Capitulo 🎩20

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Una vez en la oscuridad del cuarto de su hijo, se apoyó contra la pared buscando solaz en su fría superficie.
No tendría que haber accedido a lo que mile dijo. Tendría que haberle dicho que estaba equivocado. Luego recordó el ordenador abierto y se puso tenso. Tal vez hubieran acordado un alto el fuego, pero seguía sin confiar en él.
Y no solo no confiaba en Mile. Tampoco confiaba en sí mismo. Cuatro años atrás había permitido que su libido se apoderara no solo de su sentido común, sino de todos los instintos que tenía, y el resultado fue un desastre.

 Cuatro años atrás había permitido que su libido se apoderara no solo de su sentido común, sino de todos los instintos que tenía, y el resultado fue un desastre

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Nada había cambiado excepto que ahora conocía el riesgo. Mile había sido el único hombre que había hecho cantar su cuerpo, pero ahora sabía que si se permitía a sí mismo tener intimidad con él se arriesgaba a resultar
herido. Y había trabajado muy duro para dejar de amarlo. Así que eso solo dejaba lugar a la amistad. No al afecto que surgía fácil ni a la solidaridad que compartía con Elliot, sino a la educada formalidad de antiguos amantes que ahora pasaban de puntillas por la vida del otro y sus
nuevos compañeros.

Le dio un vuelco el corazón al imaginarse a mile con una nueva esposa, o esposo y de pronto sintió ganas de vomitar. Ya había sido bastante duro superarlo la
última vez. Y peor todavía resultaba la perspectiva de verlo compartir la vida con otra persona...

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Era el melocotón más perfecto que Nattawin había visto en su vida. En su punto justo de madurez y dorado por el sol, estaba medio escondido tras un racimo de hojas verde pálido como un bañista tímido que se escondiera detrás
de una toalla en la playa.

Lo había visto la noche anterior, cuando George y el se unieron a Melina, la encargada de la casa, mientras recorría el huerto buscando ingredientes para la cena.
Al final recolectaron unos higos gruesos de piel oscura para servir con el feta salado y la miel de romero que siguieron a un delicioso postre de helado casero de fresa, el favorito de George.

Dejó escapar un suspiro al recordar la reacción de su hijo cuando le contó que mile era su padre. Al ver la cara del niño pasar de la confusión a un tímido entendimiento, Nattawin sintió que le daba un vuelco el corazón, igual que le estaba sucediendo ahora, aunque no lo lamentaba. Y sabía que George tampoco lo lamentaba, porque estaba «ayudando» a Melina a batir huevos para la
strapatsada de desayuno.

Se puso de puntillas y estiró el brazo, los dedos casi rozaban la piel del melocotón. Si al menos fuera un poco más alto...

Aspiró con fuerza el aire cuando una mano pasó por delante de el y tiró suavemente del melocotón para arrancarlo..

-¡Eh! -dijo girándose hacia Mile indignado-. Eso era mío.
Él lo miró directamente a los ojos y no apartó la vista.

-Está claro que no.

Nattawin sintió la tentación de quitárselo, pero la proximidad de mile ya estaba poniéndole los sentidos en estado de alerta y no quería arriesgarse a tocar
la piel equivocada.

Magia ,Deseo Y MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora