Capítulo 15

105 10 0
                                    

Volvió con una crema en sus manos y me la tendió.

— Solo tengo esto para los hematomas.

Asentí cogiéndola y nuestros dedos se rozaron produciendo una corriente entre ellos. Jadee cogiendo rápidamente la crema y me giré dándole la espalda. Me apliqué un poco de crema en la mejilla y se la devolví rápidamente.

— Muchas gracias.— susurré mirándolo tímidamente. Él la cogió y se fue a dejarla en su lugar.

Me senté en el sofá de cuero de la sala de estar y dirigí mi mirada hacia el balcón de mi izquierda. Se veían algunos edificios vecinos y las luces de la calle, ya que estaba de noche y apostaba que eran horas de madrugada.

— ¿Quieres comer algo?.— Max volvió con un simple pantalón corto de chandal y unas sandalias.

Madre mía.

Y madre mía.

— No, gracias.

Él se sentó a mi lado mirándome y haciéndome sonrojar. Hacia mucho tiempo que no me sentía así de tonta y de afectada por la presencia de un hombre.

— ¿Qué te pasó para tener esa fobia?

Mis ojos chocaron con los suyos, y tragué saliva.

— Problemas.— me limité a decir.

— Esos problemas hicieron que hoy tiembles simplemente por tocarte un dedo.— dijo. Su tono de voz sonaba molesto, casi frustrado.

— Lo siento...

— No quiero que me tengas miedo, Olivia. Jamás le pondría una mano encima a una mujer.

Lo miré mientras decía esas palabras, sonaba sincero, y firme en sus palabras.

— ¿Por qué me has seguido?

— Tu madre vino a decirle a tu padre que te habías ido en una "rabieta" de las tuyas. Y bueno, no me sentía tranquilo dejándote sola por calles cómo estas, no conozco la zona y tú tampoco, no sabemos que calles son peligrosas.

Rabieta, así llamaba mi madre cuando ponía en cuestión mis miedos.

— ¿Les has dicho que estoy aquí?

— No, aún no, pero se lo diré, no quiero problemas con Robert.

— ¿Y por qué sigues aquí? Se supone que era tu inauguración.

— No voy a dejarte sola, Olivia.

Sus palabras calaron en lo más hondo de mi. Y no voy a negar que me dieron ganas de lanzarme a sus brazos sin pensarlo.

— Gracias por todo.— susurré con una sonrisa.

— Desearía poder tocarte ¿sabes? Pero no quiero asustarte ni que huyas de mi cada vez que me veas. Quiero que seas tú la que si algún día deseas que te toque, me lo pidas.— sus ojos se habían tornado oscuros y me miraba con mucha intensidad.— Así como yo te doy permiso para que tu me toques cuando quieras.

— Yo, Max...

— Olivia, cuando tú te sientas preparada, aquí estaré para disfrutar cada milímetro de ti; de mientras... te propongo una cita.

Me mordí el labio dudosa, tenía miedo. Mucho miedo.

— No sé...

— Una cita tranquila, al aire libre. Podríamos ir mañana al puente de Santa Monica, está a unas 5 horas de aquí.

¿5 horas?

Mi mente empezó a maquinar 200 situaciones negativas contra mi, pero...

— Acepto.

Me arriesgué.

Tenía que salir adelante y seguir viviendo.

No me toques Donde viven las historias. Descúbrelo ahora