Capítulo 20

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NARRA MAXIMILIANO

Hacía por lo menos dos semanas que no veía a Olivia, y eso era algo que me chirriaba bastante. La última vez que la vi fue cuando la llevé a Santa Monica, en esa jodida cita tan desastrosa. Sabía perfectamente porque se había puesto así, conocía mucho las expresiones corporales de las personas.

Y a ella se le notaba a leguas que estaba celosa. Sabía que era por haber cogido el papelito que me dejó la camarera en el ticket. Y es que yo tampoco lo sabía hasta que vi que había otro papel aparte del ticket.

Me maldije doscientas veces cuando vi que había otro papel y un jodido número escrito en él. Estaba seguro que por su cabeza habrían pasado mil escenarios desconfiando de mi, o pensando no se ni que cosas.

Había intentado verla en su casa, había ido varias veces con la excusa de los negocios con Robert, pero ella nunca estaba allí. Pero hoy había propuesto una cena, estaba seguro que la vería.

Aunque sinceramente, me daba miedo verla después de tanto tiempo. No sé si está bien, si está mal, y no creo poder soportar verla en mal estado.

Olivia se había colado en mi, su manera de hablar, su miedo, su color de ojos, toda ella me llamaba la atención y quería conocerla más. Era un jodido vicio.

— ¿Estás pensando en ella?

Lorenzo me interrumpió mientras llegábamos a la casa de los Miller.

— No puedo quitarla de mi cabeza.

— ¿Eres consciente de que la estás metiendo a la mafia indirectamente, no?

Ese era otro tema.

— No me jodas, Lorenzo, mataré a quien intente hacerle daño.— gruñí. No permitiría que nadie la tocase.

— Hermano, ¿qué tiene esa niña?.— soltó una risa.

— No lo sé.— dije.— Es... ella, tío.

— Ten cuidado.

Nos bajemos del coche al llegar a la casa y tocamos el timbre. Cómo siempre, llegábamos 10 minutos antes.

— Buenas noches, señores.— Madeline nos abrió con una sonrisa. Entramos tras saludar y vimos a Robert venir hacia nosotros.

— Buenas noches.— dijimos al unísono Lorenzo y yo. Estrechamos las manos con el anfitrión y busqué con la mirada a Olivia, pero no la vi.

— ¿Todo bien?

— Todo bien, Robert. Nos alegra compartir una cena más con usted.— habló Lorenzo.

— Tomemos asiento, Madeline tráenos unas cervezas, por favor.— ordenó Robert.

— Te ayudo.— dije intentando salir de ese triángulo. Robert estuvo apunto de replicar pero Lorenzo se lo llevó al jardín donde se situaba la mesa para cenar. Caminé hasta la cocina junto con Madeline, y esperé a que me diese las bebidas para llevarlas a la mesa.

— No va a bajar a cenar.— dijo en un tono de voz baja. Fruncí el ceño sin entender.— Olivia, ella no va a cenar.

Eso fue como un golpe en el pecho, porque eso significaba que seguiría sin verla, y que no bajase a una cena de estas era raro, y bastante preocupante.

— ¿Ella... está bien?.— pregunté. Madeline me miró con una media sonrisa y se encogió de hombros.

— ¿Puedo llamarte Max?.— preguntó y asentí.— Olivia es especial, Max. Ella... ha pasado por cosas muy difíciles, muy dolorosas, es una mujer muy fuerte pero tiene mucho miedo.— empezó a decir, por un momento pensé que iba a contarme que le sucedió.

— Ella me contó que tiene una fobia.

— Si, tiene miedo a ser tocada, tiene mucho miedo y mucha desconfianza a las personas. Por eso me sorprendió cuando accedió a dormir en tu casa.— dijo limpiándose una lágrima que se le escapaba.— Solo te pido una cosa, Max.

— Dígame.

— No le hagas daño, por favor.— susurró con la voz rota.— No se cuanto dolor podría soportar más...

— Jamás le haría daño. ¿Pero... que le sucedió para ser así?

— No soy la indicada para contártelo, ella es quien debe decirte, se que te lo dirá, ella está luchando internamente por confiar en ti ¿sabes? Se que si no confiase en ti, no hubiese dormido en la misma casa que tu, ni se hubiese ido en el mismo coche que tu.

Sonreí agradeciendo eso.

— Pero ella es especial, Max, es una chica muy fuerte pero está muy rota, y ella lucha cada día por salir adelante. Hoy no es un día fácil, no está bien.

— Quizás es un poco precipitado pero... ¿podría verla?.— pregunté. Necesitaba asegurarme que estaba bien, necesitaba que confiase en mi.

— Inténtalo, pero no la agobies, es un día difícil para ella. Es la segunda habitación a la derecha.

Asentí nervioso y me giré para salir de la cocina. Subí las escaleras hacia el piso de arriba, y vi que la única puerta que estaba cerrada era esa, la de Olivia.

Toqué dos veces con los nudillos antes de abrir.

— Mamá, te he dicho que-

Su voz se cortó al verme parado en la puerta. Su cuerpo estaba sentado en la cama con las rodillas pegadas al pecho. Llevaba un pequeño pijama azul cielo, el cual dejaba ver sus piernas y gran parte de su cuerpo, ya que era un short corto y un top.

— ¿Qué haces aquí?.— susurró con un tono de voz tembloroso. La pequeña luz cálida que emergía de su mesilla iluminaba su rostro. Su cabello estaba suelto y su rostro se veía cansado: ojos rojizos, ojeras, y mejillas sonrojadas.

— Quería verte. ¿Puedo pasar?

Ella vaciló pero asintió.

No me toques Donde viven las historias. Descúbrelo ahora