Capitulo 🎩32

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-Por supuesto que me importa. Por eso voy a Dubái -sintió que se le ponía rígida la cara por la tensión.
-Mira, no quiero dejarte aquí, pero...

-¡Pues no lo hagas! -los ojos verdes de Nattawin echaban chispas-

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-¡Pues no lo hagas! -los ojos verdes de Nattawin echaban chispas-. Quédate con nosotros... dijiste que eso era lo que querías.

Mile se lo quedó mirando, la conversación lo tenía atrapado como una ola, arrastrándolo y alejándolo al mismo tiempo. No quería dejar a Nattawin, pero tampoco podían quedarse allí para siempre, y lo que estaba ocurriendo en aquel momento era un recordatorio de
lo que estaba en juego en el mundo real... lo que se arriesgaba a perder. Nattawin le había dicho que no le importaban el dinero ni el estatus y le creía, pero ahora que había accedido a casarse con él estaba decidido a que esa vez fuera perfecto. Y si las cosas se le iban de las manos en Dubái eso no sucedería. Lo miró y se dio cuenta de que tenía los ojos demasiado brillantes, pero mile dejó que la rabia bloqueara la tristeza que sentía en la garganta. No había planeado nada de aquello y no le quedaba más opción que arreglarlo en persona.

¿Por qué se lo ponía Natt tan difícil? ¿No podría brindarle solo por una vez su apoyo incondicional?

Le tomó ambas manos y lo atrajo hacia sí.

-Por supuesto que me importa -repitió-. Mira, solo es un espectáculo. Y no Iría a Dubái si hubiera otra opción. Pero no puedo arriesgarme al daño que esto le causaría a mi reputación. Mantener su negocio en alza era su prioridad en su papel como esposo y padre.

Nattawin tragó saliva para pasar el nudo que se le había formado en la garganta. No reconocía al hombre que tenía delante. ¿Era el mismo que se había pasado
horas construyendo un castillo de arena con su hijo? Le miró las manos y sintió que se le encogía el corazón. Podía sentr el pulso latiéndole frenéticamente, y de pronto lo entendió. Eso no se trataba del problema de Dubái ni la reputación de su empresa, aquello tenía que ver con una infancia tratando de ganarse el amor de su madre.
Y ahora estaba intentando hacer lo mismo con ella y con George. Ganarse su amor. Por eso el trabajo le importaba tanto. Pero ¿qué pasaría si supiera que ya
era querido? Incondicionalmente. Ahora y para siempre. Tal vez aquello aquietara la urgencia que había en él.

-No quiero que te vayas -dijo con dulzura mirándolo a los ojos y esbozando una sonrisa temblorosa-. Y no tienes por qué irte. Aunque la empresa se hundiera eso no cambiaría lo que siento por ti, ni lo que siente George.

Se aclaró la garganta.

-Te amo, Mile.

Hubo un silencio.

Los ojos oscuros de Aristo descansaron en su rostro y luego se llevó las manos de Nattawin a los labios y se las besó suavemente.

-No puedo hacer esto ahora.

Su voz sonó cariñosa, calmada, como si tuviera miedo de romper algo

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Su voz sonó cariñosa, calmada, como si tuviera miedo de romper algo.

Nattawin se lo quedó mirando fijamente. Nunca le había dicho a nadie antes que lo amaba... ni siquiera a él. Otras frases de amor tal vez, pero no aquellas tres
palabras en concreto. Y, sin embargo, sabía que la respuesta correcta no era «No puedo hacer esto ahora».

-¿Eso es todo lo que vas a decir? -preguntó temblando-. Acabo de decirte Que te amo...

-No puedo, Natt-... mile le soltó las manos..

Nattawin sentía el pecho tirante y una sensación de profunda tristeza al darse cuenta de que lo que Aristo temía era romperlo a el.
Abrió la boca para hablar, pero no le salió ninguna palabra. Antes pensaba que sabía lo que era tener el corazón roto, pero ahora le daba la sensación de
haber estado equivocado.

-Lo siento -murmuró él con tensión-

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-Lo siento -murmuró él con tensión-. Tengo que ir a cambiarme. Podremos hablar tranquilamente cuando...

Nattawin sentía el cuerpo entumecido y tuvo que hacer un esfuerzo para sacudir la cabeza.

-No hay nada de qué hablar.

¿Qué había que decir? ¿Que se había enamorado estúpidamente de un hombre que veía el matrimonio como un medio para alcanzar un fin? No iba a intentar
negar la química sexual que había entre ellos, pero todo el mundo sabía que la pasión terminaba por consumirse. Y si ella no hubiera sido la madre del heredero del imperio Leonidas, su relación habría terminado sin duda cuando
hubieran satisfecho el ansia que tenían el uno del otro.
Mile frunció el ceño.

-Hablaremos cuando vuelva. Si no quieres quedarte aquí, ve al apartamento. Lo arreglaré todo.

-No hace falta -Teddie estaba intentando mantener la calma. Aquello no iba a convertirse en un intercambio de insultos. Al menos aquel viaje sería un recuerdo feliz para George-. No vamos a mudarnos al apartamento. No voy a casarme contigo, Mile.

Él entornó la mirada. Nattawin podía sentir su frustración.

-¿Porque me voy a Dubái? ¿No crees que estás exagerando un poco?.

Fue como si el tiempo volviera cuatro años atrás, y de pronto se vio de nuevo en el dormitorio del apartamento de Nueva York, cuando mile le dijo que se
iba a otro viaje de negocios. Sacudió la cabeza.

-No. Esto no es porque te vayas a Dubái, se trata de ser sinceros. ¿O eso también lo has olvidado?

Mile no respondió, pero apretó las mandíbulas con fuerza.

-He sido sincero. Yo no planeé este lío y no puedo delegarlo en otra persona.

Estaba muy serio y muy guapo, y Nattawin lo amaba muchísimo, pero no era suficiente para que mirara para otro lado como había hecho su madre. Sabía
que Mile estaba diciendo la verdad, pero se trataba de verdades pequeñas e insustanciales. Necesitaba seguridad en su vida y en la de George, del tipo emocional, no económico, y no iban a obtener nada evitando las verdades desagradables..... Aspiró con fuerza el aire.

-Dime la verdad. ¿Me habrías pedido que me casara contigo si no tuviéramos a George?

Mile apartó la mirada y aquel gesto le hizo saber a Teddie que todo había Terminado. Su expresión no cambió.

-Deberías ir a cambiarte, y luego tenemos que decirle a George que te vas..

Nattawin intentó que lo mirara sin decirle nada, pero, tras un instante, Mile se dio la vuelta y empezó a subir las escaleras...

Nattawin intentó que lo mirara sin decirle nada, pero, tras un instante, Mile se dio la vuelta y empezó a subir las escaleras

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