3. Desayuno Revelador

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La mañana siguiente fue un caos para Julián. Se despertó desorientado, boca abajo en el sillón, con una manta tirada a medias sobre él. Tardó unos segundos en procesar dónde estaba. El living de su casa. ¿Cómo había llegado? Mientras intentaba despejar la cabeza, escuchó ruidos en la cocina. Se levantó lentamente, con la boca seca y una resaca que le golpeaba duro.

Cuando entró a la cocina, se encontró con Enzo, de pie junto al mostrador, con una taza de café en la mano.

—¿Qué hacés acá? —preguntó Julián, con una mezcla de sorpresa y vergüenza.

Enzo se encogió de hombros. —Te traje, estabas hecho bolsa. No iba a dejar que te quedaras solo así. Me dio paja volver a casa, así que me quedé. —

Julián frunció el ceño, tratando de recordar, pero todo estaba borroso. —Ah... bueno, gracias, supongo.

Enzo asintió sin decir mucho más, mientras Julián se servía un café. El silencio no era incómodo, pero había algo extraño flotando en el aire. Ambos sabían que la noche anterior había sido más intensa de lo que estaban dispuestos a admitir.

Después de esa breve conversación, los chicos revisaron sus celulares, y la resaca colectiva se manifestó en Twitter.

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Entre Cruces y Miradas - EnzulianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora