Capítulo 29

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Habían pasado algunas semanas desde aquella noche con Max, la noche en que casi le cuento mi historia.

Él tuvo que volver a Italia hasta hace dos días que llegó de nuevo para quedarse. Estuvo hablando con papá sobre algunos asuntos de la empresa, y ya había decidido quedarse hasta que tuviese que volver a Italia.

Por mi parte, no habíamos hablado de nada desde entonces, tampoco me había escrito por WhatsApp ni llamado, y realmente lo agradecía porque necesitaba calmar mi mente.

Cosa que tampoco podía hacer porque Eleanor me había invitado a su cumpleaños, una fiesta.

Una maldita fiesta en su casa.

De la cual yo no quería ir pero necesitaba obligarme para poder superar mi pánico a la gente y a todo, así que aquí estaba, preparándome con dos calmantes nerviosos en el cuerpo.

— Liv.— la voz de mamá se escuchó tras la puerta de mi habitación.

— Pasa.

Su cuerpo entró de mi habitación y cerró la puerta tras ella.

— ¿Estás segura de ir?

Suspiré.

— La verdad que no, pero creo que necesito volver a atreverme.— dije mirándola con una sonrisa.— Tengo que ser fuerte y aprender a superar mis miedos.

— Estoy muy orgullosa de ti, Liv. ¿Puedo darte un abrazo?.— preguntó emocionada. Asentí, y acto seguido sus brazos me envolvieron atrayéndome a ella. Los brazos de mi madre en estos momentos me sabían a gloria. Segundos después me soltó y me miró con lagrimas en los ojos.

— Gracias, mamá.

— Te dejo prepararte, ahora te veo.— dijo yéndose hacia la puerta. Abrí la puerta del armario y cogí la ropa que pensaba ponerme.

Unos jeans negros, un top brillante de perlas, y unos tacones negros de plataforma altos. Planché mi cabello y me maquillé sutilmente. Cogí un bolso a juego con el top y me miré al espejo.

Me sentía bien, me sentía poderosa, pero mis miedos estaban a flor de piel.

Salí de la habitación y bajé al salón, donde estaban mis padres y mis hermanos.

— ¡Que guapa estás, Liv!.— gritó Zeus mirándome con la boca abierta. Solté una risa por su reacción y sonreí.

— Si pasa cualquier cosa, cariño, no dudes en llamarnos.— dijo papá con el semblante preocupado.

— Tranquilo, extremaremos las precauciones. Me voy a ir ya.

— ¿Te vas andando?.— preguntó mamá mirando el reloj. Estaba de noche porque ya eran las once de la noche, así que andar sola y en tacones no era una opción.

— Le diré a uno de los guardaespaldas que me lleve.— dije caminando hacia la puerta.— ¡Os quiero mucho!.— grité mientras abría la puerta y salía.

— ¿A donde se dirige, señorita?.— uno de los guardaespaldas me preguntó. Le di la dirección de la casa de Eleanor y me subí al coche.

Me sentía bastante nerviosa a decir verdad, era mi primera salida social después de aquella noche tan horrorosa. Por otro lado, me sentía bien, me sentía valiente por afrontar los miedos que me habían estado limitando estos meses. Lo único malo que podría pasar es que me agobiase y necesitase irme de allí.

Cosa que espero que no pase.

Minutos después llegamos al edificio de Lea, ella vive en un apartamento así que también confiaba en que no iba a ser la megafiesta a la que fui la última vez.

— Gracias.— dije al bajarme del coche. Me adentré dentro del edificio y marqué el piso de Lea.

Toqué el timbre una vez frente a la puerta y Lea me abrió. Estaba guapísima.

— ¡Oliiiii! ¡Bienvenida! ¡Gracias por venir!

Exclamó emocionada.

— Pasa, pasa.

Hice caso a su orden y pasé dentro del apartamento.

— Muchas gracias por venir, Olivia, se que es un gran esfuerzo para ti.— dijo con verdadera sinceridad en su voz.

— Para mi también es un gran... esfuerzo que me debo.

Al entrar en la casa, vi varias personas, entre ellas algunos rostros de la universidad. La música sonaba no muy fuerte pero que si hablabas en un tono normal no se te escuchaba. Había una mesa con comida fría, refrescos y alguna botella de alcohol.

— Te los presentaré, ellos saben que no deben tocarte.

Resultaba un tanto incómodo que la gente supiese de mi fobia, pero era lo mejor.

No me toques Donde viven las historias. Descúbrelo ahora