Capítulo 14

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Una sombra grande apareció cerca del callejón, el causante de que el cerdo estuviese muerto.

Aunque probablemente la siguiente era yo.

— Olivia.— di un paso atrás asustada y temerosa cuando oí mi nombre. Conocía esa voz, la voz que hacía revolucionar mi ser.

Pero mi miedo era mucho mayor en estos momentos como para pensar con claridad.

— Olivia, soy Max, Maximiliano.

El cuerpo de Maximiliano apareció en la oscuridad y en sus manos estaba la pistola, que misma que mató al otro hombre. Él se dio cuenta que mis ojos estaban en la pistola y la escondió en su chaqueta.

— No voy a hacerte daño. ¿Estas bién? ¿Te ha hecho algo?

Sus ojos me miraron de arriba a abajo y frunció el ceño cuando vio la sangre en mi cara y mi vestido roto.

— Maldito...— se contuvo al ver mi expresión, seguro que yo lucía muy asustada.— Te llevaré a casa.

Él me tendió una mano y yo negué abruptamente. De verdad que me costaba horrores confiar en alguien, y a pesar de que Max me transmitía toda la confianza del mundo, siempre estaban esos pequeños pensamientos intrusivos.

— Olivia, no puedo dejarte sola aquí, te llevaré a tu casa, confía en mi. Necesitas curar esas heridas.

Sus ojos me miraron preocupados, pero... ¿como iba a ir a mi casa con estas pintas? Mis padres no estaban y Emma y Zeus se asustarían al oír ruidos a estas horas. Tampoco tenía la suficiente confianza como para llamar a Lea.

— Yo...— susurré, él estaba cerca de mi pero manteniendo la distancia.— Está bien.

Él asintió y me tendió su mano.

Ahí estaba ese miedo otra vez.

— Confía en mi, por favor.

Quería hacerlo pero mi cuerpo se negaba rotundamente.

— Lo siento.— susurré soltando un par de lágrimas.

— Está bien, solo acompáñame.

Caminé detrás de él y vi que su coche estaba aparcado a menos de un minuto. Me abrió la puerta del copiloto y entré sin mirarlo. Él rodeó el coche y se subió al piloto.

— No me lleves a mi casa.— dije volviendo mis ojos a él. Él me miró confundido.

— ¿Por qué?

— No quiero ir ahí, he discutido con mi madre antes de irme y no quiero que me vea así, se enfadará.

— ¿Y donde te llevo?

— No lo sé.— susurré abrazándome a mi misma agobiada por la situación. Él suspiró y cogió su móvil, tras mandar un par de mensajes arrancó y puso rumbo a algún destino.

Cerré los ojos tratando de relajarme mientras notaba el coche moverse. El aire me daba en la cara relajando las zonas más tensas tras el desafortunado encuentro con ese sujeto.

— Hemos llegado.— tras un rato en silencio, Max habló. Abrí los ojos y vi un edificio frente a nosotros.

— ¿Donde estamos?

— Es un apartamento que pertenece a mi familia.— yo asentí a su respuesta. Salí del coche y caminé detrás de él mientras entrábamos al edificio.

Llamó al ascensor y visualicé con detenimiento el interior del edificio.

Era un edificio moderno, con paredes blancas y muebles marmolados y amaderados. Aproximadamente habría 10 plantas en el edificio, era medianamente alto.

— Pasa.

Entré al ascensor delante de él y marcó el número 10. Subimos en un completo silencio y cuando llegamos al piso 10, nos bajamos. Él sacó el móvil y con una especie de app abrió la puerta.

Entró dentro y yo le seguí sin decir mucho más. Cerró la puerta detrás de mi y todas las luces se encendieron.

— Siéntete como en tu casa, no tengo ropa de mujer, pero puedo dejarte algo mío si te da igual.

— Está bien... ¿podría ir al baño?

— Claro.— él asintió. Lo seguí hasta la puerta del baño y entré.— Olivia, ¿quieres que te ayude a curarte las heridas?

— Creo que puedo sola.— dije en voz baja. Él asintió y se fue no sin antes echarme una última mirada.

Cerré la puerta del baño y me miré en el espejo. No voy a negar que me asusté al ver mi imagen reflejada.

Mi cara estaba morada en una de mis mejillas, el labio me sangraba levemente y mi vestido estaba rajado dejando ver parte de mis braguitas.

Me quité el vestido y mi ropa interior y la dejé caer al suelo. Me metí dentro de la ducha y encendí el agua caliente. El chorro de agua caliente cayó sobre mi de golpe, erizando cada pelo de mi piel.

Me lavé cómo pude y dejé que el agua cayera sobre mi cuerpo un tiempo, calmando cada dolor que tenía. Cerré el agua tras unos minutos y salí de la ducha. Cogí una toalla negra que había y envolví mi cuerpo con ella.

— Olivia, te dejo la ropa aquí detrás de la puerta.— la voz de Max me sorprendió detrás de la puerta.

— Gracias.— contesté de vuelta. Abrí la puerta tras unos segundos y cogí la ropa doblada que había en la puerta.

Me vestí rápidamente y chisté de frustración al notar que todo me estaba enorme.

Aunque era normal, teniendo en cuenta la diferencia de cuerpo entre Max y yo.

Peiné mi cabello corto con los dedos, y vi que la sangre de mi labio había desaparecido dejando una pequeña herida, y en mi mejilla había un hematoma.

Salí del baño dispuesta a preguntarle a Maximiliano si él tenía algo para los hematomas, y para curar la herida.

— Max.— lo llamé entrando a la sala de estar. Su espalda desnuda me hizo tragar saliva, tenía un tatuaje enorme. Todo su cuerpo iba tatuado, y eso era increíble, se veía increíblemente caliente.

— ¿Qué necesitas?.— se giró mientras me hablaba.

— ¿T-Tienes algo para los hematomas y heridas?.— pregunté notablemente nerviosa.

— Creo que si, espera.

Su cuerpo pasó por mi lado y su perfume se coló entre mis fosas nasales dejándome deleitarlo por unos segundos.

Este hombre iba a acabar con mis sentidos.

No me toques Donde viven las historias. Descúbrelo ahora