XII

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Danielle estaba frustrada. Desde hace días peleaba por todo con Minji. Ambas sabían que se debía al tema no discutido desde el domingo pasado. Ciegamente creían que si no se hablaba se les olvidaría, y ninguna tendría que pasar por la pena del sufrimiento y el asecho de este. Había veces en donde simplemente una desaparecía del campo de visión de la otra e, inevitablemente, la otra no la iba a buscar. No porque no quisiera, sino porque no sentían esas ganas de arreglar sus pleitos, ya que tendrían que pasar por el irregular e incompleto camino de aquel beso.

Y este día se sumaba a la lista. Después de la aburridísima clase de historia universal, Danielle, al ser el receso, evito encontrarse con Minji en su camino a la cafetería. Fallando ingratamente en su intento, ya que la alta se encontraba justo en la entrada hablando con algunas personas y por más que intentara pasar desapercibida, sería una tarea imposible.

Entonces opto por ir a su lugar "secreto". Ese en el que hace menos de una semana había compartido con Haerin. La verdad estaba un poco decepcionada de lo que había y no había ocurrido con esa linda chica. Después de pasar ese cómodo momento con ella pensó que ya eran algo más que compañeras, pero no habían compartido demasiadas palabras, y seguramente seguiría así por la sensible situación de sus mejores amigas.

Iba caminando lentamente hacia su destino, pensando y sobrepensando en sus pesares y preocupaciones. No se molestaba en apresurarse a pesar del poco tiempo de receso que le quedaba, no porque hubiera vuelto a sus rachas de indiferencia por el estudio, sino porque tenían clase libre, y lo aprovecharía leyendo y escuchando música bajo ese hermoso árbol, despegándose de sus malestares.

Al llegar se sorprendió por esa silueta sentada en su lugar regular.

—No sabía que estabas aquí.

Su voz pareció sobresaltar a la otra, ya que dio un pequeño brinco seguido de una tímida sonrisa. Haerin llevaba lentes, los cuales hacían resaltar sus facciones haciéndola ver mucho más atractiva de lo que ya era. Danielle se acercó y se sentó a su lado.

—No creí que vendrías.

—Yo tampoco, fue de última hora. ¿Y Hanni? — Tan rápido como pronuncio esas palabras se arrepintió, ver como las facciones de Haerin se volvían graves y su mirada oscura la estaban obligando a cambiar sus palabras, pero la chica respondió antes.

—Ella esta rara, no quiere pasar mucho tiempo conmigo. Dice que no está de humor y que necesita descansar, entonces se queda en el salón y yo no quiero interrumpir su momento a solas.

Aunque trato de ocultarlo, su voz se volvía más y más apagada conforme las silabas salían de su boca. Mientras Danielle luchaba contra sus pensamientos e intenciones de decirle lo que pasaba, porque claro, sería raro que Hanni estuviera de la misma forma que su amiga, solo había una posible opción: era por Minji, o lo sucedido con la misma.

—Oh, lamento escuchar eso.

—Vi que Minji también está siendo complicada. Las he visto discutiendo un par de veces, ¿estás bien? — Podría decir que la pregunta no la dejo perpleja, pero la expresión en la cara de la australiana dejaría la invención a la luz. No imaginaba que preguntaría por ella, por Minji era más probable, llevaban una mejor relación, desde años pasados, pero el hecho de que se preocupara por ella, ya fuera genuinamente o no, le aceleraba el corazón.

—Si, es complicado lidiar con ella cuando no escucha, pero tengo fe en que lo superaremos.

—Claro, si necesitas algún oído para ser utilizado, no dudes en decirme — Danielle rió por la peculiar frase.

Pasaron unos minutos en los cuales no se dijeron nada, pero sabían que estaban cómodas. Ambas estaban de acuerdo con que no tendrían problemas para acostumbrase a esa dinámica en donde el silencio se apoderaba del espacio, pero nunca le ganaba a la comodidad y la sensación de calma que se sentía en el ambiente.

El escuchar a los pájaros cantar, ver las nubes moviéndose y sentir el tiempo pasar se volvía un hecho de película, o al menos eso pensaba Danielle. La cual había caído en un extraño encanto con los ojos de la coreana. Siempre buscaba contacto visual con la presidenta de clase, aun cuando sabía que la otra no lo podía mantener demasiado, y eso lo hacía más que tentador.

—Entonces, ¿qué te hizo venir aquí? — Preguntó la autraliana.

—No lo sé, cuando me di cuenta ya estaba aquí — "suplicándole a los dioses que estuvieras tú" quiso seguir su oración, pero no era lo suficientemente fuerte para luchar con aquel cosquilleo en su estómago. —. ¿A ti?

—Quería relajarme un poco, ya sabes, escuchar música y leer algún libro. — Haerin escuchaba atentamente, concentrándose más en los labios de la mayor que en sus palabras. — O también observar el cielo — Sonaba emocionada. —, creo que ya no solo será un hábito de ti.

—Creo que no. No me molestaría acompañarte — se autoinvitó —, pero necesito seguir con mis deberes de presidenta responsable. — Se levanto y sacudió — Nos vemos luego, Danielle.

Y se iba a ir sin más, sin escuchar la respuesta de la castaña, la cual la seguía con la mirada; se detuvo a medio camino, se volteo.

—¿Quieres ir a un lugar después de clases? — La pregunta había venido tan de la nada que Danielle solo pudo responder con asentimiento de cabeza, pero no dudo en ningún momento de su respuesta. — Genial.

Y ahora si se había ido.  






Holaaa. 

Las ganas de subir capitulo me ganaron, así que aquí está. Espero les guste.

También les sigo recordando que existe una playlist de la historia, el enlace está en mi perfil. 

 ¿Les gustaría que la historia se alargue o sea (mas o menos) corta? 

Eso es todo, cuídense. Bye. 

Basorexia (Daerin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora