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Ya habían pasado seis días, en los que Sunny había pedido otro lapso de vacaciones en su empleo, por ello Jeongin regresaba a su casa cada noche y cada tarde salía con Félix, todos habían regresado a sus roles de siempre, y Christopher, Christopher nunca lo había llamado.

Ahora se devaneaba los sesos por saber cómo estaba, esa había sido la única razón más primordial por la que se había reunido de emergencia en el centro comercial con el peli-rosa que parecía más feliz que antes.

—Matthew me llevó al parque de diversiones y cuando comencé a gritar él se rio —comentó Félix muy serio, sin quitar la vista de encima de Jeongin—. Verás... —Jeongin frunció el ceño mientras se perdía en el movimiento labial de su mejor amigo—. ¿Seguro que estás bien? Estás un poco pálido.

Jeongin se encogió de hombros fingiendo que la situación no le afectaba.

—Es que Sunny aún no me deja salir de noche. Eso es todo. Estoy bien...

"Muerto de miedo. Enojado con tu padre. Pero, por lo demás estoy jodidamente bien". Lo último que quería era alarmar o hablar con Félix sobre la relación que mantenía con su padre.

Félix estiró el brazo, le cogió la mano y se la apretó tan fuerte que le dejó sin circulación por unos segundos.

—¿Puedo hacer algo por ti, Jeongin?

—Llévame a tu casa.

—¿A mi casa? —el peli-rosa enarcó una de sus cejas—. ¿Para qué quieres ir a mi casa?

—Es que creo que si adelantamos el proyecto de ciencias nos irá bien. ¿No crees? —Félix le frunció el ceño—. Félix, ¿cómo está Christopher?

—¿Christopher? —el peli-rosa lo miró sorprendido mientras cerraba sus cuadernos. Obviamente ya había decidido irse a su casa, sin Jeongin, claro—. Mi padre está bien, pero... ¿Por qué lo preguntas? ¿Pasó algo?

—Curiosidad.

Félix se quitó el fleco de los ojos, luego levantó la mirada sospechosa y frunció irremediablemente el ceño.

—No te creo, dime que es lo que pasa entre mi padre y tú —la sangre de Jeongin se detuvo de repente, al igual que su respiración—. ¿Te preguntó sobre mí? A veces desearía que se consiguiera una esposa para que me deje en paz.

—¿Una esposa? —una risotada histérica nació de Jeongin—. No creo que necesite una esposa.

—¡Claro que la necesita! —Félix exhaló un largo suspiro—. Creo que tiene un amorío con Choa, ella y él se fueron de viaje a Japón para atender un caso —entonces bajó la voz—. Yo creo que ellos dos follan.

El corazón le dio un vuelco, era una simple frase dicha con tanta ingenuidad que produjo un efecto devastador en Jeongin. Por unos segundos tuvo la clara percepción de que estaba a punto de hacer algo terrible como el ponerse a llorar frente al peli-rosa, por ejemplo.

Levantó su mirada triste y se dedicó a observar como el viento elevaba una bolsa de plástico por los aires para evitar la mirada preocupada de su amigo.

—¿Follar? —dijo, con la desgarradora certeza de haberlo perdido todo ya—. ¿Estás seguro?

—Técnicamente, primero ella viene a mi casa en la mañana y luego se van de viaje. ¿No se te hace sospechoso?

¿Resultaría oportuno contárselo a su mejor amigo?

—Félix, es que yo... no me siento bien. ¿Nos vemos mañana?

—Eh... —susurró—. Sabes que siempre estaré a tu lado. Matthew quiere invitarnos a jugar Paint ball. ¿Qué dices? Se lo diré a Minho y a Jisung, así pasamos más tiempo como antes —el peli-rosa cabeceó un poco—. Bueno, ya me voy... saludaré a Christopher por ti. ¿Está bien?

¿Qué esconde el señor Bang? ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora