Capítulo 3

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La primera semana en San Francisco había transcurrido bien, sin altercados.

Emma y Zeus estaban totalmente integrados, ya habían hecho amigos, y se les veía muy felices.

A mi, me llamaron pocos días después de la universidad para confirmarme que entraba en el modo semipresencial, y que debía acudir a clases el primer día para la presentación de alumnos.

Después de saber eso, casi me da un ataque de ansiedad de pensar que habrían millones de personas alrededor de mi, así que mamá optó por llamar a una psicóloga para retomar mis sesiones, sin preguntarme. Y yo ahora que lo pienso, hizo lo mejor. Me ayudaría a saber gestionar mi fobia y poder establecer algún vínculo social.

O eso creía.

— ¿Te vas, Olivia?.— la voz de mamá me sacó de mis pensamientos. Yo asentí en su dirección y terminé de meter mis cosas a mi bolso.

— Si, voy a tomarme algo para relajarme y bueno, será rápido.

— Estoy segura de que te irá genial, cariño, mamá confía en ti, y sé que eres capaz de superar todos tus miedos.

— Gracias, mamá.— sonreí mirándola.

— ¿Me dejas darte un abrazo?.— preguntó. Esta era la horrible sensación, que mi propia madre me pidiese permiso para eso. Era doloroso sentir que les hacía sentir inseguridad a mi familia por esta maldita fobia.

— Si.— susurré. Ella no tardó ni dos segundos en envolver sus brazos alrededor de mi suavemente, mi cuerpo se tensó notablemente pero traté de controlarlo.

Mamá se separó a los pocos segundos limpiando una lagrima que caía en su ojo derecho.

— Te quiero.

— Yo también te quiero mamá, mucho.

(.)

Murmullos, voces, y sonidos estridentes.

Esa era la definición de esa universidad. Aparqué mi coche en el parking y me dirigí hacia la entrada. Ya había pasado 30 minutos desde que me tomé el tranquilizante, y el efecto la verdad que se notaba poco.

Porque estaba que me temblaban hasta los párpados.

Suspiré y decidí encaminarme a la sala donde se iba a realizar la presentación. Mientras caminaba, mis hombros iban rozándose con algunos alumnos que iban en la dirección opuesta.

A lo lejos visualice la sala en donde tenía la presentación, aceleré mi paso para llegar hasta ella, pero sentí un fuerte choque que me lo impidió.

— ¡Ay, lo siento, lo siento!

Una voz femenina se me cruzó. Era una chica bajita, de pelo negro,  y piel blanquita.

— No te preocupes.— sonreí recolocándome  mi bolso.

— ¿Eres nueva?.— preguntó colocándose a mi lado mientras volvíamos a caminar.

— Si.

— Soy Eleanor, pero todos me llaman Lea.— ella me extendió la mano y yo la miré.

— Soy Olivia.

Ella sonrió asintiendo aún más y miró su mano, y viendo que no se la estrechaba, la bajó. Sin decir mucho más, entré en la sala y me dirigí al asiento más solitario que había.

Para mi suerte, Eleanor se puso a mi lado dispuesta a entablar una conversación.

— Oye, podrías ser más simpática.— refunfuñó. La miré levantando una ceja, no se que pensaba esta chica.

— No soy muy sociable.

—¡Oh, vamos, Olivia! No somos unas crías.

Unas crías.

Quizá yo si me sentía una cría.

Miré hacia abajo sin contestar y ella prefirió hacer lo mismo. Minutos después en el escenario de la sala aparecieron un grupo de profesores. Uno de ellos se posicionó frente a un micrófono mirándonos.

— Buenos días a todos. Quiero darles la bienvenida a los nuevos a la Universidad de San Francisco, mi nombre es Edward Drumbenton, rector de esta universidad.
Quiero darles la bienvenida a alumnos nuevos cómo a alumnos que iniciaron en el primer curso. Iniciamos en el día de hoy el último curso de su carrera profesional para ser maestros de educación primaria. Este año es el definitivo para poder completar este proceso, trabajad duro, sed pacientes y cuidaos la mente, el último año es duro, pero estoy seguro que todos seréis unos maestros increíbles.

Sonreí ante sus palabras.

— Oficialmente, mañana comenzarán las clases, algunos de vosotros de manera presencial, y otros semipresencial. Cualquier cosa que necesitéis, aquí estaremos, mucho ánimo.— cerró el micrófono y la sala se llenó de aplausos.

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