En un pestañeo tomé la decisión de visitar a mi familia en North Berwick, y en menos de un día después de haberlo pensado, ya estaba sentada en la mesa de mi casa en aquel pequeño pueblo costero en el que había pasado toda mi vida hasta entonces.
Mis padres habían preparado un banquete de comida enorme para toda mi familia que seguía siendo bulliciosa como la recordaba. Había una mesa larga, donde cabíamos todos; estaban mis tíos, mis primos, los hijos de mis primas, quienes habían sido madres muy jóvenes, y quienes ahora lidiaban con niños de apenas dos y tres años, y quienes también solían preguntarme con frecuencia sobre si Ethan, ya se había convertido en mi novio o no. Siempre que sacaban aquella charla, prefería evadirlo cambiando de tema o dirigiendo mis palabras a mis tíos, pero todo mi esfuerzo era en vano cuando de repente me daba cuenta de que todos pretendían preguntarme lo mismo. Mi papá disfrutaba de ver mi cara de sufrimiento aun que en el fondo sabía que a él no le gustaba nada la idea de pensar en que mi mejor amigo y yo pudiésemos tener algo, en realidad, con ninguna otra persona que fuera de mi género opuesto.
—Dinos la verdad Maeve, ¿Tú y ese chico ya dieron el siguiente paso? —preguntó mi tío desde el otro lado de la mesa —. Me sorprende que sigan siendo amigos con esta edad.
—Yo siempre pensé que Ethan era gay —Soltó mi primo Dan y todos comenzaron a reír, pero yo me limité a sentirme incómoda por aquel comentario.
—No lo es —dije con seriedad.
—¿Y cómo sabes con certeza de que no lo es? —Volvió a preguntar mi tío.
—Porque simplemente lo sé —espeté con timidez, y sentí mis mejillas arder.
—¡No me digas que te lo has comido! —exclamó mi prima entre risas.
Intenté negarlo de todas las maneras posibles pero ninguna fue suficiente, a veces me cansaba tener que dar explicaciones sobre nuestra amistad que ni siquiera yo misma me las creía, y después pensaba en que a los demás no les importaba realmente que cosas sucedían entre nosotros, que no le debía explicaciones a nadie porque era mi vida y solo Ethan y yo sabíamos la verdad de las cosas. Seguía sin entender porque la mayoría de mi familia tenía cierta obsesión con que sucediera algo, es como si estuvieran esperando a que todo se fuese a la mierda. Quizá era por la clase social a la que mi mejor amigo pertenecía, y en el fondo era consciente de que nadie más que yo en mi familia, tenía contacto cercano con alguien que era "diferente" a nosotros, para no decir que era más privilegiado en la vida, como ellos lo consideraban seguramente.
A mi nunca me importó eso en realidad, aun que desde pequeña supiese que teníamos diferentes calidades de vida. Todo era muy notorio, porque en la escuela el siempre solía tener más que yo, y a veces incluso más que los demás niños, pero no lo veíamos de una manera mala. Si yo no tenía algo para comer durante los recreos porque jamás me daban dinero porque no había en casa, Ethan, se encargaba de que mi estómago estuviera lleno. Nunca le pregunté como conseguía que su mamá le mandara más. Éramos así, no existían las diferencias entre nosotros de verdad cuando nuestro corazón parecía ser el mismo, y eso era lo que importaba.
Después de aquella charla incómoda que tuve con mi familia, me levanté y me senté en una silla que estaba en el patio mientras algunos salían a jugar en ronda a las cartas, y los demás simplemente observaban desde una esquina bebiendo algo.
Por un instante disfruté de aquella noche, pero mi batería social se estaba acabando y necesitaba tirarme rendida a la cama de una vez por todas, solo que no podía, tenía que aguantar hasta que todos allí decidieran largarse, si no, mi mamá saldría regañándome diciendo que era una falta de respeto de mi parte, y no estaba para sermones. Mi cabeza divagaba en recuerdos, en lo que estaba construyendo en Edimburgo, pensaba en lo que estaría haciendo Ethan, y en Isabella..., quien se encontraba sentada a duras penas frente a mi. La observe despacio, porque desde que había llegado estaba evadiendo un poco el tener que mirarla, pese a que por ese momento compartiéramos la misma cama. Isabella, la hermana menor de mi mamá, la que había tenido su vida hecha un remolino sin rumbo desde joven, y de quien nadie se habría imaginado que terminaría así de enferma, aun que por lo menos yo si me lo veía venir. Estaba delgada, y ella jamás lo había sido, todo su cuerpo de reloj de arena estaba enterrado en el pasado. Sus manos se veían arrugadas y su cara también, además de verse tan cansada. El cáncer la estaba consumiendo y yo seguía sin saber como reaccionar.
Sacudí mi cabeza cuando Isabella se percató de que la estaba mirando con atención, y me regalo una sonrisa con todas las ganas que habría podido darme en ese momento, pero para mi no fue suficiente, no pude corresponderle ni siquiera forzándome a hacerlo, y noté una ligera expresión triste en su rostro que me sorprendió.
—Deberías hablar con ella —dijo mi mamá apareciendo a mi lado —. En cualquier momento puede irse hija, no deberías quedarte con las ganas.
—¿Ganas de qué? Yo no tengo nada que hablar con ella —Me encogí de hombros.
—Yo creo que sí —espeto segura de lo que decía —, pero bueno, lo harás en algún momento.
—Cree lo que quieras, mamá.
—Es que te conozco Maeve, sé que hay mucho en tu corazón que guardas y por tu orgullo no lo dejas salir, y deberías. Siempre pensé que por eso eres muy ansiosa.
No tenía el valor para mirarla porque sabía que decía lo correcto, en mi corazón habían muchas cosas que no hablaba y que ocupaban espacio, pero me rehusaba a hacerlo, y más aún si se trataba de mi familia. No tenía mucho tiempo con Isabella, pero corría por mi decisión saber que hacer, al fin y al cabo, creía que ni siquiera una charla honesta se merecía.
—¿Cómo van las cosas en la ciudad? —preguntó mi madre al darse cuenta de que no me apetecía hablar sobre el tema anterior.
—Bien, creo...
—¿Crees?
—No sé, últimamente Ethan y yo peleamos por cualquier tontería, y no tengo idea de como parar eso.
—Tal vez es la convivencia hija, una cosa es que te la hayas pasado yendo a su casa a tomar el té, y otra muy distinta a que vivas con él, ahí conocerás al verdadero Ethan.
—Oh, él sigue siendo un amor de persona, solo que chocamos por cualquier cosa, especialmente cuando se trata de Mason y Juliette.
—¿Y ellos quienes son?
—Mason, es un chico que conocí en la universidad y se ha vuelto un buen amigo, creo. Juliette, es una chica que Ethan conoció en su clase también, solo que ella tiene otras intenciones con él, y no se da cuenta —Solté aire molesta.
—¿Y eso te molesta Maeve?
—Me molesta que se sienta solo teniéndome al lado, y coquetea con la primer chica cabeza hueca que se le cruza en frente.
—Pero tú eres su mejor amiga, deberías entenderlo..., Ethan quizá comienza a sentir la curiosidad y la necesidad de sentirse acompañado de una manera distinta a lo que una amistad puede ofrecerte.
—Mierda, pero que se busque a una chica que sea como él, ¿Por qué buscar a una que es tu polo opuesto?
—Mmmm, yo te conozco, y usted señorita, está celosa.
—La verdad; sí.
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Latidos que mantuve en silencio.
RomanceMaeve, es una chica que apenas esta saliendo de su adolescencia. Ella siempre ha soñado con tener un compañero, y se la ha pasado en su corta vida, buscando y tratando de encajar con chicos que ella creía que eran correctos. Se negó internamente a a...