6. Definiendo Lo Indefinido

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Julián estaba en su departamento, sentado frente a la computadora, pero la pantalla de su Word permanecía en blanco. No podía concentrarse en estudiar, no cuando todavía le daba vueltas en la cabeza todo lo que había pasado con Otamendi. La visita del otro día lo había dejado confundido, más de lo que quería admitir. Después de haber quedado todo claro entre ellos, ahora parecía que Ota volvía a querer algo más. Pero Julián no estaba seguro si quería retomar lo que habían dejado.

Sacudió la cabeza, intentando despejarse, pero no sirvió de mucho. Abrió el Twitter y encontró la conversación con Enzo, casi por inercia, como si últimamente fuera lo más natural del mundo mandarle un mensaje a él.

 Abrió el Twitter y encontró la conversación con Enzo, casi por inercia, como si últimamente fuera lo más natural del mundo mandarle un mensaje a él

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Julián sonrió ante el mensaje de Enzo. Era raro cómo habían pasado de casi no soportarse a este nivel de confianza. Pero también había algo más, algo que no sabía definir. Cada vez que hablaban de Otamendi, Enzo parecía ponerse a la defensiva, como si... ¿estuviera celoso? Esa idea lo hizo reír, pero también lo dejó pensando. Enzo celoso era tan raro como todo lo que estaba sintiendo últimamente.











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Mientras tanto, Licha también tenía una conversación pendiente. El finde pasado en la joda había cambiado algo entre él y Cuti. No podían seguir esquivando el tema, así que cuando vio el mensaje de Cuti pidiendo juntarse a hablar, supo que no había más excusas. Esta charla era inevitable.

Treinta minutos más tarde, estaban en el departamento de Licha, sentados en el sillón

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Treinta minutos más tarde, estaban en el departamento de Licha, sentados en el sillón. Ninguno de los dos sabía muy bien por dónde empezar. El silencio se alargó mientras tomaban sorbos de cerveza, sin mirarse directamente. Finalmente, Cuti habló.

—Lo del finde... ¿qué onda? —dijo Cuti, casi en un susurro.

Licha dejó la botella sobre la mesa, sintiendo un peso en el pecho. Lo sabía, esa pregunta era inevitable, pero no tenía una respuesta clara.

—Fue raro —admitió, girándose para mirarlo—. Nos acercamos un montón y después nada. No hablamos más de lo que pasó.

Cuti asintió, nervioso. Él lo tenía claro. Le gustaba Licha desde hacía tiempo, pero nunca había encontrado el momento adecuado para decirlo. Hasta que la joda había cambiado todo.

Entre Cruces y Miradas - EnzulianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora