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A la mañana siguiente Christopher despertó con el seductor aroma de Jeongin entre sus sábanas y tuvo la sensación de que algo faltaba allí.

Se tumbó de espaldas, tratando de ocultar su erección mañanera, además, no quería pensar en el dolor que le retumbaba los sesos a causa de los tragos que se había tomado con Changbin y su esposo Seungmin.

Se tapó la cara con un almohadón para tranquilizar al sonido que le martillaba la sien. Pero cada vez que pensaba en su comportamiento del día anterior se sentía como un bastardo.

No sabía cómo catalogar a su forma de actuar. Nunca había sentido así, era una persona que tenía sus ligues fuera de casa, pero desde Jeongin todo había cambiado.

Se apartó la almohada del rostro, pero siguió con el mismo dolor penetrante en su cabeza.

Decidió darse una ducha rápida y, media hora después empezó a despotricar mientras enrollaba una toalla blanca alrededor de su cintura, miró con rabia el reloj, estaba cabreado.

—Christopher, ¿estás?

La voz femenina lo cogió por sorpresa y se quedó inmóvil en medio de su habitación. El corazón empezó a latirle a gran velocidad cuando ella intentó girar la perilla.

Volvió su mirada hacia la entrada y se ajustó la toalla.

—¿Qué haces aquí?

Él trató de mover sus pies para dar media vuelta y regresar al baño. Pero Choa ya se había adentrado en su habitación.

—Bueno, Félix me abrió la puerta.

—¿Félix? ¡¿Félix está en casa?!

—Por Dios, no puedo creer que ni siquiera sepas que tu hijo está en casa... ¿Qué clase de padre eres?

Al llegar a su altura, Choa tiró su bolso a un lado y Christopher tragó saliva.

—Yo me preguntaba... —la tenía tan cerca que podía oler su aroma—. Seungmin y Changbin nos invitaron a su fiesta y bueno, ¿quieres ir conmigo?

Christopher se había imaginado todo tipo de reacciones... menos esta. ¿Choa invitándolo? Era algo que no se veía todos los días.

—Tengo que terminar los casos que tengo pendientes, ya sabes la señora Hwang quiere que se agilice todo el proceso y...

—¿Es por ese niñito? —preguntó ella con torpeza—. ¿Tienes idea de cuánto podría dolerle a tu hijo que tú y su mejor amigo se follen en su casa?

—No sé de qué estás hablando.

—¿No? —preguntó Choa con dulzura al percibir la intranquilidad y la rigidez de su cuerpo. Le acarició los hombros desnudos y el abdomen empapado con la yema de sus dedos—. La forma en que lo miras, es aterrante... ¿Crees que Félix no se da cuenta?

—Choa...

Christopher le acarició el cabello y enterró sus manos en la suave melena pelirroja, que se desparramó formando suaves ondas sobre sus manos. Respiró hondo cuando ella se acercó más, entonces le invadió un intenso deseo de poseerla y le rodeo la cintura.

Estaba a punto de concretar un beso con la pelirroja cuando la puerta de su habitación se abrió bruscamente. Christopher reprimió un amargo respiro al ver al intruso y Choa simplemente se dedicó a arreglarse el cabello con los dedos.

Luego la puerta se cerró de golpe, otra vez.

Al otro lado de la puerta Jeongin se apoyó en ella y suspiró al borde la completa desesperación. Había llegado hacia menos de quince minutos a la casa de los Bang por la llamada desesperada de Félix, pero también se había escapado un momento para saludar al rubio.

¿Qué esconde el señor Bang? ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora