Capítulo 21

109 12 1
                                    

NARRA OLIVIA

Max había venido a verme. Había subido a mi habitación arriesgándose a que mi padre se enfadase con él.

Y eso solo hacia que sintiese mariposas dentro de mi barriga.

— ¿Puedo sentarme?

— Si.— dije corriéndome un poco hacia el lado. Él se sentó en los pies de la cama y me miró.

— ¿Por qué no has bajado a cenar con nosotros?

— No me siento bien.

— ¿Y eso?.— preguntó con el ceño fruncido.

— ¿Por qué has subido?.— contraataqué.

— Estaba preocupado por ti.— su voz volvía a sonar sincera.— Se que te molestó que cogiese el papel de esa chica en el restaurante en Santa Monica.

— Yo no...

— Olivia, no me mientas.— me cortó. Bajé los ojos a mis manos y suspiré.

— No quiero causarte molestias.— susurré.

— Y yo no quiero que sobre pienses cosas que no son. Cogí ese papel sin darme cuenta, iba junto al ticket.— lo miré al escuchar eso, sintiéndome una idiota.— No me interesan otras mujeres.

— Yo no soy lo que tu crees, Max.— dije.

— ¿Qué crees que pienso que eres?

— No sé...

— Pues te lo digo yo, eres una mujer preciosa, fuerte y con un alma limpia. Y eso es todo lo que quiero, no necesito más.

— No lo entiendes.— ataqué entrando en una crisis nerviosa. Él no entendía que yo tenía muchos problemas y no sabía cómo afrontar ninguno de ellos.

— Olivia...

— ¡Tengo una maldita fobia!.— exclamé notando las lágrimas amontonarse dentro de mis ojos.— No podré ser feliz nunca, solo soy una chica más, acabaré sola y...

— Basta.— ordenó cortándome. Sus ojos estaban oscuros y sus manos cerradas en un puño como si quisiera tocarme.

— Mereces algo mejor que una chica cómo yo.

— Desearía poder tocarte ahora mismo, besarte, abrazarte tan fuerte que olvides todas las cosas malas que piensas de ti.— dijo mirándome con intensidad. Sentí mis mejillas colorarse cuando soltó todas esas palabras.

Mi mente quería abrazarlo, quería sentir sus manos en mi cuerpo, pero mi cuerpo se negaba a dar permiso a eso.

— ¿Entonces, bajarás a cenar?.— preguntó con una sonrisa socarrona. Lo miré detenidamente, quería quedarme con todo al detalle. Iba guapísimo, trajeado, elegante, con ese olor a perfume caro que desprendía su cuerpo.

Max era un plato de lujo.

— No, Max, lo siento.

— ¿Por qué no?

Suspiré ante su insistencia.

— No es un buen día.— dije simplemente volviendo mi vista a la ventana.

— ¿Por qué?

Malditos por qués.

— Max, por favor.— me quejé. Él sabía que yo no iba a dar el brazo a torcer tan fácil.— Solo quiero estar sola.

Él asintió y se levantó. Mi cuerpo sintió la necesidad de decirle que no, que quería que se quedase conmigo, toda la noche.

— Espero que nos volvamos a ver pronto.

— ¿Te bajas ya?.— pregunté volviendo mi vista hacia él.

— ¿Quieres que me quede, Olivia?

Yo, totalmente sonrojada, asentí tímidamente. Max soltó una pequeña risa y negó con la cabeza sin dar crédito a lo que escuchaba.

— Debo bajar, tu padre debe estar nervioso de no verme ahí, pero... dame tu teléfono.

Le dicté mi número a la vez que él lo anotaba en el suyo.

— Que pases una buena noche, Olivia.

— Tu también, Max.— contesté viendo como desaparecía por la puerta.

(.)

La cena había acabado ya que las voces habían dejado de escucharse. Mamá y papá se habían ido a dormir pero yo no podía pegar ojo. Mi cabeza iba a mil por hora con la cara de Max apareciendo en cada uno de los escenarios.

Me atraía a tal punto de querer pedirle que me toque, a olvidarme que tengo esta fobia.

Me atraía demasiado.

Sonido de la calle.

Unos sonidos provenientes de la ventana me hicieron ponerme en alerta. Cogí un tacón de mi zapatero y me levanté de la cama.

Había una sombra intentando subir. Maldita sea, porque coño iban a entrar a robar y en mi habitación. Porque a mi.

Mi móvil vibró y lo cogí rápidamente. Un mensaje de un desconocido.

¿Me abres la ventana? Soy Max.

Definitivamente este hombre estaba loco.

No me toques Donde viven las historias. Descúbrelo ahora