16 | Capítulo |

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Mason.

Ravenfil.

El silencio que cayó sobre la sala fue peor que cualquier grito. Roxanne seguía en mis brazos, su respiración irregular, su cuerpo débil mientras la sangre empapaba mis manos y su vestido. Cada segundo que pasaba, me sentía más cerca de perderla. El odio que hervía en mi pecho no tenía nombre ni límite.

—Roxanne... —Susurré, pero su respuesta fue apenas un gemido débil, sus labios pálidos como si la vida se estuviera escapando de su cuerpo más rápido de lo que podía procesar.

Mi madre se acercó, sus tacones resonando como un martillo en mi cabeza. La frialdad en su rostro me hizo desear que la daga que ahora estaba clavada en el pecho de Roxanne hubiera sido dirigida a ella.

—Lo que ha hecho tu "ilara"... —comenzó, sus palabras afiladas como cuchillas—, es algo que ningún Novenario ha hecho jamás.

Las palabras de mi madre resonaron en la sala, tan frías y calculadoras como siempre. Roxanne había roto las reglas. Se había enfrentado a mí... no solo en cuerpo, sino en espíritu. Y, en lugar de intentar vencerme, había tomado la decisión más extrema: elegir su propia muerte antes que la mía.

—Ella ha decidido matarse... antes de matar a su oponente, tú. —Mi madre sonrió, como si estuviera satisfecha con la tragedia que se desarrollaba ante sus ojos.

El odio me consumió. Si no hubiera estado sosteniendo a Roxanne, ya estaría sobre ella. Nunca había sentido un límite tan cerca, una línea que sabía que estaba a punto de cruzar.

—¡Cállate! —Mi voz salió en un gruñido bajo, peligroso. Levanté la mirada hacia ella, mis ojos llenos de ira contenida, deseando no solo que dejara de hablar, sino que desapareciera por completo.

Vi cómo la manada se acercaba al escuchar mi grito. Owen y Derek, siempre al acecho, tensaron los hombros, mientras Veronica y Beatriz intercambiaban miradas rápidas. Alice, que había estado luchando en los brazos de Jasper, se quedó paralizada. Ella lo había visto todo.

—Mason... —Jasper intentó decir algo, pero mi mirada lo detuvo. No quería escuchar ninguna palabra vacía, ningún intento de consuelo.

Mi madre solo me observó, indiferente a mi furia.

—Llévala a la enfermería. —Dijo sin emoción, como si Roxanne no fuera más que otra pieza en este juego—. Si sobrevive... ha demostrado su lealtad, y será oficialmente parte de nuestra familia.

Parte de nuestra familia. Esa idea me repugnaba. Ella no debería ser una Blackwood, ni pertenecer a este mundo maldito. Y si dependía de mí, no la perdería ahora.

—Alice, ven conmigo. —Mi voz sonó fría, pero sabía que ella no lo tomaría como un rechazo. Alice corrió hacia mí, su mirada llena de terror al ver a Roxanne tan vulnerable.

—No dejes que muera, Mason... por favor... —Alice tomó mi brazo, su fuerza temblorosa mientras me miraba con lágrimas en los ojos.

No necesitaba que me lo dijera. No iba a dejar que Roxanne muriera, no después de todo esto.

—Owen, Derek, despejen el camino. —Mi tono era cortante, autoritario.

Ambos asintieron y se movieron rápidamente, abriendo paso entre la multitud.

—Vamos, —murmuré, levantando a Roxanne con cuidado, como si fuera de cristal. Su cuerpo estaba ligero, como si todo el peso de la vida ya la hubiera abandonado. Sentí el calor de la sangre aún fluyendo de su herida, empapando mis manos, y no pude evitar sentir la ira ardiendo dentro de mí. Todo esto era culpa de mi madre.

Two Roses Black (ALONE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora