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Esa misma tarde al regresar a su casa cuando tomó la manija de la puerta principal entre sus dedos su corazón comenzó a latir desesperado, pero Jeongin intentó ignorarlo, se frotó las manos sudorosas en los pantalones de su escuela y frunció el ceño.

Había sentido antes esa sensación de ser observado, pero ahora sentía más una sensación de peligro que de acecho. Se apretó las manos contra el abdomen y entró a su propio hogar.

—Querido —su madre le sonrió desde la cocina y sacudió entre sus dedos una cuchara embarrada por alguna sustancia pegajosa—. Estaba preocupada por ti, adivina quién vino a visitarte...

El castaño levantó la cabeza para ver a su visita, pero al encontrarse con una cabellera rosa sus ánimos cayeron nuevamente, estaba muy jodido.

—Jeongin —dijo él, acercándose sólo un poco—, vine a visitar a tía Sunny... espero no te moleste.

El nombrado se detuvo en seco justo en medio del salón de visitas y miró a su madre mientras removía algo en la cocina. Una pequeña brizna de viento le acarició las mejillas y supo que tenía que hablar con Félix, pedirle por favor que aún no le dijera nada a su madre, porque eso iba a empeorar la situación que tanto le había costado ordenar.

—Félix eres como mi hijo pequeño, claro que a Jeongin jamás le molestaría compartir a su madre contigo, así como a ti no te molestó que tu padre mirara como hijo a mi Jeongin, ¿verdad?

Sonrieron un poco mientras Sunny giraba sobre sus talones para observarlos a ambos ¿Podría ser la situación peor?

—Claro tía, Sunny.

Jeongin soltó una maldición entre dientes.

—Oh, tía Sunny... ¿Podrías hacerme el pastel de dulce que tanto me gusta? —él hizo una pausa—. Es que extraño comerlo.

Sunny giró sobre los talones otra vez y comenzó a rebuscar entre los cajones de su cocina, más, al obtener negativas miró con preocupación a Félix, se atusó el peinado con la yema de sus dedos, se quitó el delantal y cogió su cartera pequeña antes de apagar la estufa.

—Compraré fresas y regreso de inmediato, querido.

La mujer extendió generosamente su brazo para acariciar la suave cabellera rosa de Félix y con un sonido seco comenzó a caminar hacia la entrada principal, les dedicó a ambos una sonrisa inmensa antes de salir por completo de su casa.

—¿Aún no le has dicho a Sunny que te estás dejando tirar por mi padre?

La sangre abandonó la cabeza de Jeongin, haciendo que se marease.

Esto no podía estar pasando, no ahora.

—¿Por qué lo hiciste, Jeongin? —la mirada furiosa y enferma en sus ojos hicieron que el castaño retrocediera hacía atrás como si buscara un pequeño agujero para esconderse—. Se supone que éramos amigos —el peli-rosa dio un paso amenazador—. ¡Se supone que eras mi mejor amigo!

¿Ahora venían los insultos?

Inhalaciones sorprendidas llenaron la sala, cada respiración y paso que el pequeño peli-rosa daba era una daga punzante en su pequeño corazón, entonces entendió el daño que le había hecho a su mejor amigo, lo vio de pie allí parado frente a él con los ojos llorosos y las manos en puños, sintió que un pequeño retazo de su corazón se estrujo, en otro tiempo Jeongin hubiese corrido a abrazarlo como cuando eran niños, le besaría la cabeza y le acariciaría las mejillas para calmarlo... pero ahora las cosas habían dado un giro tan dramático que ni siquiera su consciencia le permitía acercarse a su mejor amigo.

—Te odio —alzó la voz y se acercó más al castaño, logrando intimidarlo de varias formas, tanto que incluso pudo empujarle el pecho con todas sus fuerzas, Félix nunca había sentido tantas ganas de golpear a alguien como ahora, apretó sus puños y comenzó a golpear, de alguna forma estaba dejando que el odio que sentía fluyera por su cuerpo—. ¡Te odio! —el peli-rosa tenía la mandíbula apretada, lo empujó contra la pared fría y lo golpeó con movimientos implacables—. ¡TE ODIO!

¿Qué esconde el señor Bang? ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora