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—¿Querido, vas a casa de Félix hoy? —preguntó Sunny mientras detenía el coche alquilado en la entrada de la escuela.

—No.

—¿Pelearon? —preguntó ella—. No has querido hablar de Félix durante toda la semana. ¿Por qué?

—Primero estoy en casa de los Bang por mucho tiempo y ahora no lo suficiente, ¿algún día vas a estar contenta? —Jeongin sintió que había cometido un error al ver el rostro herido de su madre—. Lo siento, ¿de acuerdo?

En el exterior del auto de su madre, rugía la tormenta, con la misma furia e intensidad que había en su alma. Dio dos pasos y abrió el paraguas que llevaba, sacudió el brazo y Sunny arrancó el automóvil, cuando dio unos pasos adentro de la escuela se topó con la mirada fría de Félix quién últimamente se había tomado la molestia de esperarlo todas las mañanas para atosigarlo en silencio.

Jeongin no había intentado hablar con el peli-rosa por miedo y vergüenza, por eso se pasó la mañana entera evitándolo, hasta que el profesor Heechul los mandó otra vez al confesionario. Esta vez, Jeongin ya estaba preparado para mentir y no decir nada, por eso cuando entró al pequeño y sofocante lugar oscuro se aclaró la garganta más de cinco veces.

—Ave María purísima —dijo el cura con un suspiro pesado.

—Sin pecado concebida —murmuró Jeongin, azorado—. Padre, perdóname que he pecado.

—Cuéntame, hijo.

Jeongin se acercó a los pequeños agujeritos y casi apegó su boca a ellos para que nadie pudiese escucharlo.

—Yo he mantenido relaciones sexuales con un hombre —replicó Jeongin en voz baja.

—Continua.

—Es el padre de mi amigo —el hombre de la sotana asintió—. Lix... es decir mi amigo nos ha descubierto y ahora me odia.

—¿Y no te has preguntado la razón? Has deshonrado a nuestro Dios y a tu familia —el cura elevó la voz un poco—. ¿Estás arrepentido?

—No, jamás me arrepentiría de Chri... yo lo quiero.

—La relación entre dos hombres es una abominación —las fuerzas emocionales de Jeongin estaban cayendo al cero por ciento—. Pero... ¿Sabes qué? —hubo un silencio—. Haz lo que quieras, de todas formas, te irás al infierno por una u otra razón, además, Dios dice amaos los unos a los otros... pero no específica el sexo.

Jeongin torció el gesto.

—Me cansé de escuchar lo que la gente hace, porque no importa lo que les diga, aun así, lo harán. Ahora vete, muchacho —la sangre se le heló—. Intenta hablar con tu amigo y explícale —el castaño frunció el ceño—. Así es, yo los conozco a todos.

El castaño salió apresuradamente del lugar, con la cabeza hecha un lio y muchas ganas de gritar. Indeciso comenzó a caminar a trompetones, observó a Félix junto al chico nuevo ese que llamaban Matthew pero no se acercó a ellos, aún no estaba listo.

Y en cuanto puso un pie fuera la su escuela le invadieron los sentimientos como la culpa, la rabia y la soledad, porque Christopher le había dicho que lo mejor era guardar distancia por un par de días hasta que él lograse hablar con su hijo.

Continuó caminando sin perder tiempo, su percepción sensorial era asombrosa para recordar a perfección donde trabajaba el rubio.

A las 12:17 pm. Echó la cabeza hacia atrás y recorrió con la mirada la altura del edificio que llegaba hasta el cielo. SM, una elegante y reluciente torre azul zafiro que atravesaba la imaginación, Jeongin sacó fuerzas como muchas otras veces y comenzó a subir las gradas, las puertas giratorias cedieron a sus empujes y pronto tuvo una mujer alta custodiándolo.

¿Qué esconde el señor Bang? ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora