Capítulo 23

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— No es tu culpa, Max...

— No voy a tocarte, quiero que dejes de llorar.— dijo alejándose de mi, una sensación amarga se instaló en mi pecho al verlo alejarse.

— Lo siento...

— Volveré en unas semanas, ten cuidado ¿vale? Te escribiré.— asentí hacia él y sin decir mucho más desapareció por el ventanal.

Soy una maldita tonta. Quería abrazarlo, juro que quería sentir sus brazos alrededor de mi, notar su olor, su textura, todo.

Pero simplemente el maldito miedo no me dejaba avanzar.

(.)

— Hola Olivia. Me alegra escucharte.

— Hola.— contesté con una sonrisa. Hoy tocaba sesión con la psicóloga, y estaba deseando contarle sobre Maximiliano.

— ¿Qué tal ha ido? Llevo sin verte unos días.

— Pues me siento un poco mejor... He conocido a un hombre.

— ¿Si? ¿Y qué tal? ¿Cómo te sientes?.— ella sonrió emocionada a través de la pantalla.

— Abrumada, la verdad... Demasiadas emociones para mi.

— ¿Cómo cuales?

— Es un hombre un poco mayor que yo, es guapo, muy guapo. Me atrae demasiado, siento mucho la necesidad de que me toque y me...— notaba mis mejillas empezando a sonrojarse.— Me abrace, me bese, quiero que me toque, pero es imposible. Siento terror cuando se acerca más de la cuenta a mi, y no se como afrontar eso.

— Oh cariño, es muy difícil... pero todo es cuestión de confiar y de tiempo. Date tiempo a estar cómoda con él al 100% y no te fuerces a nada.

— Él... me cuida, me entiende y trata de ayudarme.— sonreí contenta pensando en Max.— Pero soy consciente que cualquier mujer sería mejor que yo.

— Eso no es así, Olivia. Cada mujer tenemos nuestros defectos y virtudes y si ese chico te ha elegido a ti es porque quiere, y porque  le gustas tu, toda tu.

— Ojalá y que sea verdad.

Tras hablar con la psicóloga durante una hora, estuve estudiando para algunos examen que se aproximaban en fechas.

Un zumbido en el móvil me sacó la cabeza de los libros, y al ver que era Max lo abrí.

"¿Como vas, bonita?"

Bien, ¿y tú?

Con mucho trabajo aquí, las cosas no van muy bien.

¿Y eso?

Mi mensaje se quedó sin contestar, y sin darle mucha importancia bloquee la pantalla del móvil.

Bajé a la sala de abajo y vi a mamá en la cocina, un rico olor a pan cakes me llegó a las fosas nasales.

— ¿Estás cocinando pan cakes?

Ella pegó un sobresalto al oír mi voz.

— Cariño, que susto.— se llevó una mano al pecho.

— Perdón.— susurré sentándome en una silla.

— Sí, Zeus se le ha antojado así que aquí estoy, tú ¿cómo estas?

— Mejor.— a ella no le había contado nada de Max.

— ¿Y el señor Abatino?.— preguntó en un tono burlesco.

— ¿Qué con él?.— pregunté nerviosa. Ella se giró con una sonrisa y me miró.

— No te creas que no escuche que estaba en tu habitación.— soltó una risa.

Me sonrojé visiblemente y negué con la cabeza.

— Solo vino a despedirse, se fue a Italia de nuevo.

— Si, eso me dijo papá.

— ¿Cuando volverá?.— me mordí mi labio inferior.

— No lo sé, Olivia. Solo te digo que tengas cuidado, es un hombre más mayor y pueden traicionarle su... naturaleza.

— Mamá él no me haría daño.— protesté. Si de algo estaba segura era que Max jamás me trataría mal.

— Solo te pido precaución.

No me toques Donde viven las historias. Descúbrelo ahora