20. Sabores y Sentimientos

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Todo había cambiado después del beso bajo la lluvia. La vuelta al departamento no había sido como la imaginaban cuando salieron a comprar. Enzo todavía sentía en la piel el calor de los labios de Julián, aunque el frío de la lluvia los había empapado a ambos. Después de correr hacia el edificio, con risas nerviosas y una tensión eléctrica en el aire, entraron casi sin decir nada, ambos aún intentando procesar lo que acababa de pasar.

Julián no se había soltado de la mano de Enzo desde que la había tomado afuera, como si el contacto físico fuera una especie de ancla en medio del torbellino emocional. La lluvia seguía golpeando fuerte contra las ventanas, creando una atmósfera íntima, casi como si el mundo exterior ya no importara.

-Voy a buscar unas toallas, estamos empapados -dijo Enzo, pero su tono tenía algo más, como si sus palabras fueran una excusa para separarse un segundo y ordenar las ideas. Sin embargo, al girar hacia el baño, Julián lo tomó de la muñeca.

-No te vayas todavía -susurró, con una mezcla de nerviosismo y decisión. Su mirada, directa pero vulnerable, desarmó a Enzo en un instante.

El beso seguía presente en ambos, como si no hubieran salido de ese momento, y Julián lo sabía. Lo que antes parecía ser solo una confesión atrevida ahora se había convertido en algo más grande, más real. Enzo volvió sobre sus pasos, aún sin decir nada, y antes de que Julián pudiera agregar algo, el menor lo envolvió en un abrazo, sin más preámbulos. Sintió cómo el cuerpo de Julián se relajaba lentamente, cómo sus brazos finalmente se movían para rodear su cintura.

-¿Estás bien? -preguntó en voz baja, escondiendo el rostro en el cuello de Enzo.

-Sí, boludo. Pasa que... -Enzo lo apretó más fuerte, soltando un suspiro-. No pensé que esto iba a pasar tan rápido, pero ahora que pasó, no puedo volver atrás.

Julián levantó la cabeza para mirarlo, las gotas de agua aún resbalando por su cabello. Su rostro estaba serio, como si las palabras lo hubieran golpeado de una manera que ni él mismo esperaba.

-Tampoco quiero volver atrás -dijo Enzo, sin dudarlo. Sus manos, que aún estaban en la cintura del otro, se aferraron un poco más.

Se quedaron así unos segundos más, ambos mojados y temblando por el frío, pero más por lo que significaba ese momento que por la lluvia. Eventualmente, el silencio entre ellos se llenó con la necesidad de calmarse, de buscar un equilibrio entre lo que sentían y lo que recién empezaba a revelarse.

-Dale, busquemos esas toallas y cambiémonos antes de que te resfríes -dijo Enzo con una sonrisa suave, finalmente soltando a Julián, pero no sin antes dejar una caricia rápida en su brazo.

Ambos se cambiaron, y cuando volvieron a la sala, las cosas parecían menos tensas, más naturales. Se sentaron en el sillón, aún procesando lo que había pasado, pero sabiendo que no hacía falta discutirlo más por el momento.

-¿Película? -sugirió Enzo mientras dejaba la bolsa con las facturas sobre la mesa, buscando darle al día una apariencia de normalidad.

Julián sonrió, asintiendo mientras preparaba los mates. Habían pasado a otra fase, una en la que el beso era solo el comienzo de algo que ninguno de los dos estaba seguro cómo manejar, pero al mismo tiempo, tampoco querían detener.

-Dale, lo que quieras. Total, la idea es estar tirados todo el día, ¿no? -respondió Julián, esta vez con una sonrisa más relajada.

Se acomodaron en el sillón, el mate pasando de mano en mano mientras las facturas desaparecían una a una. Enzo eligió una peli vieja, de esas que ya habían visto mil veces, pero la atención de ambos estaba lejos de la pantalla. El eco del beso, del momento en la lluvia, todavía estaba ahí. Pero por ahora, simplemente estar juntos era suficiente.

Entre Cruces y Miradas - EnzulianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora