Capitulo 🎩17

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–Mamita, ¿vamos a la pischina ahora?

–Sí –nattawin sonrió ante la expresión emocionado de su hijo

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–Sí –nattawin sonrió ante la expresión emocionado de su hijo. No había hablado de otra cosa desde que se levantó–. Pero tengo que encontrar tu sombrero. El sol está muy fuerte y hay que protegerse.

Nattawin cerró el tubo de crema y miró por la ventana.
La isla era preciosa. Solo estaba a una hora en barco de tierra firme, pero parecía un lugar mítico, como de otro mundo.
Tenía playas de arena blanca y calas de agua turquesa en las que se podía ver cada surco del fondo marino. La villa también parecía sacada de una revista de casas lujosas, era de un blanco radiante que brillaba bajo la fuerte luz del sol.

Tenía buenas vistas por todas partes al cielo y al mar, y en ocasiones destellos de la piscina con forma elíptica

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Tenía buenas vistas por todas partes al cielo y al mar, y en ocasiones destellos de la piscina con forma elíptica. Y por si todo aquello fuera poco, había un jardín lleno de árboles frutales.

Pero a pesar de la paz y tranquilidad que la rodeaba, el
se sentía cualquier cosa menos tranquilo.
Nattawin agarró el sombrero de George y no pudo evitar estremecerse al recordar lo cerca que había estado de dejarse llevar por la tentación el día anterior. Era tan vulnerable en lo que a Mile se refería… pero iba mucho
más allá. Su necesidad de no querer ver estaba enraizada en una infancia basada en el deseo de obtener la atención de su padre.

Aquel había sido el patrón de sus primeros años: las
intermitentes ausencias de Wyatt seguidas de su inevitable reaparición. Por muy enfadada y
decepcionada que estuviera, cada vez que regresaba se creía sus promesas, se permitía a sí mismo que le importara. Y cada vez que se marchaba se sentía
un poco menos valioso que la vez anterior. Y aquella era la razón por la que no iba a seguir el mismo patrón con Mile.
Por muy sexy y encantador que fuera, ya era demasiado tarde para ellos. No confiaban el uno en el otro. Hacer el amor con mile otra vez sería sin duda inolvidable, pero sabía por experiencia que la gente que más le importaba
encontraba excepcionalmente fácil olvidarlo.
El episodio del avión le había dado una pista de lo que ocurriría si se dejaba llevar, lo deprisa que todo se desarrollaba…

Dejó escapar lentamente el aire. ¿Estaría exagerando? Después de todo, ¿qué tenía de malo que dos personas que una vez compartieron una química única y poderosa se volvieran a juntar? Mucha gente lo hacía.
Pero en su caso era diferente. Tenían que pensar en George, así que no habría dónde huir.
A Nattawin se le secó la boca de repente y sintió una oleada de pánico. Aquello no era un juego de la botella,
y Mile no era una antigua llama que pudiera revivir sin más. Era un incendio en el bosque.

Solo hacía falta un roce para despertar a su cuerpo de la hibernación. Una caricia más y estaría perdido. Y necesitaba recordar aquello para la próxima vez
que sintiera el deseo de entregarse al calor de su cuerpo y a la fuerza de sus hombros.

Fuera en la terraza, George le soltó de pronto la mano y salió corriendo hacia Mile. El le siguió a regañadientes, consciente de pronto del hecho de que tanto el como Mile estaban semidesnudos, y deseó haber metido un bañador en la maleta además de los bikinis. George estaba mirando a su padre.

–Quiero que me lleves a nadar

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–Quiero que me lleves a nadar.... Mile se rio.

–Vamos a nadar –vaciló un instante–. ¿Te parece bien? –miró a Nattawin con gesto interrogante y el estuvo a punto de echarse a reír por lo mucho que se parecía su expresión a la de su hijo. Nattawin asintió y se giró hacia el niño.

–Sí, pero tienes que hacer lo que Mile, te diga George.

Lo sintió en la piel antes de verlo: cómo levantaba lentamente los labios, cómo le brillaban los ojos con expresión traviesa.

–¿Eso también se aplica a ti? –le preguntó con tono suave.

Nattawin sintió que le daba un vuelco el corazón.
En algún punto más allá de la visión nublada sintió
el débil romper de las olas y durante un hipnotizador
segundo se quedaron mirándose uno al otro y luego Nattawin miró a George fijamente y sonrió.

–Voy a estar leyendo mi libro, cariño. Ahí al lado, ¿vale?

Ignoró el brillo divertido de los ojos de mile y se sentó en una de las tumbonas colocadas alrededor de la piscina.
Se quitó el pareo, estiró las piernas y miró hacia donde estaba sentado Mile. El humor le cambió al instante.
Tenía un mazo enorme de documentos desparramados por la mesa, y a su lado, abierto al sol, estaba el ordenador portátil. ¿De verdad se había llevado trabajo?
Entornó la mirada. Pero ¿cuándo había puesto mile el trabajo en otro sitio que no fuera el primero de la lista?..

Pensó en las largas y vacías noches que pasó
en soledad en su precioso y vacío apartamento con la misma sensación de fracaso y miedo de que no se merecía la atención de nadie. Se le pasó brevemente por la cabeza decir algo, pero era el primer día de sus vacaciones, así que tal vez podría concederle el beneficio de la duda.
Después de todo, se había marchado de la oficina casi sin previo aviso, y eso significaba tomarse el día libre entero.

Captó por el rabillo del ojo un vislumbre de músculos duros y un calor que no tenía nada que ver con el sol mediterráneo le recorrió de pronto la piel.
Agarró el libro, lo abrió al azar molesto por que, a pesar de la obsesión de Mile por el trabajo, su cuerpo continuara decidido de manera irracional a ignorar lo malo en favor de lo bueno.

Se escuchó un chapuzón, y Nattawin dirigió automáticamente la mirada hacia donde tenía lugar
«lo bueno». En la parte de la piscina donde se hacía pie, mileestaba levantando a George del agua con los hombros, con las gotas de agua resbalándole por los músculos de los brazos y el pecho. Bajo la dorada luz del
sol tenía un aspecto asombrosamente bello.

Nattawin apretó los dientes. Con el bañador y dentro del agua le resultaba casi imposible de resistir.
Como si le hubiera leído el pensamiento, Mile escogió aquel momento para mirarlo y el sintió un estremecimiento por la espina dorsal cuando su oscura
mirada le recorrió el rostro, deteniéndose en su boca de un modo que le dejó los pulmones sin aire.
Quería apartar la vista, pero se obligó a sí mismo a mirarle a los ojos…

 Quería apartar la vista, pero se obligó a sí mismo a mirarle a los ojos…

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