Capítulo 5

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Tras la sesión con la psicóloga, mi mente seguía un poco nublada. En casa, todos sabían que recordar esa noche me dejaba así durante días. Me dejaba totalmente apagada.

— Olivia.— me llamó mamá.— Se que no te encuentras bien, pero hoy tenemos una cena importante. ¿Asistirás?

Si mamá me lo pedía significaba que era importante, muy importante. No me lo pediría sabiendo que estoy así sino lo fuera.

— Si.

— Gracias, pequeña.— contestó papá.

— ¿Quienes son?.— preguntó Emma.

— Vienen de Italia, quieren ampliar la sede italiana en Milán.

— La mafia italiana.— dijo Emma con un tono gracioso intentando imitar a un italiano.

— Ni se te ocurra soltar esas bromas en la cena ¿eh?

— Tranquilo papá.— contestó ella.

Las cenas con socios de la empresa eran normalmente aburridas. Hablaban de cosas de empresa, negocios, y cuando la cosa se ponía seria, mamá y papá nos echaban disimuladamente a nuestras habitaciones.

Mi móvil vibró en mi bolsillo y lo miré. Notificación de un teléfono desconocido.

Hey Olivia, soy Lea, nos vimos en la presentación de la universidad. ¿Te acuerdas?

No recordaba que le di mi número de teléfono tras su insistencia en que fuésemos amigas.

Hola Lea. ¿Qué necesitas?

Me preguntaba... si quieres que quedemos un día de estos, podríamos tomar un café y conocernos. ☺️

Hoy no puedo.

¿Y mañana?

Mañana no lo sé...😅

No seas aburrida !!! Vamos, es solo un café. Nos vemos mañana a las 4 en el café del muelle. 💞

Okey.

La agregué a mi lista de contactos, y guardé el teléfono. Había quedado con Lea, con una chica que conocía de un rato de nada.

¿Y si era igual que mis antiguas amigas? ¿Y si solo se acercaba a mi por interés?

Lea no me conoce, no sabe nada de mi familia, no creo que sea así.

— Mañana he quedado.— dije causando un silencio en la sala.

— ¿Con quién?

— Una chica, se llama Lea, la conocí en la presentación de la universidad.— contesté a papá. Mamá sonrió ilusionada, ella sabe que esto era un paso.

— Me alegro mucho, cariño, seguro que lo pasáis genial.

— Eso espero...— susurré.— Tengo miedo que sea como... ellas.

— No digas tonterías, Liv.— Emma interfirió.— Esas tías eran unas zorras, no tiene perdón lo que te hicieron, seguro que esa chica no es igual.

— Cuida esa boca, Emma.— rugió papá.

— Papá, no tengo 10 años.

— ¿Ah no?.— contestó Zeus haciéndonos reír a todos menos a Emma, que le tiró un cojín.

(.)

Terminé de atar mis zapatos de tacón y me miré en el espejo. Había decidido vestirme con un vestido color azul cielo clarito de manga larga ajustado pero con unos pequeños volantes en la parte de abajo. Era un vestido por encima de los tobillos, bastante bonito y cómodo.

También había decidido ponerme unos tacones stiletto de color plata, y pequeños accesorios del mismo color. Me había peinado como siempre, ya que al tener el pelo corto, el número de peinados se veía en minoría.

Y por último, me había maquillado sutilmente en tonos nude. No quería llamar mucho la atención.

Me eché perfume antes de salir de mi habitación y bajé las escaleras con cuidado. Mi hermana se encontraba en el sofá sentada, ella vestía con un vestido negro ajustado y unos tacones verdes menta.

Mamá no estaba, y papá un traje azul oscuro.

— Que bonita, Olivia.— dijo papá en cuanto me vio. Zeus bajó detrás de mi y reí al verlo en su mini traje de señor.

— Zeus si que va guapo.— dije sonriendo.

— ¿Y mamá?.— pregunté.

— Está terminando de maquillarse. La mesa está preparada en el jardín, hace una noche preciosa. Hemos contratado una empresa de catering y limpieza que le quitará trabajo a mamá, así ellos cocinarán y limpiarán.

Asentí de acuerdo. Mamá apareció en escena con un vestido midi blanco, y con unos detalles en dorado.

Mi madre es la mujer más preciosa del mundo.

— Por Dios, que guapos estáis todos.— dijo ella en cuanto llegó a nuestro lado. Papá se acercó a darle un beso en los labios y Zeus hizo una mueca de asco.

— Mamá, que estamos delante.— se quejó el pequeño.

El timbré sonó por toda la casa y Emma se levantó del sofá de golpe.

— Vaya, han llegado un poco antes.— replicó mamá. Normalmente cuando los invitados llegaban, nosotros (los hijos) debíamos estar en la mesa esperando de pie a su llegada.

Pero los italianos iban con el reloj adelantado al parecer.

Emma, Zeus y yo, nos dirigimos a la mesa del jardín antes de que papá abriese la puerta.

Guau, mamá había decorado esto increíblemente bonito.

No me toques Donde viven las historias. Descúbrelo ahora