°•༢ 06

106 15 1
                                    

—¡Llevemos helado de menta!

Jeongin estaba corriendo por los pasillos del supermercado como un niño pequeño mientras la adorable Sunny empujaba el carrito de compras y metía en los diversos productos para la casa.

—Trae un pote de helado, Jeongin —el castaño caminó alegre hacia la refrigeradora del lugar, ya habían pasado dos días en los que Sunny había obtenido un descanso para pasar más tiempo con su hijo, pero por primera vez Jeongin quiso que los días pasaran de forma rápida para volver a casa de los Bang, no había visto a Christopher ni a Félix quien últimamente estaba faltando a clases.

Jeongin se detuvo frente al aparato frígido y clavó la mirada en el padre de su amigo. Éste llevaba ropa casual, una playera negra y un pantalón vaquero blanco. Los ojos intensamente cafés contrastaban con su piel lampiña. Dejando de lado su innata sumisión por fin Jeongin decidió hablar primero.

—¡Señor Bang!

—Jeongin.

Ambos se quedaron allí por un momento, las miradas se cruzaron como ráfagas de fuego al aire, y Jeongin sintió la necesidad urgida de tocarlo o lanzarse a besarlo, pero detuvo todo movimiento al escuchar los pasos en tacón de su madre.

—¿Compra helado? —los ojos claros de Jeongin inspeccionaron el carrito de Christopher con curiosidad.

—Sí —el rubio se aclaró la garganta antes de tirar de su carrito de supermercado para que Jeongin evitase ver más de lo debido—. A Félix le gusta el helado, ya sabes...

—¿También llevas vino? —el pequeño castaño no dudo ni un segundo en continuar escudriñando entre las cosas del Señor Bang, nadie podía impedírselo—. Camarones... Fresas.

—Sí, intento hacer una cena para Choa.

—¡Jeongin por Dios niño, no corras tan rápido! —fue la voz de Sunny que llamó la atención de los dos—. Christopher, no te había reconocido.

—Sunny, ha pasado un tiempo —rápidamente la voz del rubio se pigmentó con aquel tono falso que todos los adultos usaban para hablar entre ellos.

—Es cierto. ¿Puedes imaginarte que nuestros niños ya estén en su último año? —dijo la pelinegra con la diversión atiborrada en el rostro—. Definitivamente mi Jeongin creció demasiado rápido.

—Jeongin ha crecido mucho —murmuró Christopher con la mirada fija en el castaño—. Ya debo irme.

—¡Señor Bang!

Dos pares de ojos se posaron en la pequeña figura de Jeongin, y él se sintió más pequeño de lo normal, pero no se detuvo.

—Es que...tenemos un trabajo con Félix para entregar en tres días y, supuse que sería una buena idea ir a su casa para hacerlo... —se relamió los labios con la última palabra.

Christopher en cambio pasó de ser una persona sonriente a ser una persona molesta con el mundo, pronto su ceño frígido se frunció y sus labios apenas se convirtieron en una línea delgada, él sabía que Jeongin estaba jugando con su mente como muchas otras veces, incluso tuvo miedo de que Sunny pudiese darse cuenta de la situación.

—¿Por qué no lo dijiste? —intercedió la señora Yang—. Félix puede venir a casa, hace tiempo que no lo veo, ¿No lo crees Christopher? Ellos podrían hacer las tareas en mi casa.

—No, mamá.

—Claro pero que grandiosa idea, Sunny. No se preocupen Félix estará allí hoy por la noche—. El Señor Bang alzó las cejas con aceptación.

—Pero...

—¡Oh no! —Sunny respiró frustrada y levantó su vista hasta Jeongin quien permanecía con una expresión vacía—. Olvidé que tengo que ir a visitar a la abuela. Casi nunca la vemos. Lo siento Christopher, quizá lo mejor sea mandarte a mi bebé

¿Qué esconde el señor Bang? ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora