12. Sueños y Deseos

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Julián corría por una calle empedrada, sus zapatillas resonaban contra el suelo, cada paso más pesado que el anterior. El cielo estaba cubierto de nubes negras, como si el día se desmoronara a su alrededor. En la distancia, podía ver a Enzo parado en la esquina, mirándolo con una mezcla de urgencia y desaprobación.

—¡Enzo! —gritó Julián, pero su voz no rompía el silencio. Sentía que corría contra un muro invisible, cada vez más lento, mientras Enzo se alejaba. La desesperación lo consumía, necesitaba alcanzarlo, decirle algo, pero cuanto más intentaba avanzar, más se alejaba el otro.

De repente, todo cambió. Ahora estaban en un lugar diferente. El empedrado desapareció, y en su lugar apareció el taller donde trabajaba el menor. El olor a aceite y metal lo rodeaba, el ruido de herramientas resonaba en el fondo. Trató de moverse, pero sus pies parecían anclados al suelo. Enzo estaba al final del taller, de espaldas, enfocado en su trabajo. Julián sentía que si no lo llamaba, lo perdería para siempre.

—¡Enzo! —volvió a gritar, esta vez con más fuerza. El nombrado se giró lentamente, pero en lugar de sus ojos familiares, Julián se encontró con la mirada fría de Nicolás. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Este dio un paso hacia él, su rostro serio, distante.

—Te dije que no era suficiente —susurró, sus palabras reverberando en la mente de Julián.

Quiso retroceder, alejarse, pero seguía clavado en el mismo lugar. La angustia lo ahogaba, su respiración se volvía más y más rápida, hasta que...

Despertó de golpe, el corazón latiendo desbocado, cubierto de sudor frío. El cuarto estaba en penumbras, el sonido del viento afuera era lo único que rompía el silencio. Se sentó bruscamente en la cama, tratando de calmar su respiración.

—¿Qué pasó? —preguntó una voz somnolienta a su lado. Enzo, medio dormido, lo miraba con preocupación.

—Fue... una pesadilla... —murmuró, todavía sacudido—. Nada.

Enzo se incorporó lentamente, pasándose una mano por el pelo, despejando la modorra. Le puso una mano en el hombro a Julián, con un toque suave, tranquilizador.

—¿Querés hablar de eso? —le ofreció, su voz baja, ronca por el sueño.

El mayor negó con la cabeza, sin palabras. Enzo lo miró por un momento más, como si estuviera evaluando si era prudente presionarlo. Pero al final, solo deslizó su brazo alrededor de Julián, atrayéndolo más cerca, y le susurró:

—Tranquilo, Juli. Solo fue un sueño. Volvé a dormir, acá estoy.

El calor del cuerpo de Enzo fue calmando poco a poco la tormenta en la mente de Julián. Después de un rato, su respiración se fue suavizando y, eventualmente, ambos volvieron a caer en el sueño.








♤♡♧◇













A la mañana siguiente, Julián despertó antes que Enzo. La luz del sol se filtraba tímidamente a través de las cortinas, iluminando apenas la habitación. Con cuidado de no despertarlo, se deslizó fuera de la cama y se dirigió al living. Agarró su celular y abrió el chat que tenía con sus amigos más cercanos. Tenía que contarles lo que había pasado.

 Tenía que contarles lo que había pasado

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Entre Cruces y Miradas - EnzulianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora