Capítulo 16

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NARRA MAXIMILIANO

Mi mente no podía dejar de sacar conclusiones sobre lo que le sucedió a Olivia. Ella no me quería contar y eso solo significaba que ese algo todavía le dolía.

Olivia había calado en lo más hondo de mi, y yo no era hombre de una sola mujer normalmente, pero ella simplemente... me nublaba otros pensamientos con otras mujeres.

Era hermosa, tan hermosa como temerosa. Y eso me mataba por dentro.

No poder tocarla, no poder tocar sus manos, su piel blanca que lucía tan suave, su cara tan delicada... Era bastante frustrante para mi. Pero lucharé, lucharé para que confíe en mi y conozca cada parte de su ser.

Mi móvil empezó a sonar, no me extrañó ver que era Robert, el padre de Olivia. Esta última descansaba durmiendo a mi lado, se había quedado dormida mientras veíamos una película. Su cabeza descansaba en un lado del sofá y sus ojos permanecían cerrados. Su respiración era lenta, tranquila, pacífica, casi nula para mis oídos.

— Buenas noches, Robert.— hablé flojo al contestar. Me levanté y me dirigí a la cocina para no despertarla.

— Buenas noches. Quería preguntarte si por alguna extraña razón mi hija Olivia se encontraba contigo.

— Está aquí, salió de la inauguración sola andando y un cabrón la atacó, yo fui detrás de ella por miedo a que ocurriera eso, y bueno, está muerto ese hijo de puta, y tu hija a salvo.

— Dios santo.— se les oyó realmente preocupados.— ¿Cómo está Olivia?

— Está durmiendo, por suerte no pasó nada más que un golpe y el miedo, ella está bien.

— Mañana iré a por ell-

— Robert, mañana iremos a Santa Monica.— lo corté.

— ¿Cómo? Maximiliano es mi hija, es una niña, como se te ocurra hacerl-

— Es una mujer Robert, es libre de decidir y hacer lo que quiera, y ella ha aceptado el plan. Quiero conocerla, jamás le tocaría un pelo.

La línea se quedó en silencio durante unos segundos.

— Más te vale, porque me convertiré en el mismísimo Satanás si ella suelta una lágrima.

— Te doy permiso para matarme si eso ocurre.

Robert colgó sin despedirse y negué. Era entendible que se preocupase por su hija, y más cuando estaba en una ubicación desconocida con un puto mafioso.

(.)

— Buenos días.— la voz de Olivia se oyó a mis espaldas. Me giré para verla en la puerta de la cocina. Su rostro lucía adormilado y sus labios visiblemente hinchados.

— Buenos días, Olivia.— dije. Ella me mostró una sonrisa y se sentó en una silla de la isla de la cocina.

— ¿Qué quieres desayunar?.— preguntó.

— Aquí no hay nada, saldremos a desayunar fuera. Tienes un macuto de ropa en la mesa del salón.

Ella frunció el ceño.

— ¿Has ido a mi casa a por ropa?

— No, uno de los guardaespaldas la trajo, la ha hecho Emma.

— ¿Mis padres saben que estoy aquí?

— Si.

Sus ojos se desviaron al suelo y supuse que empezó a dar vueltas en esa cabecita suya. Su cara fruncía el ceño y lo relajaba mientras seguía pensando. De un momento a otro se levantó de la silla y fue a la mesa del salón a coger su macuto de ropa.

Yo me dirigí hacia la habitación, en la cual tenía algo de ropa y me puse algo deportivo.
En este apartamento había algo de ropa y alguna cosa más, pero nada de comida porque no era una vivienda que visitásemos frecuentemente.

Me fui a la sala de estar a esperar a Olivia, y minutos después apareció.

No se como podría luchar contra mis terribles ganas de tocarla.

— Estás preciosa.

Ella se sonrojó visiblemente y no contestó. Su hermana le había mandado ropa para el día de hoy, y no había podido elegir mejor. Olivia vestía con un conjunto deportivo de color azul oscuro, y unas deportivas blancas.

Estaba increíblemente guapa, aunque ella ya lo era.

No me toques Donde viven las historias. Descúbrelo ahora