8. Cruces Inesperados

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Era una mañana tranquila en el taller, el sonido de las herramientas resonando suavemente mientras Enzo revisaba un motor. Se sentía cómodo en su entorno, las tareas cotidianas lo mantenían enfocado. Pero en el fondo de su mente, había un pequeño eco de preocupación sobre lo que había sucedido en la última reunión con Julián.

La dinámica entre ellos había cambiado un poco después de aquella conversación en el grupo. Sabía que había algo entre Licha y Cuti, pero no podía evitar preguntarse si había algo más, algo que todavía no habían hablado. En medio de sus pensamientos, la puerta del taller se abrió de golpe.

-¡Hola, Enzo! -gritó Licha con una sonrisa amplia, la energía que traía consigo iluminaba el lugar. Enzo sonrió al verlo, sintiendo que la tensión de los últimos días se disipaba.

-¿Qué onda perro? -respondió Enzo, intentando que su voz sonara casual.

Licha se acercó a la mesa de trabajo, donde Enzo había dejado algunas herramientas. Ambos comenzaron a charlar sobre el trabajo del día, pero Enzo notó que había algo diferente en Licha. Había una chispa en sus ojos, una emoción contenida que parecía querer salir a la superficie. Sin embargo, el momento se interrumpió abruptamente cuando la puerta del taller volvió a abrirse, esta vez revelando a Nicolás Otamendi.

-Hola, chicos -saludó Nicolás con una sonrisa. -Vine a ver si pueden hecharle un ojo al auto, está haciendo un ruido raro.

-Obvio, pasá -dijo Enzo, mientras señalaba un espacio libre en el taller. Nicolás se acercó, y Enzo comenzó a revisar el motor mientras Licha se quedó a charlar.

Mientras Enzo trabajaba en el motor, Licha y Nicolás se quedaron conversando en la mesa de trabajo. La atmósfera era algo relajada, pero el trasfondo de los sentimientos no se podía ocultar.

-Che, ¿y Juli? -preguntó Nico, haciendo un gesto con la cabeza hacia la oficina, donde había dejado su auto.

Licha lo miró de reojo, sopesando sus palabras. -Está bien, creo. Pero hay algo raro entre ustedes, ¿no?

Nicolás se encogió de hombros, un gesto que no podía ocultar su interés. -La verdad es que me gustaría intentar algo de nuevo con él. No sé, siento que ahora podría ser diferente.

Enzo sintió un nudo en el estómago. Esa simple frase le hizo cuestionar lo que realmente sentía por Julián. Decidió no intervenir, pero en su interior, un pequeño destello de celos comenzó a arder. ¿Qué pasaría si Nicolás realmente volvía a estar con Julián? ¿Acaso no era él quien debía estar cerca de Julián?

Licha frunció el ceño, sintiendo una mezcla de sorpresa y preocupación. -¿Y no creés que ya es tarde? A veces, lo que pasó, se queda en el pasado.

-Capaz. Pero creo que vale la pena. -Nicolás se detuvo un momento, mirándolo fijamente-. No puedo dejarlo ir sin intentar de nuevo. Me gusta, y siento que él también. Solo tenemos que averiguarlo.

Licha se quedó en silencio, procesando las palabras de Nicolás. Era un momento delicado, y sabía que, de alguna manera, estaba en medio de algo que podía ser tanto un nuevo comienzo como un viejo ciclo repitiéndose.

La conversación continuó, y Enzo hizo su mejor esfuerzo por concentrarse en el motor, pero no podía dejar de pensar en lo que había escuchado. No le gustó la idea de que Nicolás quisiera intentar algo con Julián, sobre todo porque él mismo se estaba sintiendo atraído hacia él.

Cuando Enzo terminó de revisar el motor, le dio un par de consejos a Nicolás sobre cómo solucionar el problema.

-Gracias, Enzo. Siempre un placer. -Nicolás sonrió, mientras Licha lo miraba con complicidad.

Entre Cruces y Miradas - EnzulianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora