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Capítulo 37. Con el corazón en la mano

Nota de la autora: Hermana, ¡ponte los audífonos y escucha mi disco de piano de Jujutsu Kaisen mientras lees! No te arrepentirás. Puedes encontrarla en diferentes plataformas a través de este link:https://links.altafonte.com/jujutsukaisen

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08 de abril

Jane's POV

Los labios de Satoru intentaban buscar las palabras correctas para descargar su furia pero, simplemente no había forma de descargarse por lo que acabábamos de vivir.

Habíamos sido separados deliberadamente, habían intentado asesinarnos a ambos y su departamento había sido destruído. Su hogar, un espacio donde habíamos descansado del mundo maldito donde nos había tocado vivir. Un espacio donde podíamos caminar libremente en la intimidad. Jamás se los iba a perdonar.

Pude detectar en el cuello de Satoru, una vena que palpitaba llena de odio y desesperación.

—Ven conmigo —Me tomó de la muñeca con una fuerza que me lastimaba, estaba segura de que él ni siquiera se había dado cuenta.

Entramos a uno de los consultorios vacíos al final del pasillo, Satoru cerró la puerta, encendió las luces y volcó su atención cegada por la locura sobre mí.

—Satoru —la necesidad de vengarme me apretaba los pulmones y la garganta, conteniendo mi voz, encerrándola. Quise buscar su mirada pero él me evadía.

Tomó una toalla húmeda y comenzó a limpiar mi piel, buscando heridas no sanadas.

—Satoru mírame — lo tomé por las mejillas. Sus hermosas pupilas temblaban bajo su ceño fruncido. Junté nuestras frentes, acariciándolo —Cariño mío. Por favor cálmate.

Aquel hermoso hombre sostuvo sus brazos en el aire, sin responder a mis caricias, apretó la toalla hasta que sus venas se marcaron en su mano y golpeó la camilla que se encontraba a nuestro lado con el puño cerrado, dejándole una abolladura.

—Déjame matarlo —dijo, acariciando mi rostro violentamente con sus dedos.

—No. Debo hacerlo yo.

—¡MIERDA! —Su grito explotó en todas las paredes de la construcción. Me daba la espalda, como si estuviera a punto de salir del consultorio.

Corrí a abrazar su cintura para retenerlo pero tomó mis manos y con el dolor de mi corazón sentí como las apartaba de su cuerpo. Satoru jamás me había apartado de él. Jamás.

—¡No! No Satoru. No puedes hacerlo tú. ¡Ayúdame a hacerlo por mí misma! —Me aferraba a él, con miedo, con frustración, con dolor. Estaba tan harta.

La fuerza con la que intentaba apartar mis manos de su cintura cedió y nuestros dedos, por fin, se entrelazaron para descansar juntos.

A los pocos minutos, la doctora Shoko apareció en la puerta con un semblante parco. Ella odiaba meterse en problemas complicados.

—Voy a hacerte la revisión de rutina Satoru, pero si te pones violento como hace un rato me largaré aunque te estés desangrando.

Satoru se quitó toda la ropa, conservando únicamente unos shorts cortos. Yo aproveché ese momento para escaparme a la oficina de Masamichi.

Estaba harta de la gestión masculina de la información, todo era un secreto, incluso viniendo de mis propios amigos.

Entré sin tocar la puerta.