XI

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—¿Estás bien? Te noto rara. — Haerin estaba preocupada por su amiga. El día anterior no había ido a la escuela y hoy estaba ansiosa. Algo le pasaba, era seguro.

—Sí, no te preocupes.

Claramente no le creía ni una sola palabra. La conocía lo suficiente como para saber que tenía algo, pero si no le contaba era porque debía ser un tema serio. Decidió no insistir, le daría su tiempo y espacio, y después investigaría el porqué de su comportamiento.

A lo lejos vio a Minji, detrás de ellas. Iba igual o peor que su amiga: con la mirada perdida y sumamente distraída. Pensó que en el momento en el que vería a Hanni se acercaría, pero sucedió todo lo contrario. Minji al ver a Hanni desvío la mirada lo más rápido que pudo, cruzó de acera y aceleró el paso.

No le dio mucha importancia, Minji era rara, así que no se preocupo. Pero Pham no se salvaba. Ni siquiera quería hablar, porque había algo en la cara de la vietnamita que la hacía borrar cualquier pensamiento o intención de iniciar una conversación.

Al fin había terminado ese incómodo camino, y habían llegado a la cárcel, o como se dice comúnmente, escuela. Mentiría si dijera que Haerin no estaba sumamente emocionada e ilusa de ver a la australiana, sentía a una extraña conexión con ella.

—Nos vemos al rato. — Fueron las últimas palabras que escuchó de Hanni, antes de dirigirse a su asiento.

Minji no estaba ahí, ¿dónde estaba si había llegado antes? Tenía una leve sospecha de lo que estaba pasando. Hanni rara, Minji rara. Era cosa de solo conectar hilos y darse cuenta que tenían algo que ver en el comportamiento de la otra. Pero seguía con la idea de darle espacio a su amiga.

Y hablando del rey de Roma, vio a Minji y Danielle fuera de su salón. Se veían alteradas, como si estuvieran discutiendo. Y eso se confirmó al ver la frustración con la que la morena paso sus manos por su cabello. Y el como Danielle la ignoro y paso rápidamente a su lugar.

—Mierda. — Minji por fin había llegado a su lado.

—¿Todo bien?

—Claro.

No insisto, debía tener sus problemas. Y tampoco quería lidiar con alguien sentimental en ese día. Se dedicó a hacer apuntes en cada una de sus clases, de vez en cuando escuchaba suspiros de su compañera sentada a su lado.

En realidad ya le estaba molestando, su presencia se sentía pesada, movía demasiado el pie, su pluma pegaba constantemente en la mesa. No se sorprendería si en algún momento sus pensamientos intrusivos la vencieran y le pegara a Minji para que se calmara.

—Dios, Minji. Relájate. Estás siendo demasiado molesta.

Su compañera no dijo nada, solo volteo a ver a Haerin incrédula y algo ofendida, pero no dijo nada. Y eso era aún más molesto para la coreana menor.

No quiso darle más importancia a Minji y dejo que siguiera siendo molesta. Seguía haciendo sus apuntes y trabajos. Hasta que se hartó.

Minji estaba murmurando miles de cosas inentendibles, pero las podía escuchar al tal grado que la desconcentraban, entonces decidió preguntar y tal vez hacer que, de una buena vez, Minji dejará de ser molesta.

—¿Qué pasa? Sigues siendo más molesta que antes— No escucho respuesta, así que la volteo a ver, pero solo observo a la morena levantándose y yendo al baño. Ni siquiera se preocupo, mínimo podía prestar atención.

—¡Danielle! — Su última clase había terminado y estaba intentando alcanzar a su compañera —, detente.

La chica se detuvo y la volteo a ver con una sonrisa.

—Haerin, hola — Intento responder pero la falta de aire era grande — Tomate tu tiempo.

Apoyo sus manos en sus rodillas, intentado recuperar un poco de aire.

—Ya, gracias — se enderezó—. Te quería preguntar si sabías que pasa con Minji, porque Hanni también está rara y como las vi discutiendo en la mañana pensé que podrías saber algo. — Hablo tan rápido como pudo e intento no sentir los malditos nervios que había tenido desde que pensó en hablar sobre el tema con la australiana.

—Ah, eso. No, no sé nada — Su tono de voz había cambiado, de ser dulce, cálido y amable; a rudo, pesado y hasta un poco hostil.

Haerin pensó que en serio era un tema bastante serio para que todas se comportarán así, tendría que sacar su arma maestra para saber que pasaba ahí.

...

—¡Mierda, Haerin! ¿Qué haces aquí?

—La señora Hong me abrió, es muy amable.

—Sí, lo sé. Pero ¿qué haces aquí?

—Hyein, no me mientas, sé que sabes que le pasa a Hanni.

—¿Qué? No, claro que no. Si no te ha contado a tí, a mi menos.

—Te dije que no mintieras. Si no me contó a mi, debió de contarte a ti. Esa enana no sabe guardar sus penas.

—No me contó nada.

—Si no me dices me iré contra Baby Milo. — Se levantó del gran sillón de la sala de estar, para correr hacia el cuarto de Hyein.

—¡No! ¡Con Baby Milo no! — La chica alta corrió detrás de ella como si su vida dependiera de ello.

En tan solo segundos ambas estaban en el cuarto de la menor, decorado de manera vintage, con varios vinilos por toda el área de las cuatro paredes.

—Suéltalo.

—Dime que está pasando. — la chica con rasgos gatunos se encontraba encima de la cama, con el pequeño peluche entre sus manos. Agarrándolo de el torso y cabeza con ambas manos, de manera amenazante.

—Jamás. — Dio dos pasos hacia la cama, pero Haerin hizo un pequeño movimiento con su mano derecha, la cuál sostenía la cabeza de Baby Milo, girando la extremidad.

—Te lo diré todo, pero dámelo.

—Promételo. — Quiso asegurarse aún sin soltar al peluche.

—Sí, sí. Dámelo.

Ambas extendieron una mano, y por fin el preciado objeto de Hyein se encontraba en sus manos. Pero como todos esperaríamos, Hyein se echó a correr a la planta baja, directamente al jardín. La mayor detrás de ella, gritándole, intentado que entrara en razón.

Afuera Haerin tacleo a su oponente, haciendo que ambas cayeran al suelo. Intentaron forcejear, pero estaban muy cansadas por esa carrera, que no tenían fuerza.

—Okay, okay. Hay que calmarnos un poco. — Hyein se sentó con las piernas cruzadas y se sacudió su uniforme.

—Dime que está pasando.

—Claro, si me atrapas— hizo un finta de que se iba a levantar, pero al ver que Haerin no pensaba ni un segundo en aventarse a ella se detuvo— bromeó. Ya, ya. Te lo contaré. Solo porque es lo mejor para Hanni y Baby Milo. No porqué tú me lo digas.

Ambas se pusieron en una posición cómoda y platicaron todas sus preocupaciones por la vietnamita no presente. Prometiendo que lo hablado no saldría de esa tarde.















Holaaa, ¿cómo están?
Solo para decirles que este es el capítulo más largo, con 1132 palabras, sin contar estas, claro.

De nuevo les agradezco a todos, a las personas que han estado desde el inicio, y a las nuevas, sean bienvenidas.

Basorexia (Daerin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora