Los últimos días había estado muy lejana de mi mejor amigo, y muy en el fondo, lo prefería así por el momento, ya que necesitaba aclarar mi mente, despejarla. Me había dolido demasiado que Ethan, no confiara en mi para contarme sus cosas, venía sospechándolo desde hacía meses, incluso antes de que nos mudáramos juntos a Edimburgo. Mi corazón me decía que existían cosas de las que él no me estaba hablando, y no porque no quisiera, si no, porque no confiaba lo suficiente en mi. Era como si le diese miedo, como si tuviese pánico de hacerlo, y no me gustaba eso; el como se sentía.
Sin embargo, pese a la situación incómoda en la que nos encontrábamos ambos, en la que él me ignoraba, y yo también, haciendo que se volviera un círculo vicioso del que parecía que no íbamos a salir nunca, mi cumpleaños había llegado, y Ethan, sin importarle las circunstancias, se lució como en todos mis cumpleaños de antaño.
Él me despertó, apareciendo por la puerta de mi habitación, con una gigantesca sonrisa, pero triste, y algo en mi interior quiso saber el porque de aquello, aun que, quizá si lo sabía solo que me rehusaba a aceptarlo.
—¡He!, ¿En serio? —pregunté entusiasmada, levantándome de golpe —. ¡Ethan!
—Feliz cumpleaños número veintiuno, Maeve —dijo mientras se acercaba lentamente a mí, dudoso —. No es mucho..., espero que te guste.
Observé con atención la bandeja de color plateada que me alcanzó. Había una taza de café, sándwiches tostados de jamón y queso, un vaso con jugo de naranja, y al lado, algo que me pareció aún más encantador: un collar con una mariposa, y un dije que decía ángel. Sonreí ante el detalle, no podía entender como es que Ethan, decía que no era mucho, porque para mi era demasiado, y perfecto.
—Dios mío, Ethan, que belleza —espeté tomando el collar con mis manos para colocármelo.
—Te ayudo —dijo sonriendo.
Se lo di en la mano, y me volteé quitándome el cabello del cuello para que tuviese mejor visibilidad y pudiese colocármelo con facilidad. Mi corazón quería salirse del pecho, retumbaba con fuerza con solo tenerlo a esa distancia que parecía corta, pero que en realidad, aún seguíamos bastante lejos de nosotros, de lo que podía ser... de lo que podía suceder y no sucedía.
Cuando logró ponerlo, sonreí, pero el tacto de sus labios húmedos en mi cuello me hizo arquear la espalda. Frío, calor, sudor, palpitaciones, una ola de todo un poco era lo que invadía a mi cuerpo, a mi mente. Intenté no jadear, no por excitación, si no, por gusto, por satisfacción, por lo sorprendente que había sido eso.
Ethan, al notar aquella reacción que tuve ante su beso en una parte de mi cuerpo en el que no pensé que algún día lo sentiría, sonrió. Una sonrisa grande, y esta vez, sin tristeza, lo acompañaba la picardía, y la ternura. No sé como es posible que ambas cosas se reflejen en una persona al mismo tiempo, pero en él, era totalmente posible.
—¿Qué ha sido eso? —pregunté mirándolo fijo.
—Un besito, ¿Quieres otro?
—Eres un loco —contesté —. El collar es hermoso, ¿Cómo se te ha ocurrido?
Él, titubeando, caminando despacio en la habitación, y sin poder dejar de sonreír, respondió:
—Sé lo mucho que te gustan las mariposas, siempre que encuentras una cerca, te detienes a mirarla detenidamente, y en cuanto a la palabra ángel...
—Esa la puedo adivinar, es muy fácil —Sonreí, y el asintió —. Es por mi saga favorita, Hush Hush...
—Me pone un poco celoso que estés enamorada de Patch, pero lo puedo soportar —dijo bromeando —. Espero que te guste..., normalmente suelo darte regalos grandes, y este es demasiado pequeño, pero...
—¡Pero nada! —Me lancé hacía él y lo abracé tan fuerte como mis débiles brazos me lo permitieron —, Ethan, esto es tan significativo, solo tú podrías regalarme algo como esto. Gracias, en serio.
Ambos nos miramos con cierta ternura. Nuestros ojos brillaban, titilaban, como si hubiésemos estado mirando a la estrella más bella del universo. Justo ahí, en ese instante, fue cuando los problemas que habíamos estado enfrentando (evadiendo) desaparecieron en el aire. Simplemente se esfumaron, y no volvimos a saber de ellos hasta después.
Ethan, acaricio mi nariz con la suya, y nos mantuvimos así durante varios minutos; dándonos cariño, ese que nos había hecho tanta falta esos últimos días.
—Bueno, ¿Y ahora que? —pregunté alejándome, porque ya se sentía mucha tensión en el ambiente.
—Desayuna, Maeve, mientras tanto iré a prepararte tu comida favorita.
—¿Pizza?
—Por supuesto, ¿Qué clase de mejor amigo sería si no supiera lo que te gusta?
Me reí, y desde donde estaba le tiré una almohada en la cabeza a modo de juego, y él salió corriendo hacía la cocina riéndose a carcajadas. Más tarde, después de haber terminado el rico desayuno, salí de mi habitación, tal y como me había levantado de la cama; sin peinar, sin lavarme los dientes, y sin quitarme el pijama.
—Que preciosa —dijo Ethan, viéndome aparecer a su lado.
Rodeé mis ojos y me senté en la silla que estaba al lado de la mesada de la cocina, mi lugar, porque seguía sin saber cocinar, así que lo único que hacía era hacerle compañía a mi mejor amigo mientras elaboraba sus manjares. No entendía como lo hacía, pero cocinaba exquisito. A veces me daba verguenza saber que en mi familia tenía un chef, y que aun así, no se me daba experimentar en la cocina.
Me apoyé en mis brazos, y me dediqué a observarlo con atención mientras tarareaba una canción de Justin Bieber; Baby. Sabía que Ethan, se percataba de mi mirada, era como si lo estuviese evitando, porque no me miraba, y tampoco me decía algo, así que sentía que la situación estaba llegando al límite, y de alguna manera tenía que romper el hielo.
—¿En serio me estás ignorando?, ¿En mi propio cumpleaños? —pregunté fingiendo indignación, llevándome una mano al pecho.
—Perdona, ¿Sucede algo? —respondió con seriedad, ignorando que estaba tratando de bromear un poco para que la situación no fuese tan pesada.
—Vale, entonces hablaremos serios —dije poniéndome de pie —, ¿Cuándo vamos a hablar sobre lo que paso?
—¿Y que es lo que paso?
—Vamos, no te hagas...
—¿Te refieres a lo de la otra noche?, ¿Juliette?
—Aja...
—Debí avisarte, lo entiendo.
—No es eso, si no que..., esa chica no me gusta, Ethan.
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Latidos que mantuve en silencio.
RomanceMaeve, es una chica que apenas esta saliendo de su adolescencia. Ella siempre ha soñado con tener un compañero, y se la ha pasado en su corta vida, buscando y tratando de encajar con chicos que ella creía que eran correctos. Se negó internamente a a...