9 | Capítulo |

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Roxanne.

Ravenfil. 12 de septiembre.

10:12 am.

Aiden regresó a la barra con una sonrisa burlona pintada en su rostro mientras luchaba nuevamente con la máquina de espresso. No pude evitar soltar otra risita al ver su batalla eterna contra ese monstruo de metal. La cafetería HONEY parecía el lugar más acogedor del mundo, y Aiden, con su torpeza encantadora y comentarios divertidos, lo hacía aún más cálido.

—¿Sabes? —me dijo de repente, inclinándose un poco hacia mí con esa chispa juguetona en los ojos—. Es curioso... tus pecas. Hacen juego con las chispas de chocolate de tu chocolate caliente. Y eso es... bastante adorable, la verdad.

Sentí un calor recorrerme, pero no como el que me generaba Mason con su tensión oscura y peligrosa.

Esto era diferente, más ligero, más fácil de manejar. Reí entre dientes, sabiendo que no muchas personas me halagaban por mis pecas. De hecho, casi siempre eran un tema de burla para mis padres, quienes parecían insistir en que debía hacer algo para ocultarlas. Y mis rizos... bueno, los rizos siempre eran un problema para ellos. Pero Aiden no parecía verlo así.

—¿Adorable? —le respondí con una sonrisa, arqueando una ceja mientras lo miraba—. No estoy segura de que nadie me haya llamado adorable antes.

Aiden se encogió de hombros, fingiendo estar pensativo.

—Bueno, yo tampoco lo digo muy seguido. Pero parece que en tu caso, es más que apropiado —contestó, guiñándome un ojo, haciendo que me sonrojara un poco.

Al llevarme la taza de chocolate caliente a los labios, un pequeño montoncito de crema batida terminó pegado en la punta de mi nariz. Intenté limpiarlo rápidamente, pero antes de que pudiera hacerlo, Aiden ya estaba riendo.

—¡Vaya, sí que tienes talento! —dijo entre risas, señalándome—. Crema batida en la nariz... esa es nueva.

Solté una carcajada y sacudí la cabeza, sin poder evitar reírme también.

—Bueno, si me hubieras avisado antes, podría haberlo evitado —le respondí, divertida.

—Claro, claro... te lo diré la próxima vez, aunque no estoy seguro de que quieras perder tu nuevo look —bromeó, todavía con esa risa fácil en sus labios.

Me limpié la crema batida de la nariz, sonriendo mientras lo hacía. Había algo tan... simple y reconfortante en este lugar, algo que no sentía desde hacía mucho. Con el peso de todo lo que había pasado —el misterio de la mansión, los secretos familiares y esa sensación constante de peligro inminente con los novenarios—, era como si por fin encontrara un lugar donde podía, por un momento, dejar de lado todo el caos y simplemente... ser yo.

Aiden me observaba con esa expresión curiosa y cálida, como si intentara leerme sin presionarme.

—Parece que te estás divirtiendo más de lo que esperabas —comentó, cruzando los brazos y apoyándose en la barra.

—Sí, bueno, este lugar... —le respondí, mirando alrededor, sintiendo el calor del ambiente hogareño, las risas de los clientes y el olor dulce de los pasteles recién horneados—. Es... diferente. Cálido. Y... tú —dije, mirándolo—, de alguna manera, me has hecho sentir bienvenida, como si llevara aquí mucho más tiempo.

Aiden sonrió, y por primera vez, su expresión no era una simple broma o un comentario burlón. Era genuina, tranquila.

—Bueno, HONEY tiene ese efecto en las personas. O al menos, eso me gusta pensar. Me alegra que te sientas así. Y si eso significa que te quedes por aquí un poco más... bueno, tal vez esa sea una buena razón para no irte tan rápido, ¿no crees?

Two Roses Black (ALONE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora