Capítulo 24

105 7 0
                                    

NARRA MAXIMILIANO

— Maximiliano.— la voz de mi padre resonó de nuevo en la sala llamando mi atención.

— Padre es que no le veo sentido a lo que mierda estás diciendo, no me voy a casar con esa mujer.

Mi padre, Francesco Abatino, viudo y jefe de nuestro grupo.

— ¡Un respeto, Maximiliano! Soy tu padre.

— ¿Tu te hubieses casado con una mujer que no fuese nuestra madre? ¿Solo por el puto dinero?.— gruñí enfadado. La familia Zanoli, otro grupo de gran potencia en la mafia italiana querían establecer lazos con nosotros.

En concreto, querían casarme con la pequeña de los Zanoli, Chiara Zanoli. Una mujer de 26 años, rubia, ojos caramelo, con un cuerpo despampanante, y con un carácter peculiar, silenciosa pero una víbora.

— Tu madre era diferente.

— Mamá no pertenecía a la mafia.— dijo Lorenzo desde la otra silla.

— ¿De verdad necesitamos unir lazos con esa familia? ¿Estamos en la miseria para obligarme a eso?

Lorenzo suspiró sabiendo porque me negaba tantísimo. Y ese porque tenía nombre.

Olivia.

No le mentí cuando le dije que no había otra mujer que me interesase.

— ¿Por qué te niegas? Es una mujer guapa, buen cuerpo, es de nuestro mundo, sabe como funcionamos, y le interesas. Ni que estuvieses interesado en otra...— yo me callé y él frunció el ceño.— ¿Quién es?

— No hay otra mujer.— dije.

— ¡Dime su nombre, Maximiliano!.— gritó dando un golpe en la mesa.

— Padre, no me voy a casar con Chiara, y en quien esté interesado no es tu asunto.

— Sino me dices quien es esa mujer, te juro por tu difunta mujer que yo mismo iré a firmar tus papeles de boda sin importar lo que digas.— gruñó. Lo miré desafiante sabiendo que era capaz de eso y de más solo por la avaricia del dinero.

— Es la hija del nuevo socio, Robert Miller.— dijo Lorenzo.

— ¿El americano?

Asentí mirándolo.

— Te gusta una maldita niña de 23 años.— rió amargamente.

— Olivia es diferente.

— Olivia.— dijo asintiendo.— ¿Y qué te puede ofrecer esa niña?

— Es una mujer, no una niña, y yo no necesito que me ofrezca algo para estar con ella.— gruñí.— ¿Tú te casaste con mamá por dinero? No, te casaste porque la amabas con tu alma, hubieses sido capaz de dar tu alma al diablo con tal de que ella siguiese viva, sin duda alguna. Y pretendes que yo me case con alguien que ni conozco, ni quiero conocer, solo... por dinero, por tener más. ¿Quieres ver a tu hijo hundiéndose en la amargura de estar con alguien que no quiere?

Sus ojos estaban cristalizados, sabía que mi madre era su punto débil.

— Lo siento.— susurró.— Solo una cena, Maximiliano, intentaré convencerlos.— dijo rendido.

— Bien.

Cogí mi chaqueta antes de salir de la sala y me dirigí a mi auto. Llevaba 2 semanas sin hablar nada con Olivia, con este tema me daba miedo crearle unas ilusiones que no podía darle, aunque me muriese por hacerlo.

Y tengo que admitir que estaba deseando saber de ella, cómo estaba, cómo le iba en la universidad, simplemente... oír su voz. La última noche que la vi, no puedo explicar lo que sentí al verla tan frágil.

Tan diminuta, con todos sus miedos y fobias al aire, luchando internamente contra ellos. Sabía que ella también quería que la abrazase, pero también sabía que sus muros eran mucho más altos que sus ganas.

No me toques Donde viven las historias. Descúbrelo ahora