Toda la tarde me la había pasado durmiendo. En cuanto Ethan se fue a la universidad, yo caí rendida en la cama, y dormí tan bien, como hace años no podía hacerlo. Me levanté preocupada al ver la noche a través de mi ventana, y supe que había dormido más de cinco horas, y maldecí al no saber como haría para cerrar mis ojos después. Supuse que mi mejor amigo ya había llegado de sus clases, porque sabía con exactitud su horario. Apenas me puse de pie, salí casi corriendo por los pasillos hacía su habitación, pero me detuve al escuchar un fuerte llanto del otro lado de la puerta. Estaba helada, y el corazón me golpeaba con fuerza en el pecho, y amenazaba con salir por la garganta. Casi nunca veía llorar a Ethan, pero cuando lo hacía era porque había llegado a su límite en serio.
—Ethan..., ¿Qué pasa? —pregunté abriendo la puerta, acercándome a pasos lentos hacía él —. Ethan...
Podía ver apenas su rostro en medio de la oscuridad que yacía en su cuarto. Lo único que alumbraba un poco era la luz que venía de las calles. Sin embargo, pude percatarme de las lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Eran el rastro de aquello que le estaba doliendo, angustiando, torturándolo. Él me observaba sin decir nada, e hizo un hueco en su cama para que me acostara a su lado. Lo hice, y lo abracé, fuerte, diciéndole que todo estaría bien y que no tenía que preocuparse por nada, aun que en realidad no tenía ni idea del porque estaba en ese estado.
—Maeve —dijo entre susurros —. Mírame. Te amo, ¿Entiendes? No sería capaz de hacerte daño nunca, y si lo hago, voy a odiarme por el resto de mi vida.
Quedé atónita, y confundida. Era lindo que me lo dijera de esa manera, pero no entendía a que se debía. Pensaba en que quizá estaba afectándole el cambio repentino de ciudad, o que había estado reflexionando sobre nuestra amistad, la cual había pasado por infinidades de obstáculos, de baches.
—Y yo a ti, Ethan. Yo a ti —dije dejando que me abrazara fuerte. Tanto que casi me deja sin aire en los pulmones —. Pero dime, ¿Por qué me dices esto?, ¿Qué ha pasado?, ¿Cómo te fue en tu primer día?
—Conocí a tres chicas; Juliette, Lorna y Charlotte —Comenzó a hablar mientras se secaba las lágrimas —. Tú sabes lo mucho que me cuesta socializar. Estan chifladas, eso sí, pero de vez en cuando son buena gente, solo que..., en el camino a la parada me detuvo Juliette para hablar mientras esperábamos el taxi. Le conté sobre ti porque simplemente se dio, y ella dijo algo que no me gusto en absoluto, y que hizo que la dejara atrás sin decirle nada.
—¿Y qué fue lo que dijo exactamente?
—Que no creía en las amistades entre un hombre y una mujer, y que seguramente ya te había follado...
Lo miré sorprendida, pero no por lo que aquella chica había dicho, si no más bien por su reacción ante esos comentarios. ¿En serio eran tan malos como para que se pusiera a llorar así?
—Cariño, lo más probable es que le hayas gustado a esa chica —Sonreí divertida —. A ningún ligue que tengas le va a agradar la idea de saber que vives con una mujer con la que no compartes sangre. Además, tiene que darte igual, Ethan, que opine lo que quiera. Si fuese el caso de que me hayas follado o no, a ella no le interesa saberlo realmente.
—Maeve —espetó aún en voz baja, y sentí que le acababa de hablar a la pared —, tú sabes que no voy a hacer algo como eso, ¿Verdad?, ¿Confías en mi?
Nos miramos mutuamente mientras el silencio nos envolvía en un ambiente tenso que desconocía. ¿Por qué pensaba demasiado sobre el tema?, ¿Por qué le asustaba que algo como eso fuese a suceder? Antaño, ambos habíamos puesto reglas que juramos jamás romper, por nosotros, y por mantener la amistad.
—Confío en ti, Ethan, deja de preocuparte por cosas como esas.
—Es que..., tú sabes lo que ocurrió la última vez cuando decidimos que entre nosotros nunca más volvería a pasar algo como eso.
Tragué saliva con fuerza de nuevo. Notaba que desde hacía días se me dificultaba tragar con normalidad, incluso mi propia saliva. No había querido decirle nada a él porque entonces cargaría con otra preocupación más, e iba a terminar por enfocarse en como lograr que yo comiese con tranquilidad.
Nos habíamos besado, años atrás, cuando apenas teníamos dieciseis años. Por mucho tiempo había pensando en que había sido una confusión nuestra, algo que simplemente había ocurrido, un momento de diversión, pero, a Ethan parecía que todavía le afectaba todo lo que había pasado en ese intervalo de tiempo. Lo admito, fue horrible. No el beso (eso fue jodidamente perfecto), a lo que me refiero es que toda la tormenta que vino después fue lo que nos desgasto a ambos y lo que hizo que nuestra relación de amigos estuviera sostenida de un hilo invisible que se estaba esforzando mucho por mantenernos unidos. Aún recuerdo ese beso, fue mágico, candente. Fue un beso con ganas, como si nos hubiésemos querido besar siempre pero quizá lo guardábamos para nosotros porque en el fondo sabíamos que iba a ser mejor así. Aquella noche fue distinta, aquella noche no pudimos contener más esas ganas que teníamos de comernos la boca, y quizá de algo más, pero nos detuvimos en cuanto nos vimos a los ojos mediante ocurría. Nada estaba bien. Una semana de silencio, de tortura interna para ambos, así la pasamos después. Tal vez era una exageración para los demás, pero para nosotros no. Un simple beso podía cambiarlo todo a nuestro al rededor, eso estaba más que claro. Y nos aterramos, nos dio miedo aquel cambio, así que creo que nuestras decisiones después de ello, se debían a nuestra poca capacidad de sobre llevar las cosas.
—Solo fue un beso...
—¿Solo fue un beso?, ¿Eso es lo que crees, Maeve?
—Me refiero a que decidimos nunca más hablar del tema. Y sería extraño hablarlo ahora, han pasado cuatro años de eso.
—¿Cuatro años? —preguntó con pánico en sus ojos.
—Sí —Sonreí con diversión —. En serio, Ethan, creo que hay conversaciones incomodas que son necesarias tener, pero a esta, ya la hemos tenido hace tiempo, cuando ocurrió.
—Vale, creo que me ha dado una crisis de ansiedad —Comenzó a reírse con ganas —. Sí, eso fue. Perdón, puré, creo que toda la presión que estuve recibiendo, y el hecho de conocer gente nueva ha sido mucho para mi.
—Tranquilo, lo entiendo —Me acerqué y me tiré contra su pecho. Él me cubrió con las sábanas y me abrazó —. ¿Te parece bien que disfrutemos de esto cinco minutos más y luego salimos para cenar?
—Me parece perfecto, Maeve....
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Latidos que mantuve en silencio.
RomanceMaeve, es una chica que apenas esta saliendo de su adolescencia. Ella siempre ha soñado con tener un compañero, y se la ha pasado en su corta vida, buscando y tratando de encajar con chicos que ella creía que eran correctos. Se negó internamente a a...