—Sí, tenemos que hablar... —respondió Julián, bajando la mirada. Hubo un silencio que se estiró por unos segundos, pero Enzo decidió encararlo con la sinceridad que lo caracterizaba.
—Mirá, yo sé que esto es un quilombo. Ni yo tengo bien claro qué siento, pero lo que sí sé es que me gustás. No quiero apurar nada, no quiero que se arme más bardo del necesario. Pero... siento que hay algo entre nosotros, ¿entendés? —dijo, cruzando los brazos, con la voz baja pero firme.
Julián asintió, sus dedos tamborileando contra el mate. Sentía una mezcla de nervios y emoción que lo dejaba sin saber bien cómo contestar.
—A mí me pasa lo mismo. No quiero apurarme, no después de todo lo que pasó con Nicolás. Pero tampoco puedo ignorar que cuando estamos juntos, siento algo distinto. Como si las cosas encajaran de a poco —Julián levantó la vista, encontrando los ojos de Enzo, buscando confirmar que no estaba solo en esa confusión.
—Sí, te entiendo. Por eso te digo, vamos tranqui. No quiero hacer cagadas... y si eso significa que tengo que empezar a chamuyarte para que todo fluya mejor, bueno, lo voy a hacer, de una —Enzo esbozó una sonrisa pícara, intentando descomprimir la tensión que ambos sentían.
Julián rió, soltando un poco de los nervios que se habían acumulado. El tono de Enzo siempre lograba sacarle una sonrisa, incluso en los momentos más serios.
—Sos un boludo... —dijo Julián, negando con la cabeza, pero con una calidez en los ojos que no podía ocultar.
Julián se rascó la nuca y soltó una risa nerviosa, como recordando algo incómodo pero inevitable.
—Che, ¿te acordás de cuando no nos bancábamos? —preguntó, mirándolo con una sonrisa entre nostálgica y divertida—. Vos me mirabas mal cada vez que me cruzabas.
Enzo sonrió, inclinando la cabeza hacia un lado.
—¿Y cómo me voy a olvidar? Si vos también me tirabas cada palo... —respondió, sacudiendo la cabeza mientras soltaba una pequeña risa—. Era raro, boludo, te veía y me ponía de mal humor no sé qué onda.
—Vos estabas siempre con esa cara de orto... —replicó Julián, y ambos rieron, relajando un poco la tensión que había en el aire—. La verdad es que nunca pensé que íbamos a estar acá, hablando de estas cosas.
Enzo lo miró con algo más de seriedad, pero todavía manteniendo el tono liviano.
—Sí, es loco. Por eso tenemos que ir tranqui... —dijo, apoyando su brazo en el respaldo del sillón—. Si hace un tiempo no nos soportábamos, no podemos hacer las cosas de golpe ahora, ¿me entendés?
Julián asintió, reconociendo lo que ambos sentían. Habían pasado de un lugar de tensión y roces a una situación donde, inesperadamente, se habían vuelto importantes el uno para el otro.
—Es cierto... Nos tuvimos que bancar bastante al principio, eh. No quiero cagarla, y tampoco quiero que te sientas incómodo o apurado. Vamos viendo —dijo Julián, mirando a Enzo con una honestidad que pocas veces había mostrado antes.
Enzo lo observó en silencio por unos segundos, como si sopesara sus palabras, y luego sonrió de costado, aligerando el ambiente.
—Te voy a empezar a chamuyar de a poquito, tranqui. No vaya a ser cosa que te asustes —soltó, guiñándole un ojo para romper la seriedad.
Ambos rieron, aunque en el fondo sabían que lo que estaban diciendo iba en serio. Cuando la risa se apagó, quedó solo el eco de lo que no se habían dicho aún: esa tensión, esa necesidad de más que ambos estaban tratando de manejar con cuidado.
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Entre Cruces y Miradas - Enzulian
FanfictionLa tensión entre Julián y Enzo se nota en cada cruce, tanto en la vida real como en los grupos. El contraste entre el pibe relajado y el turro canchero promete generar chispas desde el principio.