Termino de vestirme y peinar mi cabello y Salgo con Mangel de la habitación.
El tarareaba una canción y reconocí que se trataba de Single Ladies, y trataba de cantarla, pero no tengo el talento necesario para ello.—Astrid. Enserio. No cantas bien— Mangel se reía de mi torpeza, y lo golpee en el hombro con fuerza. Si bien no soy muy alta ni fuerte, tampoco soy una enana y si me lo propongo, puedo pegar fuerte. Mi estatura es casi la misma que Mangel, así que no me costo nada pegarle.
Al salir al comedor, nuestros padres desayunaban juntos charlando seguramente sobre el café y Ruben leía el Periódico sentado en el sillón, con el seño fruncido y muy concentrado en lo que leía, debido a que no se percato de nuestra integración a la escena.
—Viejo. ¿Ya desayunaste?— Miguel llamo la atención de Ruben, quien se distrajo de lo que hacia.
Su mirada y la mía se encontraron por una fracción de segundo, pude leer en ese corto periodo de tiempo que no se encontraba bien. Algo lo preocupaba o lo molestaba, pues ello era lo que expresaba.
—Es el Piso— Admitió Ruben y Miguel Torció la boca, y luego brotó un ligero suspiro— No creo encontrar lo que busco.
—Pues...— Mangel no sabia exactamente que contestar. Yo estaba ahí, in integra a la conversación, al igual que mis Padres. Hasta que mi madre habló.
—Cielo, Te puedes quedar con nosotros el tiempo que tu necesites quedarte— Admitió mi madre y mi padre le tomo de la mano.
Ruben volteo a verlos y luego miro ligeramente hacia abajo, Como si le diera vergüenza que le estuvieran invitando a hospedarse...
—Oh, es que no es eso— Suspiró— Esta no es mi casa. Y no estoy trabajando. No se preocupen, no me gusta el mote de "mantenido" Sobre mis hombros.
—Ruben— Hablé— Te puedes quedar cuanto tu quieras— Me miro a los ojos, y trague saliva, porque, por alguna razón inexplicable, su mirada sobre la mía me ponía Nerviosa— Ya sabes.
No contestó. Continuó mirando su periódico, buscando tal vez un empleo o un piso que rentar. Algo me ponía histérica, pero no podía identificar qué. Opte por sentarme a la mesa y disfrutar del te blanco y las galletitas.
Dadas las nueve menos tantas, Bajamos al Restaurante y preparamos todo: Alistamos las mesas, nos colocamos los delantales y preparamos la cocina. Ruben no ayudo, ya que no era su deber ni obligación. Mi padre prefirió que se quedara buscando un empleo.
Aterrizamos los cuatro Rogel en la puerta del restaurante con las sonrisas preparadas y el alma empuñada para lo que nos afrontábamos segundos entonces.
Mi padre tomo una inalacion profunda y abrió las puertas del Café. La gente se adentro al lugar y se ubico en las mesas, y Mangel y yo comenzamos a correr de aquí para allá. Como todos los días.
— ¿Dulzura, Podrías tomarme el pedido?— Alzo la voz una Mujer sola al otro lado de la cafetería, corrí con el pedido de la mesa nueve y lo deje ahí, luego recogí la cuenta de la Mesa doce y finalmente llegue hasta la mesa cuatro donde la mujer leía el menú.
— Mande usted— Sentencie, libreta en mano. La mujer me sonreía, pero no era exactamente una Sonrisa amable. Era una sonrisa esquizofrenica, una que no insinuaba nada en lo que a bondad se refiere.
—En realidad, me gustaría hablar con el dueño de este lugar— Demando la mujer y ensanchó un poco mas su dentada sonrisa.
Primero mis manos, luego mis parpados y luego todo mi cuerpo comenzaron a tiritar ante la caída en cuenta: Esa mujer no era un cliente. Era un comensal, alguna critica , o una inspectora del Ministerio de Nutrición.
— Es decir, quiero una entrevista con el Famoso "Señor Rogel"— Aclaró y miro hacia la ventana. Del lado del asfalto de la calle, un vehículo de costo inimaginable permanecía. Y seguro que era suyo.
—Por...— Titubee y la mujer volvió su atención hacia mi— Por supuesto.
Y me encamine a la mesilla donde dejaba las notas de pedido. Las manos me temblaban ante la idea de la clausura del café y la obligación de volver a buscar trabajo. Nunca había buscado trabajo antes, debido a que cuando Los padres de Mangel y mis actuales tales me tomaron en adopción, me brindaron lo justo y necesario para que me desenvolviera en el mundo. Ni mas ni menos de lo necesario, y nunca supe lo que es tener ahorros desde entonces.
No quería seguir viviendo en el recuerdo, en el dolor. Menos en el trabajo, así que deje el tema de lado
—¡Papá!— Exclame intentando concentrar su atención en mi. Rodajaba unos croissants para rellenarlos con chocolate. Camino hasta la mesilla y se apoyo sobre sus codos. Lucia preocupado porque yo no traía ninguna notita entre mis manos. Darwin Rogel era un hombre muy inteligente, y sabia reparar en la situación o notar si algo no andaba del todo bien.
—¿Que sucede, Dulcecito?— Se dirigió hacia mi. Mis dedos se enredaban entre si, y mis ojos corrían hacia la mesa donde yo había hablado con esa mujer.
—Esto...— Me veía mas nerviosa de lo que quería- Esa mujer de allá quiere hablar contigo.
Señale con un dedo hacia la mesa, y mi padre miro atento. Con detenimiento, su facción se transformo en tortura. Se quito el pequeñísimo delantal y el gorro pequeño y se sacudió la pelusa de cabello.
— Necesito que le pidas ayuda al amigo de Mangel con el café— Explico — Dile que por favor te suplante en meseria.
— Papá... ¿Porque no te reemplaza a ti en la cocina? — Le sonreí con lo mejor de mi, indispuesta a darle mi lugar a alguien así como si tal cosa.
—No le confiare la calidad de mi comida a alguien a quien apenas conozco— Justifico, y me quede sin excusa. Tendría que ir a buscarlo arriba.
Atravesé la cocina y llegue hasta el lavabo, y luego de explicarle sin detalle a mi mama lo que había pasado corrí escaleras arriba.
Abrí la puerta del piso, y no vi a nadie en el living comedor, por lo que di una mirada mas meticulosa.
Nadie.
Camine hasta el pasillo que comprende las puertas de las habitaciones y el baño, y escuche el impertinente ruido de la ducha. De inmediato dos tornasoles reemplazaron mis mejillas, y me puse roja de la vergüenza. Se estaba bañando. De nuevo comencé a temblar, porque me sentía incapaz de estropearle la ducha, que a todo el mundo le gusta.
Pero, necesitaba ayuda.
Me acerque a la puerta del baño, respire con profundidad varias veces y, con nudillo tembloroso, golpee con suavidad la madera, tres veces.
El ruido de la ducha cesó y eso solo me puso mas nerviosa aun.
—¿Si? ¿Quien?— Escuche su voz al otro lado de la puerta, ronca y apagada.
— Lo siento... Yo...— Estaba tan nerviosa que ni con un diccionario en la mano diría las palabras menos vergonzosas- Discúlpame. Enserio.
— ¿Qué?— Escuche su voz algo mas aguda— ¿Astrid? ¿Que ha sucedido?
Trague saliva hondo, muy hondo. Completamente Ridícula.
— Hay un problema en el restaurante y...— No lo necesito yo, claro que no, Lo necesitamos todos...— Te necesito.
Un silencio se pronuncio como si fuera la puerta entre él y yo.
— Lo siento— Suspiró— Ya salgo a ayudarte. ¿Me darías un momento?.
Suspire entonces yo, aliviada como si me sacaran un cadáver de encima.
—No hay problema.
Entonces me deje caer sobre el sofá de la sala, y espere a que Ruben saliera del cuarto de baño. De paso iría yo.
Al salir del cuarto de baño el, entro en la habitación de Mangel y mía, y yo aproveche la oportunidad y me escabullí en el baño, a ... bueno.
Entonces, sali del cuarto de baño y Ruben ya estaba listo en el sofa, y hasta tenia puesto el delantal.
ESTÁS LEYENDO
Al Final te Enamorare | Ruben Doblas
FanfictionLo conocí hace once años, en un campamento de boy scouts. Lo quise, pero se acabo hace mucho tiempo. Ahora, el ha vuelto para recordarme todo el dolor que sucumbio mi vida hace años, y para decirme - a la vez- que me ama y que no soportaria vivir s...