Capitulo 🎩30

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Y entonces su boca se cerró alrededor de un pezón, succionándolo con fuerza, moviéndose hacia el otro pecho hasta que lo sintió arquearse contra él. Lo escuchó jadear y luego, alzando la boca, vio cómo se le sonrojaban las mejillas.

-Eres precioso -murmuró-. Quiero verte.

Nattawin se apretó contra él. Podía sentir la imposible dureza de su erección, ver cómo se hacía cada vez más gruesa, y se movió con más rapidez guiando sus movimientos, deseando satisfacer aquel ansia interior.

Mile gimió, --uhh!!!, le soltó los brazos y lo atrajo más hacia sí para penetrarlo con mayor profundidad hasta que el también le arremetió con todo el cuerpo temblando mientras mile se ponía tenso en su interior, apretando los músculos en un último y jadeante estremecimiento.

Después se quedaron abrazados el uno al otro con los cuerpos húmedos y calientes, ajustados con una simetría que parecía tan milagrosa como un truco de magia

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Después se quedaron abrazados el uno al otro con los cuerpos húmedos y calientes, ajustados con una simetría que parecía tan milagrosa como un truco
de magia. La luz de la mañana se iba haciendo más pronunciada y pronto tendrían que levantarse, pero por el momento parecía como si el latido de sus corazones y las suaves sombras del dormitorio estuvieran reteniendo el tiempo.

Nattawin sintió que se le encendía el rostro. A pesar de haber reconocido para sus adentros lo que sentía por mile, había algo que todavía le impedía decirle que le amaba. Había racionalizado su actitud, por supuesto,
diciéndose que su amor no necesitaba ser anunciado públicamente ni ser correspondido. Aunque en ocasiones se preguntaba si no tendría más que ver con el miedo a cómo reaccionaría Mile.

Nattawin suspiró y decidió cambiar de tema mental para que su cabeza descansara.

-No me puedo creer que esta noche volvamos a Nueva York... mile se giró para mirarlo.

-Ni yo. Me gustaría quedarme aquí contigo para siempre -jugueteó con un mechón de su pelo-. Podríamos quedarnos un par de días más aquí... una semana incluso.

Nattawin se lo quedó mirando fijamente. La cabeza le daba vueltas. ¿Se daba cuenta Mile de la magnitud de sus palabras? No solo le estaba ofreciendo quedarse en la isla, sino que estaba dispuesto a dejar a un lado el trabajo para
ello. El corazón le latía con fuerza. Durante los últimos días había sido inmensamente feliz. Apenas se separaban ni un momento, y Mile nunca había sido más atento.
Pero una parte de el no había podido evitar preguntarse
si aquello cambiaría cuando aterrizaran en Nueva York. Si su promesa de cambio se desvanecería con el viento.

-Por supuesto que quiero quedarme...

Nattawin vaciló. Su trabajo había sido siempre un motivo de discusión entre ellos, pero esa vez no podía salir huyendo. Y lo que era más importante: no
quería hacerlo.

-Pero el sábado tengo la noche inaugural del Castine. Tengo que estar allí. Se preguntó cómo respondería él a que antepusiera su trabajo, pero no pudo leer nada en su mirada. Se hizo un breve silencio y luego Mile se inclinó hacia delante y lo besó con dulzura.

Magia ,Deseo Y MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora