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Era una buena tarde de domingo.

La brisa era ligera, pero ocasionalmente su soplar agitaba las ramas del árbol viejo que adornaba el patio de la casa de Sunny. En el oriente, empezaban a formarse pequeñas nubes y el lugar estaba quieto, ella se arregló el cabello en un pequeño moño y entró a su cocina, tenía el fin de semana libre y quería aprovechar que su pequeño hijo aún estaba en casa, notó cosas muy extrañas con respecto a él, pero prefirió esperar a que él mismo se las contara.

Cuando llegó hasta la cocina vio a Jeongin sentado en la mesa pequeña que estaba en el lugar, él parecía un poco perturbado y Sunny se le acercó para brindarle cariño, le acarició la cabeza con sus finos dedos y luego le sonrió.

Jeongin le había dicho horas antes que tenía que hablar con ella de algo muy urgente y ya era el momento, Sunny lo entendió por la mirada triste de su hijo, lo primero que se pasó por la cabeza fueron los posibles problemas en la escuela o la amistad rota de Félix, pero en cuanto se acomodó a lado de su hijo lo notó más tenso que de costumbre.

—¿Pasa algo, cariño? —preguntó Sunny mientras soltaba un pequeño suspiro—. ¿Félix? ¿La escuela?

Jeongin miró a otro lado.

—Ciervito, sabes que no hay nada que puedas decir que me haga dejar de quererte—Ella sonrió y Jeongin tragó más grueso que de costumbre—Lo sabes.

—Es que... —El castaño miró a su madre por un momento, pero no pudo evitar sentirse culpable, entonces sus ojos comenzaron a aguarse como si una pequeña tormenta hiciese acto de presencia en su pequeño cuerpo—Yo.

— ¿Félix aún no se disculpa contigo?

—No, no es eso —Jeongin se arregló el flequillo con sus dedos, como si quisiera evitar cualquier contacto visual con su madre—. Adivina.

—No, dímelo tú... —silencio—. ¿Te gusta alguien de tu escuela? —Sunny sonrió un poco, pero no escuchó nada de Jeongin—. ¿Qué es? —ella comenzó a preocuparse—. ¿Es sobre chicos y chicas?

—Mamá...

—¿Eres gay? —ella colocó sus manos sobre la cabellera espesa de Jeongin y comenzó a darle suaves caricias, como si intentara calmar el dolor de su hijo con aquello. Cuando Jeongin asintió, un vacío se pegó en su corazón, no odiaba a las personas homosexuales pero ella tenía el sueño de tener nietos y una nuera hermosa, luego se puso a pensar que quizá aquello era simplemente un capricho adolescente, claro, los adolescentes y jóvenes solían estar siempre en busca de experiencias, tenía la ciega esperanza de que su hijo se rectificara más adelante, aún lo creía, así que sólo decidió apoyar a Jeongin hasta que aquel capricho se le hubiese esfumado.

—Mi amor, está bien.

—Lo siento —murmuró Jeongin con los ojos empañados en lágrimas.

—No pidas perdón, tontito —Sunny hizo un mohín y se acercó a su hijo para abrazarle cálidamente, le apretó un poco hasta que Jeongin dejó de hipar—. Sé que pronto todo esto que sientes pasará... sólo deja que el tiempo fluya, ¿está bien? A veces nos gustan cosas extrañas, pero después de pensarlas mucho, volvemos a nuestra forma natural.

Entonces Jeongin se sintió menos culpable, aunque aquello no hubiese sonado exactamente como una aceptación, era un gran paso. Por eso, sólo asintió con movimientos erráticos antes de enderezarse e intentar sonreír.

Una vez que su madre lo había dejado ir a su habitación Jeongin sacó su teléfono celular para revisar el mensaje que Christopher le había enviado, ellos habían tomado esa costumbre de enviarse mensajes cortos cada quince minutos, estiró las piernas por un rato y luego presionó el botón de "Ver" La pantalla se hizo brillosa y detrás del mensaje había un "te amo" oculto entre otras palabras de aliento que Christopher le había enviado, Jeongin se sintió más feliz de lo normal y comenzó a flotar entre nubes de esperanza, hasta que el aparato nuevamente comenzó a sonar con fuerza, el castaño bajó la vista y lo primero que pudo reconocer fue el número de su mejor amigo, o quizá ahora ex mejor amigo.

¿Qué esconde el señor Bang? ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora