Julián sintió un nudo en el estómago mientras bajaba en el ascensor. Las luces parpadeantes pasaban rápidamente, como sus pensamientos, llenos de ansiedad y una pequeña chispa de esperanza. Había pasado un día largo y pesado, y la sola idea de ver a Enzo le brindaba un alivio que no había sentido en horas. Cuando la puerta se deslizó y camino hasta la puerta, allí estaba Enzo, con su mirada sincera y una sonrisa nerviosa que ocultaba su propia inquietud. Julián se sintió instantáneamente más ligero al abrirle. —¿Todo bien? —preguntó Enzo, mientras se iban al ascensor de regreso. Julián asintió, aunque el eco de sus emociones seguía resonando en su mente. A medida que subían, la tensión entre ellos parecía palpable, pero también había una promesa silenciosa de que, quizás, esa noche podría ser diferente. Al llegar al piso, Julián respiró hondo, preparándose para enfrentar lo que vendría, mientras Enzo lo seguía de cerca, listo para ofrecerle el apoyo que tanto necesitaba.
La puerta se abrió suavemente, y Enzo entró con un aire de incertidumbre. La tensión del día aún flotaba en el ambiente. Julián lo miró a los ojos, buscando en su amigo algún tipo de respuesta que pudiera calmar su tormenta interna. Las huellas de sus lágrimas recientes aún brillaban en sus mejillas, y sus ojos tenían un brillo vidrioso que revelaba el dolor que intentaba ocultar.
—¿Cómo estás? —preguntó, aunque sabía que la pregunta era más formal que sincera. Ambos se sentaron en el sillón, donde Enzo noto la tensión en sus hombros.
—No sé... —respondió Julián, dejándose caer en el sofá—. Fue un día raro.
Julián trató de sonreír, pero era una mueca débil. La lucha interna que había tenido con Nicolás lo había dejado exhausto. Con cada recuerdo de su conversación, sentía que un peso aplastante se asentaba sobre su pecho. Miró hacia el suelo, intentando recolectar sus pensamientos y evitar que su voz temblara.
Enzo sintió la necesidad de ofrecer un poco de apoyo y deslizó su mano sobre la de Julián, buscando un contacto que aliviara un poco el peso que llevaban ambos. Julián cerró los ojos un momento, sintiendo la calidez de su amigo como un refugio. Sin pensarlo mucho, su impulso se tornó en algo más fuerte. Necesitaba algo más que consuelo.
—¿Hablaste con Nicolás? —preguntó Enzo, con un tono más serio.
—Sí, y... —Julián tomó aire, sus pensamientos entrelazándose. Era como si, en ese instante, la distancia emocional que había sentido con Nicolás se desvaneciera al estar tan cerca de Enzo—. Y no quiero volver a pasar por eso.
Los ojos de Enzo se iluminaron con una mezcla de alivio, preocupación, y algo más que Julián no supo identificar del todo. El silencio que se había instalado entre ellos comenzaba a volverse insoportable, y la confusión de Julián crecía con cada segundo que pasaba. Sentía un nudo en el pecho, una presión que no podía ignorar, no era solo el dolor por lo que había pasado con Nicolás, ni la soledad que lo invadía; era una necesidad casi desesperada de aferrarse a algo, de encontrar alivio en alguien.
Julián se sentía perdido, incompleto, como si el mundo a su alrededor se estuviera desmoronando, y la única forma de detenerlo era agarrarse de Enzo. No estaba seguro de lo que sentía, pero la soledad lo había dejado exhausto. Cada segundo que pasaba sin resolver ese vacío se sentía como una herida abierta que no dejaba de sangrar. Enzo estaba ahí, tan cerca, tan dispuesto a escucharlo, a ofrecerle lo que parecía ser comprensión, y Julián quería aferrarse a eso, incluso si no estaba seguro de si era lo correcto. Pero lo necesitaba. Necesitaba a alguien, a algo que lo sacara de esa angustia.
Sus pensamientos se arremolinaban, el recuerdo de Nicolás aún fresco, el rechazo, la sensación de que no encajaba, de que estaba destinado a seguir chocando contra los mismos muros. Y ahora estaba Enzo. Diferente, sí, pero también inalcanzable en ciertos aspectos. Aún así, su proximidad era suficiente para que su mente, confusa y desesperada, tratara de buscar algo más en él. No lo hacía porque de verdad quisiera besar a Enzo. Lo hacía porque estaba perdido, porque en ese momento, no sabía qué más hacer con la mezcla de emociones que lo estaban ahogando.
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Entre Cruces y Miradas - Enzulian
FanficLa tensión entre Julián y Enzo se nota en cada cruce, tanto en la vida real como en los grupos. El contraste entre el pibe relajado y el turro canchero promete generar chispas desde el principio.