Capítulo 30

82 9 1
                                    

— ¡Chicos, venid que os presente!.— gritó Lea. Los presentes le tomaron atención y desviaron su mirada hacia mi.— Ella es Olivia, lleva poco en la ciudad así que no la agobiéis.

Todos empezaron a decir sus nombres.

— Soy Dayanna.

— Louis.

— Claudia.

— Yo soy Cindy.

— Jean.

— Encantada de conoceros.— dije sonrojada. Se veían realmente muy majos, y me daban buenas sensaciones.

— ¿Donde vivías antes?

— En Boston.— contesté a Dayanna.

— Que guay, tía, esa ciudad es muy bonita. ¿La echas de menos?

— No, me he adaptado muy bien aquí, y estamos muy agusto.— respondí.

— ¿Quieres alguna copa, Olivia? ¿Algo para beber?

— Solo agua, por favor.

— ¿Agua? ¡Anímate un poco!.— exclamó Jean riéndose.

— Prefiero agua.— afirmé. No iba a probar una gota de alcohol. Cogí un vaso y lo rellené de una botella de agua fresca.

— ¿No ha venido tu primo?

La voz de... Cindy preguntó a Lea.

— Creo qu— el timbre cortó lo que Lea iba a decir.— Ahí está.

Lea se fue a abrir a la puerta mientras yo veía a los demás.

— ¿Y estudias con Lea?.— preguntó Jean.

— Vamos juntas a clase.— contesté.

— Perdón por la tardanza.

Una voz masculina bastante conocida para mi se oyó a mis espaldas.

Esto no era posible.

Giré mis talones y vi que al dueño de esa voz.

Liam.

El chico con el que había estado durante dos años. El chico que fue mi primera vez en todo. El chico que había querido con toda mi alma. El chico que me abandonó cuando más lo necesitaba. Mi expareja.

El vaso que tenía entre mis manos resbaló al suelo haciéndose añicos.

— ¿Olivia?.— preguntó con el tono de sorpresa en su voz.

Casi dos años sin verlo, sin ver su cara, sin saber de él, sin saber absolutamente nada de su vida.

Y lo mejor es que no venía solo, a su lado estaba la que fue mi mejor amiga en su momento, Violet, la cual me miraba como si estuviera viendo un maldito fantasma.

— ¿Os conocéis?.— preguntó Lea.

— Si.— dijo él.

— No.— contesté a la vez. Lea nos miró confundida y sus amigos nos observaban expectantes.

— ¿Qué haces en San Francisco?

— ¿Qué te importa?.— contesté mordaz. Mi pulso estaba acelerado, sentía mis manos temblar de la rabia y la respiración acelerada. Estaba enfadada, tenía rabia contenida desde hace tiempo hacia él.

¡Me abandonó cuando más lo necesitaba! Y ahora descubro que... estaba con Violet, la que fue mi mejor amiga. Dios sabrá cuanto tiempo llevaba engañada.

— Lo siento, lo siento mucho.— empezó a decir. Miré a Violet la cual tenía sus ojos aguados y me miraba con tristeza.

— ¡Tu no sientes una mierda!.— grité.

— No tienes derecho a hablarle así.— gruñó Violet.

— Ni te dirijas a mi, ambos sois una mierda, no tenéis ni idea de nada.

— ¿Pero qué pasa?.— preguntó Lea.

— Me tengo que ir, lo siento Lea.— dije mirándola.

— ¡Olivia!.— gritó cuando empecé a caminar hacia la puerta. Llamé al ascensor y entré a él ignorando los llamados de Lea.

No me iba a quedar en la misma habitación que esas dos personas. Simplemente no podía. Tampoco quería volver a casa, así que sin pensármelo llamé a la persona que quizás menos debería llamar.

Maximiliano.

A los cuatro tonos, contestó.

¿Olivia?

Se que es muy tarde, pero necesito tu ayuda.

¿Estás bien? ¿Qué pasa?

Necesito que vengas a por mi, a la dirección que te mando a WhatsApp.

Mándamela.

No me toques Donde viven las historias. Descúbrelo ahora