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Sunny, no tenía ni un pelo de tonta. Tampoco era inocente, pero la gente a menudo pensaba que ella era la tierna, débil y devota madre soltera que asistía a misa todos los domingos, era divertido ver cómo la gente se tragaba todas esas chorradas, en realidad ella era una persona intimidadora y fuerte, más aún cuando se trataba de su hijo y de su seguridad.

Ya había caído una vez con el padre de Jeongin, pero se juró a si misma que aquello nunca más iba a pasar. Y pudo hacerlo hasta que el pequeño Innie había conocido a un nuevo niño en el barrio, decidió que quizá aquello era bueno para él, por eso extendió sus lazos amistosos con la familia Bang, no podría ser tan malo.

Pero pronto se vio envuelta en los encantos de Bang Christopher, el hombre en cuestión era como un imán para las mujeres y ella no era la excepción, a ella le gustaba cocinar y hacer galletas para el rubio, ella no tenía ningún problema en quedarse a hablar con él hasta altas horas de la noche y, no fue hasta navidad que se declaró enamorada de él.

Aquella noche en la que ambos habían bebido de más pasó lo inesperado, Sunny se lanzó a besarlo y Christopher no la esquivó, desde entonces la pequeña mujer tenía una fijación con la boca del rubio... hasta esa noche.

En que su corazón se había hecho pedazos y un nudo se le había formado en la garganta, se sentía herida y traicionada como nunca antes, su pequeño corazón se disparó a cero al ver a su hijo pequeño besar al hombre que ella había amado en secreto durante bastantes años.

No, aquello no estaba bien, la hacía quedar como estúpida. Se sentía apaleada y humillada porque Christopher la había rechazado por su hijo, ¡Su hijo!, era algo que había salido de sus peores pesadillas y a pesar de su estado de embriaguez lo había escuchado todo, desde los besos hasta los susurros.

Para empeorar la situación había visto las manos de su pequeño e inocente ciervito en el cuerpo de Christopher, tocándolo como si fuese de su propiedad, como si él le perteneciera.

Ella se obligó a quedarse parada allí, a lado de la barandilla del segundo piso para respirar profundamente. Estaba conmocionada, tanto que el alcohol en su sangre pareció drenar con tal rapidez que se puso sobria o al menos lo intentó.

Las lágrimas se le acumularon en los ojos, pero las contuvo. Estaba decidida a mantenerse calmada, era lo mejor.

Al menos hasta que amaneciera y ellos dejaran de besarse como una pareja real.

(...)

Tan pronto como los pequeños rayos del amanecer tocaron la casa Bang, ella se levantó, fingió estar agradecida y cogió la mano de Jeongin quien hasta ese momento había estado preparando el platillo de cereales para Félix en la cocina, los vio secretamente y observó a Christopher sonreír y aplastar sus labios contra los de su hijo, apretó los puños y esperó a que ellos mantuvieran sus posiciones descaradas nuevamente.

—Nos vamos, Jeongin —dijo con sequedad, hizo una venia y sonrió con frialdad hacía Christopher para después arrastrar a su hijo hasta su hogar y el castaño no tuvo más opción que seguirla en silencio.

—Hasta luego, señor Bang.

Jeongin se apresuró a sacudir las manos como un niño pequeño y enviarle un beso coqueto como de costumbre, luego la puerta se cerró y Sunny se llevó a su hijo.

(...)

Sunny ya lo tenía todo cronometrado para cuando Jeongin salió con dirección a su escuela, su niño se veía feliz, eso sólo empeoraba las cosas porque todo era culpa de Christopher, él le había mostrado un camino que no era bueno, lo había pervertido en muchas formas y eso la enfureció.

¿Qué esconde el señor Bang? ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora