La ansiedad y el estrés pueden dispararse en cualquier momento, en el menos esperado, y empeora cuando creemos que lo tenemos todo bajo control, y luego, nos damos cuenta de que no había sido así. Por alguna razón, percatarnos de aquello nos altera más. Existen cosas que preferimos guardar, dejarlo para nuestros adentros, lidiar con ello solos, no llorar, no gritar, no hablar, inconscientemente la mayoría pensamos que podemos solos, que no necesitamos ayuda, que si la pedimos nos volvemos más vulnerables, o en el peor de los casos; débiles. Yo, era ese tipo de persona que tenía puesto esos pensamientos en la mente, y para mi mala suerte, el cuerpo es sabio, y habla cuando nosotros no podemos hacerlo.
Por eso, me encontraba junto a mi madre esperando mi turno en la sala de espera de uno de los mejores consultorios de Edimburgo, según lo que ella había averiguado. Mi pierna se movía desesperadamente tratando de mantener la paciencia, pero era lo que menos tenía en ese preciso instante, necesitaba que me dijeran rápido que diablos le pasaba a mi cuerpo.
—Ashbourne —escuché la voz de un señor adulto que pronunció mi apellido —. Ashbourne... —Volvió a llamar.
Me levanté con rapidez mirando a mi madre, quien me indicó que pasara primero, y que ella me seguiría por detrás. Ya adentro, saludé al doctor que se veía bastante amigable, mantenía una sonrisa gigantesca, y su tono de voz era relajante. Tomamos asiento, y sentí como el estomago comenzaba a revolverse dentro de mí.
—Cuéntame, Ethan, ¿Qué sucede?, ¿Por qué has decidido venir a consulta el día de hoy? —preguntó con cuidado.
—Doctor... —dije con voz baja y el corazón latiéndome fuerte —, hace días que tengo dolor de estómago, todo tipo de comida me cae mal.
—¿Has tenido vómitos, colitis, dolor de cabeza, mareos...
—Todo —Le corté la pregunta.
Él observaba con atención cada movimiento y gesto que hacía, e incluso a la manera tan insegura a la que me dirigía cuando le hablaba. Luego, cambio su dirección a mi madre, y sonrió mientras tomaba aire.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Claro.
—¿Eres una persona ansiosa, Ethan?
Lo miré con el ceño fruncido, estaba confundido, pero respondí de igual manera —Un poco, sí, ¿Por qué lo pregunta doctor?
—Porque desde que entraste al consultorio he notado el estado tan ansioso en el que te encuentras, ¿Desde cuando te sientes así? —Al notar que no respondí su pregunta, volvió a hablar él —. Tus síntomas pueden deberse a eso, si la ansiedad que tienes reduce, todo lo demás también, pero igual te daré una orden médica para que te hagas todo tipo de análisis y descartemos algo fisico —Miró a mi madre mientras escribía —. En una semana vuelvan, y en caso de que todo esté en orden, voy a derivarte con un especialista en psicología, ¿Estamos de acuerdo?
Escuché con total atención cada palabra que el señor decía. Mi corazón no dejaba de latir con la misma rapidez, y mi cuerpo estaba comenzando a sudar. No entendía porque me ponía tan nervioso, ir a terapia no era nuevo para mi, ya que durante toda mi adolescencia había asistido con una buena doctora en North Berwick, pero en aquel momento se sentía distinto, algo no me estaba agradando de la situación.
—De acuerdo —Titubeé, pero luego asentí intentando verme seguro.
A los segundos mi mente se desconectó, estaba disociando. Sabía que mi madre hablaba con él, pero se sentía como si las palabras se amortiguaran en el aire, como si hubiese estado metido en una cueva y todo se escuchara con ecos vagos. Fijé mi vista en el reloj que estaba colgado detrás del escritorio, y me limitaba a mirar como las agujas se movían con lentitud, quizá buscando distraerme, o volver a la tierra. Conocía a la perfección aquella sensación, me era familiar porque antaño ya lo había vivido, solo que me asustaba saber que estaba sucediéndome de nuevo, cuando durante años había pensado que estaba completamente controlado.

ESTÁS LEYENDO
Latidos que mantuve en silencio.
RomanceMaeve, es una chica que apenas esta saliendo de su adolescencia. Ella siempre ha soñado con tener un compañero, y se la ha pasado en su corta vida, buscando y tratando de encajar con chicos que ella creía que eran correctos. Se negó internamente a a...