23 | Capítulo |

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Roxanne.

Ravenfil.

El aire se volvió espeso, irrespirable. Mi pecho se comprimía con una fuerza invisible y aplastante. Cada respiración era un esfuerzo inútil, como si el oxígeno ya no quisiera llegar a mis pulmones. El dolor en mi interior se expandía, desbordándose, y no podía controlarlo. Grité, pero mi voz se quebró en mitad de la agonía, convertida en un eco distante de mí misma.

Mis manos... Sangre. La sangre del hombre que había asesinado manchaba mis dedos, cubría mis palmas. La miré, temblorosa, sintiendo cómo la repulsión crecía en mi interior. Mi cuerpo ya no me pertenecía; temblaba incontrolablemente, cada fibra desgarrada por una angustia que no sabía cómo contener. Quise arrancarme la piel, borrar esas manchas que me marcaban como asesina.

Me tambaleé hacia atrás, alejándome de Mason lo más rápido que pude, como si al distanciarme de él pudiera escapar del horror de lo que acababa de hacer. Pero no importaba lo mucho que me moviera, el peso en mi pecho seguía ahí, más fuerte, más asfixiante. Sentía que me ahogaba, que el aire se me escapaba en espirales imposibles de atrapar.

Mis rodillas cedieron, y caí al suelo con un golpe seco. Me tomé el pecho, desesperada por un alivio que no llegaba, tratando de empujar el dolor fuera de mí. Pero no se iba. La presión se hacía más intensa, hasta que el mundo empezó a dar vueltas. Mis ojos nublados por las lágrimas no podían enfocar nada más que esas manchas rojas en mis manos.

Grité de nuevo, pero el sonido que salió de mi garganta era un lamento roto, una mezcla de llanto y rabia. La desesperación me envolvía como una manta húmeda y pesada, y no había escapatoria. El suelo frío bajo mis manos temblorosas no me ofrecía ninguna sensación de realidad. Solo quería desaparecer, que todo esto se desvaneciera como un mal sueño.

— No... no puedo... no puedo —jadeé, sintiendo como si mi corazón estuviera a punto de estallar en mil pedazos. Las lágrimas corrían sin control por mi rostro, quemando mis mejillas como ácido. No podía respirar, no podía pensar.

Cada intento de llenar mis pulmones era como tragar espinas. El dolor no solo estaba en mi pecho, sino en todo mi cuerpo. Era una agonía física y emocional, una fusión horrible de todo lo que odiaba, todo lo que temía. Y ahí estaba yo, derrotada en el suelo, como una muñeca rota, con las manos cubiertas de la vida que había arrebatado.

Quería gritarle a Mason, decirle lo horrible que era, cómo me había destruido. Pero las palabras no salían. Lo único que quedaba eran los sollozos incontrolables, el llanto que sacudía mi cuerpo, dejándome a merced de ese colapso que ya no podía detener.

El cuchillo seguía en mis manos, temblando entre mis dedos manchados de sangre. Lo apreté con fuerza, hasta sentir el dolor agudo de la hoja contra mi piel, y lo levanté, mirándome las muñecas. Era como si una neblina oscura se hubiera instalado en mi mente, y lo único que podía ver, lo único que podía sentir, era el deseo de terminar con todo.

Me miré el pecho, observando el lugar exacto donde podría hundir la hoja. Sabía dónde cortar. Sabía cómo hacerlo. La desesperación se apoderaba de mí, envolviéndome en un abrazo gélido. El dolor dentro de mí era demasiado, insoportable. Ya no podía más. Terminar con todo sería un alivio, el único escape de esta pesadilla en la que Mason me había sumergido.

Mi respiración era entrecortada, cada jadeo una lucha mientras el cuchillo se movía lentamente hacia mi piel. Estaba tan cerca. Solo un movimiento más y todo se acabaría. No más dolor, no más manipulación, no más sangre en mis manos. Cerré los ojos, dejando que las lágrimas corrieran por mis mejillas.

— Esto es lo correcto... —murmuré para mí misma, tratando de convencerme, aunque una parte de mí gritaba en el fondo, resistiéndose.

Pero esa voz era débil, casi inexistente. Nada podía detenerme ahora. O eso creía, hasta que el sonido familiar de mi teléfono vibró en el suelo. Abrí los ojos, sorprendida. Miré a mi alrededor, buscando la fuente del ruido, pero por un segundo, la confusión y el aturdimiento me dejaron inmóvil.

Two Roses Black (ALONE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora