°•༢ 09

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Un enorme rayo de luz eléctrica atravesó el cielo azul, partiendo el mundo en dos.

Bang Christopher se encontraba escondido de pie en la penumbra de la puerta. Llevaba las manos ocultas en los pantalones y un hombro apoyado contra el marco del ventanal que miraba a la entrada. Su cuerpo y mente estaban en tensión mientras observaba al castaño con una intensidad y una concentración obsesiva.

El rubio respiró hondo y exhaló el aire despacio, intentando liberar la tensión que se había acumulado en su cuerpo durante las últimas 24 horas. Se decía a si mismo que debía dejar de mirar a Jeongin de esa forma. Pero ahí estaba... otra vez.

"Es mío".

Christopher negó con la cabeza, atónito ante sus propios pensamientos.

Sí, le gustaba tener el control, de hecho, lo necesitaba, pero hasta ahora jamás nadie había logrado sacarle del raciocinio, hasta que Jeongin le sonrió de esa forma.

"Le tienes miedo".

Le susurró su subconsciente y, la idea le hizo fruncir el ceño. ¡Y una mierda! A él no le daba miedo Jeongin, sólo temía perder de vista al castaño. Sin despegar su mirada del chino que se movía bajo la lluvia junto a su hijo, estiró el brazo y apretó los dientes mientras se hacía a la idea de pensar en que pronto Jeongin debía encontrar pareja, eso hacían los adolescentes comúnmente.

Estaba demasiado cansado para discutir con sus pensamientos, así que sin más giró sobre sus talones y despabiló hasta su habitación.

Ojeó al novio de su hijo con recelo y notó como el gigante acariciaba las piernas mojadas de Félix, gruñó en respuesta, pero no hizo nada para impedirlo.

Suspiró y apoyó la cabeza en la almohada, se acurrucó entre las sábanas. Hacía tiempo que no se sentía tan confundido con respecto a algo tan pequeño, aún no tenía sueño, pero cerró los ojos inútilmente.

Minutos después de cerrar los ojos estúpidamente y no lograr dormir, tomó un libro viejo que había llevado para matar el tiempo como un adulto "responsable" y se dedicó a leerlo apenas.

Hasta que escuchó pasos goteantes acercarse a su puerta, mantuvo la luz tenue de la lámpara y decidió no advertir nada.

Cuando levantó la mirada un par de ojos brillantes estaban observándole con atención, "Clin, clin, clin" resonó en su mente.

Sabía que era el sonido de un premio gordo, como cuando los concursantes de algún tipo de evento benéfico ganaban dinero o coches.

Un destello de sorpresa pareció ensanchar los ojos de Christopher, pero pronto sustituyó aquello con una mirada frígida y serena.

—¿Qué haces aquí? Ya deberías estar durmiendo.

Jeongin se le acercó un poco más mientras la conciencia se intensificaba con cada paso que daba, el chino le miró fijamente e intentó sonreírle tierno, cual niño de primaria que obtiene una A, desfiló sin miedo hacia la cama del Señor Bang, sintió un frio soplido en sus muslos desnudos, pero no dudó en continuar atacando de frente.

—Tengo miedo, Christopher. ¿Puedo dormir contigo? Mamá dijo que debías revisar bajo de mi cama por si había algún animal salvaje en ella y como no viniste, entonces decidí dormir aquí.

¿Qué está haciendo? A Christopher se le aceleró el corazón y se le puso un nudo en la garganta mientras lo observaba apenas con una camiseta que le llegaba hasta los muslos, lo que le hizo suponer que el chino solo llevaba un bóxer diminuto.

Jeongin le miró inocentemente por debajo de las pestañas y se llevó un dedo a la boca, pronto la humedad de sus labios empapó ese susodicho lugar. Muy despacio introdujo la punta redonda en su boca, la sacó una vez para pasar la lengua alrededor de los bordes y luego se lo metió por completo otra vez.

¿Qué esconde el señor Bang? ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora