Capitulo 🎩24

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Sus dedos eran ligeros pero firmes

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Sus dedos eran ligeros pero firmes. Le desabrochó el pantalón negro corro, dejó que cayera al suelo y aspiró con fuerza el aire. Mirando el calzón color melocotón pálido, y tenía el cuerpo moteado de arena. Mile Se le uedó mirando hipnotizado y luego lo tomó de la mano y lo llevó al baño para meterlo en la ducha.
Cuando extendió las manos por sus costillas, Nattawin cerró los ojos. El agua caliente se le deslizaba por la piel y sentía el vientre tirante y cálido. Le pasó las manos por el pelo mojado para atraer su cuerpo musculoso y duro,
tratando de sacudirse algo de mareo de la cabeza.
Lo deseaba con toda su alma, quería sentirlo dentro de su cuerpo y se arqueó impotente contra él apretándose,
rogándole con los dedos.

Pero cuando mile bajó la boca y le succionó con fuerza los pezones el gimió y se apoyó contra la pared de la ducha.

--Ahh!!!..

Él se quedó quieto, aquel dulce sonido le había devuelto a los sentidos. Alzó la cabeza.

-¿Estás protegido?
Nattawin lo miró confundido y luego sacudió la cabeza. Mile gimió y salió de la ducha. Cuando volvió, el se había quitado los calzones color melocotón y su cuerpo se puso
duro en respuesta instantánea. Apretó los dientes, se colocó el preservativo y volvió a besarlo apasionadamente, saqueándole la boca con la lengua.
Le deslizó las manos por el vientre y entre los muslos, y al sentirlo moverse contra sus dedos sintió de pronto que le faltaba el aire.

Nattawin gimió suavemente. --Uhh!!.. Sentía una tirantez en el cuerpo, y estiró la mano para agarrar su erección. Deslizó los dedos por la rígida longitud y lo acercó
hacia sí abriendo las piernas. Lo escuchó jadear y entonces él lo levantó y se apoyó contra la pared.

Nattawin lo guio centímetro a centímetro con la respiración entrecortada hacia su cuerpo tembloroso, donde una bola de fuego había empezado a implosionar

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Nattawin lo guio centímetro a centímetro con la respiración entrecortada hacia su cuerpo tembloroso, donde una bola de fuego había empezado a implosionar.
Mile se apoyó contra el y empezó a embestirlo, al principio de forma desincronizada y luego al ritmo del latido que sentía en la cabeza. Su boca encontró la suya y sintió cómo Nattawin respondía y lo besaba más profundamente.m

El pulso se le aceleraba y, cerrando los ojos, mile sintió que su cuerpo empezaba a soltar amarras

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El pulso se le aceleraba y, cerrando los ojos, mile sintió que su cuerpo empezaba a soltar amarras. Nattawin se arqueó y se le agarró a los
hombros clavándole las uñas. Sintió que se ponia tenso, lo escuchó gritar, y

luego su Mile se estremeció e hizo erupción dentro de el.

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UNA LUZ color marfil saludó a mile cuando abrió los ojos varias horas más tarde. Durante unos instantes se quedó tumbado en la cama boca arriba mirando cómo la blanca cortina de muselina ondeaba bajo la suave brisa. Estiró
perezosamente los brazos por encima de la cabeza.

Nattawin debía de haberse levantado ya.

Como era de esperar, volvía a desearlo. Desde el momento en que ella dio el primer paso se convirtió en su esclavo. Y no solo por su belleza ni por cómo se fundía su cuerpo con el suyo.
Nattawin se había llevado la pesadez de su
corazón, hacía que la sangre le corriera más ligera por las venas, y nunca había conocido a nadie como el ni antes ni después de que entrara en su vida.

A pesar de la innegable atracción que había entre ellos, Nattawin lo había mantenido a distancia. Hasta la noche anterior, cuando lo llevó al dormitorio y mile se sintió como si hubiera regresado del exilio a la tierra prometida. Y abrazarlo mientras dormía... le había gustado que se apretara contra él, había disfrutado casi a su pesar de la sensación de posesión que había provocado en él.
Le resultaba sobrecogedor la facilidad con la que podía
perderse en Nattawin. Podía sentir cómo las barreras que había colocado alrededor de su corazón empezaban a derretirse como el hielo al sol. Y eso era lo que iba a suceder.

Sí, quería tener a Nattawin en su cama todos los días. Pero ahora que conocíasu infancia sabía que lo que hacía falta para que se quedara: necesitaba estabilidad y certeza, algo fijo, y él estaba en disposición de darles a George y
a el lo que necesitaban. Porque la noche anterior no había sido solo sexo. Apretó con fuerza las mandíbulas. Había sido una cuestión de arranque, y al igual que en los negocios, cuando se agarraba velocidad era el momento de dar el siguiente paso.

En el caso de Nattawin eso significaba convencerlo para que se casara con él. Oyó la voz de George fuera y la respuesta de Nattawin. Se le puso la carne de
gallina al instante y el corazón le latió con fuerza contra las costillas cuando abandonó el dormitorio y bajó las escaleras para salir a la brillante luz del sol.
Nattawin estaba inclinado hacia delante poniendo la mesa, el oscuro cabello se le agitaba libremente sobre los ojos y estaba muy sexy con aquella camisilla negra
Y jean y botas rosas. George se estaba tomando un cuenco de yogur a su lado.

-Papá, papá... vamos a comer... vamos a comer... -George miró su desayuno y frunció el ceño-. ¿Qué vamos a comer, mamá?

Al mirar hacia Mile, Nattawin sintió que el corazón le latía más fuerte. Le había costado mucho despertarse y dejar el amoroso calor del cuerpo de mile. Pero no tuvo elección. Como la mayoría de los niños pequeños, George
se levantaba temprano y no había querido arriesgarse a que descubriera que el no estaba en su cama.

La luz del día no había cambiado lo que sentía por la noche. Y aunque estaba dispuesto, deseosa incluso, a compartir la cama de Mile, no se hacía ilusiones.

El sexo sublime no bastó para salvar su matrimonio cuatro años atrás, y tampoco sería bastante para reconstruir su relación ahora.

Eso no significaba que se arrepintiera de lo que había pasado. Al contrario, sabía que sucedería de nuevo y quería que así fuera porque deseaba a mile, el
único hombre que había sido capaz de hacer cantar su cuerpo. Sobre todo allí, en aquella preciosa isla paradisiaca. Allí estaban lejos de las exigencias de la vida real y resultaba fácil vivir el momento y no pensar más
allá. Y cuando todo terminara, como sin duda sucedería, cuando volvieran a Nueva York, Nattawin seguiría adelante con su vida.

Entonces, ¿por qué exponer a George a aquel cambio repentino en la disposición para dormir? Solo tenía tres años. Además, acababa de descubrir que mile era su padre y aunque se lo había tomado muy bien, no era capaz de entender la compleja dinámica de la relación de sus padres. ¿Cómo iba a explicarle que no se habían querido lo suficiente para hacer que su matrimonio funcionara, pero que la carga sexual entre ellos era tan poderosa que no podían resistirse?..

Nattawin se aclaró la garganta.

-Pites... creo que así ha llamado Melina a los pastelitos -hizo un esfuerzo por mirar a mile.

Él asintió y le revolvió el pelo a su hijo.

-Eran mis favoritos cuando yo tenía tu edad. Son deliciosos. .. George se giró hacia su madre.

-¿Puedo ir a preguntarle a Melina si ya están? ¿Puedo? -preguntó levantándose...

-¿Puedo ir a preguntarle a Melina si ya están? ¿Puedo? -preguntó levantándose

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