Latidos que mantuve en silencio.

Prólogo.

En toda mi corta vida me han preguntado qué es lo que busco de un chico, o, de un hombre para un futuro. Y, siempre respondí que anhelaba demasiado estar con alguien que fuese como los personajes ficticios que tanto amo; que además de ser detallista, caballeroso, atento, sea un compañero, confidente, y que sea alguien con quien poder compartir algo más que solamente el sexo de vez en cuando. Siempre lo pensé, y para mi eso estaba en segundo plano. Yo quería a alguien con quien poder tomar el café amargo si no había azúcar en casa, o tirarnos en el pasto mientras comíamos un sandwich cortado a la mitad, o, simplemente salir a caminar por las noches mientras miramos el oscuro cielo e inventar teorías conspirativas de todo lo existente en el universo.

Eso, justamente eso. Me la había pasado años tratando de encajar con chicos que apenas sabían mi edad y mi nombre, pero, con ninguno tenía esa conexión que buscaba. Llegaba a cansarme de hacerlo; de tener que restringirme a hablar, porque, de hecho, eso era lo que más me gustaba hacer: hablar hasta por los codos, como decía mi familia. Contar todo lo que me ocurría, analizarlo y así sucesivamente.

Pase casi toda mi adolescencia sintiéndome "sola", y pensando que quizás, nadie jamás me llegaría a amar con las locuras internas que tenía, que a veces, llegaban a ser demonios. Pensaba que no era suficiente, y que, por eso, no había nadie con quien pudiese conectar de esa manera...

Pensarlo fue un error, y no vivirlo, fue otro error, y extremadamente grande. Porque, me di cuenta tarde de que, tenía frente a mis narices a alguien que tal vez podía haber sido el amor de mi vida, pero que por más que se esforzara, no logré verlo, y estoy segura, de que no se podría ni imaginar cuanto me arrepiento...