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Capítulo 40. El traidor

Nota de la autora: Hermana, ¡ponte los audífonos y escucha mi disco de piano de Shingeki no Kyojin mientras lees! No te arrepentirás. Puedes encontrarla en diferentes plataformas a través de este link:https://links.altafonte.com/jujutsukaisen

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30 de Mayo

Satoru's POV

Jane entró al templo seguida por Nanami. Si el líder se encontraba realmente en el interior como ella había dicho, definitivamente tenía que poner el velo de energía maldita para encerrarlo.

Me dirigí a la parte más alta del techo del templo que prácticamente estaba cubierta en llamas y, antes de colocar el velo, un ataque brutal me llegó por la espalda.

No podía creer lo que tenía delante.

Aquel dragón arcoiris tenía los ojos puestos en mí. Como si su objetivo fuera yo y solamente yo. Todos mis huesos se tensaron ante aquella visión.

Miles de recuerdos de aquella época en que mi mejor amigo y yo entrenábamos con ese dragón llegaron a mi cabeza.

No podía moverme solo de pensar que el maldito que había abandonado a Jane pudiera estar cerca de nosotros. ¿Qué mierda estaba haciendo aquí? ¿Qué mierda intentaba hacer al bloquearme con su dragón?

Las malditas llamas que consumían todo a su paso, comenzaron a perseguirme. Ahora tenía dos estorbos de los cuales ocuparme. Los esquivé todo lo que pude hasta que la voz de los guarros me distrajo.

—¡El jefe tiene a la mujer! ¡Vamos por ella! —¿Qué mierda? Jane tenía un nivel de combate altísimo ¿cómo pudieron haberla atrapado?

De un segundo a otro, todo se puso negro a mi alrededor. El dragón arcoiris me había tragado, rompiéndome el brazo izquierdo con uno de sus colmillos que casi medía lo mismo que yo.

El interior del dragón parecía estar recubierto por un velo de energía maldita, por lo tanto, era prácticamente imposible salir de él, imposible para cualquier ser humano, no para mí.

Decidí invertir mi energía para destruirlo en lugar de reparar mi brazo, eso podía ser una tarea para después.

Aquella maldición era absolutamente magnífica, aun podía recordar el día que Suguru la domesticó, tenía con ella más de quince años. Lástima que ahora, había quedado reducida a pedazos.

Para no perder tiempo, decidí romper el techo que estaba casi destruído por el incendio y entrar por ahí.

Mi sangre se volvió veneno dentro de mi cuerpo con la escena que me esperaba.

Jane estaba hincada en el suelo con una katana atravesada por la espalda.

Geto. Estaba parado frente a ella.

—Mátenla —Aquella voz familiar pronunció las palabras que jamás creí que saldrían de su boca.

Los guarros se lanzaron contra Jane pero ella no se movió. Tenía el rostro dirigido al cielo con los ojos cerrados, como si solo estuviera esperando el impacto. No iba a darme tiempo de salvarla. No iba a poder salvarla. Jane. Maldito. No. Jane...

—¡JANE MUÉVETE! —Aquellas palabras salieron de mi garganta, dejándome el pecho con un temblor fúrico.

Apunté mi mano sana al que parecía ser mi mejor amigo y disparé sin pensarlo. Si él era capaz de dar la instrucción para asesinar a la mujer que ambos amábamos con el alma, entonces podía dejar de preocuparme por su vida. Lancé un púrpura con toda mi energía.