir, se trataba de ganar. Verónica me lanzó otro golpe directo al abdomen, que logré bloquear con los brazos. Cada vez que sus puños conectaban con mi cuerpo, el dolor se intensificaba, pero me obligaba a seguir, a ignorarlo.

Two Roses Black (ALONE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora