27. Unidos

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La puerta se cerró con un suave clic, llenando el ambiente de una tensión palpable. Cuti lo observó, su sonrisa provocativa iluminándole la cara. Antes de que pudiera reaccionar, fue arrastrado hacia él, sintiendo cómo sus cuerpos se juntaban con fuerza. El beso que siguió fue voraz, cargado de un deseo incontrolable que había estado acumulándose entre los dos.

El rubio sintió cómo Cuti lo levantaba del suelo con una facilidad inquietante, sus piernas rodeando la cintura del otro mientras este lo llevaba hacia la habitación. Cada paso era un acto de posesión, una promesa de lo que vendría. La habitación era un refugio oscuro, iluminado solo por el suave resplandor de la luz que se filtraba a través de las cortinas.

El más alto lo dejó caer suavemente sobre la cama, con los ojos fijos en su compañero, llenos de una mezcla de determinación y deseo. Licha se mordió el labio, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo ante la vista que tenía frente a él. Sin dejar de mirarlo, el cordobés se inclinó sobre su cuerpo, buscando sus labios en un beso ardiente. La intensidad del contacto lo hacía desear más, anhelando cada roce.

Las manos de Cuti comenzaron a explorar, deslizándose por su torso, sintiendo cómo la tela de la camiseta se tensaba contra la piel. —Déjate llevar —susurró, su aliento cálido rozando el cuello, provocando un escalofrío que recorrió su espalda.

Cerró los ojos, entregándose por completo a la dominancia de quien lo guiaba. Él tomó el control, desabrochando lentamente la camisa, revelando su piel bajo la luz tenue. Cada beso era una promesa de placer, un recorrido apasionado que encendía el deseo en lo más profundo de su ser.

—Esta noche te voy a dejar hecho un desastre —afirmó el moreno, dejando un rastro cálido de besos mientras descendía hacia su torso. Con cada roce, cada beso, el aire se cargaba de deseo y vulnerabilidad, sumergiéndolo en un mar de placer incontrolable.

El recorrido continuaba, las manos y labios jugando con la piel expuesta, encendiendo una chispa que aumentaba el fuego entre ambos. La respiración se aceleraba, los músculos se tensaban ante la devoción que sentía sobre él.

El cordobés se detuvo un instante, admirando la belleza bajo su mirada. Luego, con una determinación palpable, se movió para desabrochar los pantalones del contrario, sus dedos trabajando con rapidez. Licha contuvo el aliento, sintiendo cómo la anticipación crecía en su interior. Cuti se tomó su tiempo, disfrutando de la forma en que el cuerpo se estremecía bajo su toque.

—Sos perfecto —murmuró, y el sonrojo en sus mejillas lo delató. El cordobés se inclinó nuevamente, dejando un rastro de besos ardientes que hacían que su cuerpo se arqueara, anhelando más.

Con un movimiento rápido, Cuti se acomodó entre las piernas de Licha, sus manos lo sujetaron firme. —Confía en mí —le dijo, mirándolo a los ojos con esa seguridad que siempre lo desarmaba. El otro asintió, un escalofrío recorriéndole la espalda.

El más alto empezó a recorrerlo por encima de la ropa que aún quedaba, las caricias suaves arrancaban gemidos involuntarios. Cada toque era una provocación calculada, mientras el rubio se perdía en el placer, buscando el contacto desesperado en medio de esa vorágine. De repente, una mano se posó en su rostro y la orden llegó firme: —Chupá —dijo, poniendo un dedo en sus labios. Licha obedeció sin chistar.

Sacó el dedo con calma, bajando la mano lentamente, acariciando esa piel suave antes de ir más allá, introduciendo un dedo despacio para prepararlo. El gemido que soltó Licha fue apenas un susurro, los ojos cerrados, adaptándose a la sensación. Cuti lo manejaba a la perfección, cuidando cada movimiento, buscando cualquier señal de incomodidad en su chico.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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Entre Cruces y Miradas - EnzulianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora