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Capítulo 47. Convertirse en el océano

¿Qué tal escuchar Riko in the Aquarium versión con lluvia con este capítulo hermana?

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Nota de la autora: Hermana, ¡ponte los audífonos y escucha mi disco de piano de Jujutsu Kaisen mientras lees! No te arrepentirás. Puedes encontrarla en diferentes plataformas a través de este link: https://links.altafonte.com/jujutsukaisen

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20 de junio

Suguru's POV

Comenzamos a dormir toda la noche y la mayor parte del día, todos los días.

Era como si ambos estuviéramos exhaustos por alguna razón.

Aquella finca abandonada estaba en una pequeña isla, completamente alejada de la atención pública. No era un lugar turístico, no tenía un gran poblado y además, los habitantes recibían una cantidad considerable para no acercarse y para no permitir que ninguna persona se acercara.

Meses atrás, Nanami y yo comenzamos el proyecto de ganarnos a los habitantes, todo había funcionado perfectamente con el plan de escondernos por el tiempo que fuera necesario, solo que no planeaba estar en estas condiciones. Completamente inmóvil. ¡Mierda!

Desde hacía algunas semanas no había tenido noticias de Kento. Ya teníamos celulares de nuevo, por lo tanto la comunicación era mucho más sencilla.

A pesar de eso, me sentía completamente seguro en aquella isla. Sin contar que el velo de energía maldita tenía que mantenerse alrededor de la finca. De ninguna manera iba a cantar victoria. Nunca había dejado un cabo suelto y esta no iba a ser la excepción.

Cada día, un nuevo paquete era depositado en la terraza por personal contratado para llevar a cabo esa tarea con la más estricta discreción. Algunas veces contenía comida para preparar, algunas otras ropa, productos de higiene personal y artículos que pedíamos especialmente. Como té.

Tomar juntos el té cada mañana había vuelto a ser nuestro hábito favorito.

Sentados en la terraza, observando el amanecer, a veces en el más cómodo y maravilloso silencio, a veces hablando de cualquier cosa.

Jane siempre había sido reservada conmigo por razones que juré destruir. Ahora que lo estaban, se había vuelto reservada de nuevo por la forma tan horrible en que esas razones tuvieron que ser destruidas.

Nuestro contacto físico se limitaba a dormir abrazados, cambiar mis vendajes y ayudarme a caminar. No me importaba. Nada me importaba más que verla viva y sin un rasguño.

Sin embargo, anhelaba la intimidad con ella, específicamente, a poder hablar sobre nosotros. Sin miedo.

—Jane. ¿Puedo pedirte un favor? —pregunté mientras buscaba las tijeras que había guardado en mi túnica.

—Por supuesto —Algo de lo que estaba agradecido profundamente, era el nuevo tono de voz con el que me hablaba. Ella se había vuelto dulce, suave y aunque aún no se atrevía a sonreír, su voz emanaba una sutil alegría —¿qué necesitas?

—¿Podrías cortar mi cabello?

Jane abrió los ojos de par en par. Como si le hubiera pedido que matara a alguien.